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Jerónimo Nadal, Brani scelti |
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Jerónimo Nadal, altre pagine Giacomo Lainez, Juan A. Polanco, Francesco |
INDICE
Primera plática (Prima exhortatio) Segunda plática (Secunda exhortatio) Tercera plática (Tertia exhortatio) Cuarta plática (Quarta exhortatio) Quinta plática (Quinta exhortatio) Sexta plática (Sexta exhortatio) Septima plática (Septima exhortatio) Octava plática (Octava exhortatio) Novena plática (Nona exhortatio) |
Decima plática (Decima exhortatio) Decimatercera plática
(Decima tertia exhortatio) Decimacuarta plática (Decima quarta
exhortatio) Decimaquinta plática
(Decima quinta exhortatio) Decimasexta plática
(Decima sexta exhortatio) Decimaseptima plática (Decima
septima exhortatio) Decimaoctava plática
(Decima octava exhortatio) Decimanona plática (Decima nona exhortatio) Vigesima plática (Vigesima exhortatio) |
TESTO
Introducción
Come se habrá podido observar en el
resumen que acabamos de hacer, hay en estas exortaciones puntos
fundamentales, que represetan valores y pensamientos ascéticos culminantes.
Tales la idea de la gracia general de la vocación religiosa, y de la gracia
particular de la vocación a la Compańía y a la respectiva religión; asimismo
el conocimiento de la vida del Fundador como medio para conocer esta gracia;
y, para lo mismo, el conocimiento del fin de la Compańía y las dos
meditaciones de los Ejercicios, Rey temporal y Dos Banderas, como medios a
ello conducentes. Primera plática (Prima exhortatio)
[10-14] I tre principi
(spiritu, corde, practice) [10] Y la manera con que yo de mi parte con
la gracia del Seńor querría tratar esto, y querría que todos lo oyesen,
depende de tres principios, que son spiritus,
cor, practica. Querría pues tratar estas cosas spiritu, corde et practice, y que con esto oyesen. [11] Hablar spiritu quiere decir hablar espiritualmente, a la llana conforme
a aquello: spiritu ambulate, etc.[1], y a lo que dice N. P. Micer Ignacio,
que todos caminen por la vía del espíritu[2]; qu no es otra cosa, sino conformar todo
con el divino principio que es Dios nuestro Seńor, hacer con que la habla y
las obras y todo se rija y gobierne según la gracia que Dios nuestro Seńor ha
comunicado, dependiendo en todo de la luz con que se quiso comunicar y
aclarar las cosas a que el propio entendimiento o estudio humano no podía
llegar. Como veo en mí, que antes de entrar en la Compańía tenía una cierta
aversión de no querer obligarme a votos ni a religión, pensando que, pues me
podía salvar en el mundo, no era menester más, ni había para qué obligarme.
Pero quiso el Seńor por su clemencia usar conmigo sus misericordias y
allanarme las cosas y mostrarme la verdad; lo que el estudio que tenía no
podía acabar. De manera que el venir yo a entender que consistía le vía para
la perfección en la propia abnegación y resignación en votos y a sentirlo así
en mí, no me lo dió mi estudio, sino el mismo Dios, llamándome con su gracia.
De modo que el hacer las coas spiritu
es, refiriendo todo a Dios nuestro Seńor y guiándonos de su mano divina, procurar
de las conformar con El y con la gracia que ha comunicado, y cooperar con
ella; y esto hace cada uno de los nuestros cuando procura que sus obras y
cuanto en él hay se rija de la gracia de su vocación en el Seńor, y se
conforma con ella coniungindo [juntando] el espíritu del Seńor que lo movió y
gracia a la ejecución de todo cuanto obrare; y con la voluntad y con el
entendimiento y con todas sus potencias, para que todas dependan de El, y de
manera que, si en el siglo fuese un hombre prudente y de buen juicio y de
otras buenas partes, y tales que cum
laude podría hacer cualquiera cosa y podría obrar bien, conforme a los
buenos hábitos que tenía, todavía, después que aquí se recoge, lo que hiciere
no debe ser según que de fuera, para perfectamente proceder, sino que debe
moverse por su inspiración, por la vocación con que el Seńor lo llamó, y
conforme a ella se debe ayudar de lo que tiene. [12] Decir o oír corde no quiere decir que sea sólo del órgano natural, que es
sólo carne y vale poco para lo que queremos, sino que proceda del de la
caridad y afectuoso amor de Dios, que son el verdadero corazón. Querría yo
que procediese todo lo que hablase, y todo lo que hiciese o pensase deste
suavísimo corazón; y por ello querría que se moviesen y aparejasen todos para
oír y se poder aprovechar. Esto es el buen corazón que deseo que tengamos
todos, haciendo de él muchos actos de amor del Seńor, afectuándonos a El, y
procurando de unirnos con El; y desta unión venir a las cosas en que
tratáremos, o sea estudio, o cocina, o predicaciones, o confesiones,, o
cualquiera otra; porque, viniendo desta manera, el estudio, el leer, los
oficios bajos y todo será con suavidad, con alegría, con aumento de gracia,
con gran deseo de servir y con mérito contentar en ello a la Divina Majestad,
con quien se tiene unido el que lo hace. Y esto es hacer las cosas corde. [13] El decir practice significa que cualquiera cosa que digamos procuremos
traer a la práctica, que seamos inclinados a lo hacer. Y de la misma manera
la meditación, la contemplación, debe hacerse practice; hoc est, de tal manera que ella se extienda a la obra y
se ponga el fruto que se alcanza en ejecución, no curando [cuidando] de
especulaciones solamente, que en esto puede haber error muy grande; y en
estos tiempos es esto más necesario hacerse, porque está el mundo en muchas
partes lleno de herejes, los cuales pretenden quitar las obras y que sola la
fe sin ellas basta. Por tanto nosotros, que Dios llamó para procurar la salud
de las ánimas, debemos sumamente trabajar de traer todo a la práctica, y que
todo en obras se coniunga [junte] para más impugnar el error con que les
pueden dańar; y caminar en servicio de Dios N. Seńor con su gracia y operando
para su mayor gloria. [14] Esto es lo que yo querría tener, y que
todos lo tuviesen; no sólo en esto, pero en todas las cosas, scilicet, que nos rigiésemos spiritu haciendo principio de Dios; y
con él regulando todo corde, con
verdadera caridad y amor suyo; y practice
dirigiendo todo a la práctica, con
el uso de la obediencia conforme a nuestra vocación y instituto. Y desta
manera, entiendo que el que se quisiere ayudar, fácilmente lo podrá hacer.
Por tanto mire cada uno en qué falta acerca de estas cosas y procure
enmendarse, que el Seńor le ayudará. Segunda plática (Secunda exhortatio)
[1-5] Introduzione allo
studio della grazia della Compagnia e del suo principio in particolare. Si
conosce ricordando le grazie e i favori passati – [6-10] La grazia comune – [11] La grazia particolare delle religioni
(carismi) – [12-15] Tratti di questa grazia nell’Antico Testamento – [16-18]
Nel Nuovo Testamento – [19-20] Lo stato dei vescovi e dei religiosi – [21-23]
Antichitŕ e istituzione da parte di Gesů Cristo dello stato di vita religiosa
– [24-28] La grazia dello stato di vita religiosa e i beni che procura –
[29-30] La grazia (carisma) della Compagnia di Gesů e il modo di conoscerla –
[31-34] L’approvazione apostolica della Compagnia di Gesů da parte di Paolo
III – [35-37] Altre approvazioni pontificie della Compagnia di Gesů – [38]
Utilitŕ della Compagnia di Gesů per l’aiuto alla Chiesa. [1] Habemos dicho con la divina gracia lo
que era necesario acerca de la preparación de ánimo con que debían oir, y yo
decir, algo, para que todos pudiésemos aprovecharnos a mayor gloria del
Seńor. Lo que ahora a lo primero se sigue para tratar es de la gracia de la
Compańía, con que Dios N. Seńor la favorece y ha querido llevarla adelante, y
con que particularmente en ella se comunica; porque cumple mucho que todos la
entendamos, para que podamos aprovecharnos della y cooperar cuanto es de nos
para que no faltemos a lo que pudiéremos. [2] Cierto, pues, es que no hay ninguno
entre nosotros que no tenga algún principio y particular gusto della, y que no
sienta algo della en sí, si se pone a pensar cuál era la vida que de antes
tenía, siendo secular, tan subiecta a vicios y ofensas de Dios N. Seńor; las
veces que en ella ofendió a Dios N. Seńor; los peligros de su salvación en
que andaba, y cómo el Seńor le sacó de todo esto, y le trajo a esta su casa;
las inspiraciones y dones con que lo hizo; los sentimientos o consolaciones
con que lo visitó para moverlo; las ayudas que en ejercicios y noviciado le
comunicó, para caminar adelante sin volver la cabeza atrás; las lágrimas y
deseos y verdadera luz y claridad en el entendimiento con que algunas veces
le consoló, repitiendo las veces en que más fué consolado y en que se sintió
con mayor disposición interior para el servicio divino, de manera que reliquiae cogitationum[3] que le quedaron le podrán fácilmente
traer a conocimiento desta gracia de la Compańía. [3] Y todos para este efecto debemos
siempre de conservarlas o coniungirlas [juntarlas] con todo lo que
hiciéremos, para más poder aprovechar en el servicio del Seńor, de la manera
que el que quiere aprovecharse mucho desta fiesta del Pentecostés y de la
plena infución del Espíritu Santo, debe trabajar por coniungir [juntar] lo
pasado en que ha tratado trayendo a la memoria la cuaresma y deseo grande de
penitencia que tenía en ella, el cual a todos es necesario, pues todos
tenemos de qué pesarnos y hacer conciencia delante el divino acatamiento.
Después considerar el gozo y alegría que tuvo en la Resurrección de Cristo N.
Seńor y cómo se resucitó con El, o a lo menos procuró y deseó mucho
deponiendo con la penitencia el viejo hombre del pecado[4]; y luego repetir lo de la Ascensión,
cómo en ella se alegró con ver a Cristo Seńor nuestro subido al cielo, ubi sedet ad dexteram Patris[5], puesto en el trono divino sobre todas
las criaturas, poseyendo lo principal y lo más que hay allá, en más alto
grado que cuantos allí le acompańan, constituído etiam juez universal de vivos y de muertos con plenaria potestad,
iuxta illud: “Data est mihi omnis
potestas, etc.”[6]; y considerando, ultra desto, que se
subía también con El, pues a dó la cabeza va, lleva sus miembros, y es cierto
que El es la Cabeza y nosotros somo sus miembros, unidos allí, alevantados y
sublimados con El, de allí participando vida y fuerza espiritual. [4] Y después desto, como por grado, debe
venir a la consideración del misterio presente de la venida del Espíritu
Santo que el mismo Seńor mandó [de] don[de] se subió; y procurar de
aprovecharnos algo de lo mucho con que se comunicó en este día este Espíritu
glorioso, la manera con que apareció, el fervor de los apóstoles con que le
recibieron, el aparejo que tenían cuando le esperaban, los efectos que con su
venida obró, cómo hablaban todos todas lenguas, espantando a los que
presentes estaban[7]; cómo se fortificaron para no temer
cuchillos, ni lanzas, ni la misma muerte para dejar de publicar a Cristo en
una Cruz por verdadero Dios y Redentor del mundo. Y así trabajar de se actuar
en semejantes deseos, y de los ayudar en esto según nuestro instituto; y el
que así procurare coniungir [juntar] lo que le queda de las meditaciones
pasadas, para entrar en ésta de la fiesta de hoy, no hay duda sino que será
gran aparejo para se aprovechar mucho en ella. [5] Y de la misma manera, como decíamos,
sirve mucho que cada uno repita y procure coniungir [juntar] los sentimientos
buenos y más particulares que ha tenido, porque así vendrá a conocer que hay
gracia en la Compańía, y que él está incorporada a ella por la gracia
particular que Dios N. Seńor le ha hecho. [6] Peró será bueno que se desmenuce esto
más para que todos lo entiendan, y por esto diremos primero de gratia en común, después de gratia religionis y luego de gratia Societatis. Cuanto a lo
primero, ninguno puede dudar que hay gracia, y que lo hace Dios N. Seńor a
los hombres. Y más: si spiritu et corde,
de la manera que hemos dicho, cualquiera lo considerare, hallará que es sumo
beneficio de Dios que podemos recibir del Seńor en esta vida; pues sin ella
ninguna cosa podemos que buena sea para su servicio, ni el hablar bien de la
gracia podemos hacer sin ella. [7] Gracia se dice de dos maneras: in genere una es gracia por la cual
somos gratos a Dios y meritamos [merecemos] delante [de] Dios; otra es que se
dice gratis data, la cual puede comprender
todo auxilio de Dios especial y supernatural adiutorio y es muy grande
beneficio del Seńor, y puede ser separada de la primera. [8] De Adán no tenemos sino pecados, malas
inclinaciones, pender [estar pendientes] a la tierra y a la sensualidad. En
cualquiera parte que uno sea, lo que tiene, si es bueno, de Dios le vino,
como de origen y fuente de dó mana todo bien; y por esto decía San Pablo: “quid habes quod non accepisti; et si
accepisti, quid gloriaris quasi non acceperis?”[8]. De manera que si el Seńor, movido de
su clemencia y benignidad infinita, no nos da su piadosa mano y ayuda, no
prestamos [servimos] para más que para ofenderle y hacernos más indignos de
su favor y gracia; y es purísima gracia suya que tengamos alguna, para que
hagamos lo contrario; y como El no desea sino que todos nos salvemos, nunca
la niega, antes desea sumamente que todos nos dispongamos con su ayuda para
recibirla. [9] Ser estos sus deseos, claramente lo
mostró, cuando abriendo las entrańas de su misericordia quiso venir al mundo
con similitud de pecador, vestido tan bajamente, como era nuestra humanidad
para tan gran alteza como la suya; y por darnos vida, tomando a sus cuestas
la cruz y muerte tan ignominiosa; y con esto, para que ninguno se perdiese,
hacer una plenitud general de gracia, con que todos pudiesen quedar librados
y redimidos, puestos en paz con el Padre eterno, cuya benignidad se mostró
sumamente en esta maravillosa obra de nuestra reparación, pues para ella a su
Hijo único que tenía quiso dar, y de tal manera que en El descargase el rigor
de su justicia por lo que nuestros pecados merecían y en nosotros se
mostrasen los tesoros de su misericordia; en El descargasen los trabajos,
afrentas y tribulaciones, en nos el premio y merecimiento dellas. Y desto nos
debe a nosostros nacer gran confusión mirando lo mucho que Dios hizo de su
parte, y cuán mal se lo merecíamos, pues éramos enemigos suyos, y que no
hacíamos otra cosa sino ofenderle y quebrar su santísima voluntad. Y por otra
parte debemos tener gran consolación y ocasión de mucha meditación suave y
dulce, viendo el amor grande con que el Seńor nos ha tratado, sufriendo tanto
por nos; lo mucho en que nos tuvo siendo totalmente indignos, dándose así por
nos y muriendo con tanto vituperio. [10] Pero esto de tal manera, que no
atribuyamos a nuestros merecimientos la caridad que con nosotros usó, mas a
su inmensa benignidad de que se movió. Así que con humildad profunda
trabajemos [en] mezclar nuestra consideración en tal misterio, y tanto más
humillarnos y soiectarnos [sujetarnos] delante el divino acatamiento, cuanto
la comunicación de sus dones y gracias es mayor: y pedir al Seńor que, pues
El lo ha hecho todo, quiera proseguirlo y llevar adelante con su favor y
ayuda la infusión de gracia que tiene dada, para más y más crecer en su
sevicio y amor; y animarnos a concurrir con la gracia que obra en nosotros y
cooperar con ella para gloria de su divino nombre. De manera que, como consta
claramente, Dios nuestro Seńor comunica gracia en esta vida, y tiene ya comunicada
aquella gran plenitud della en su Pasión sacratísima, con que nos hizo
capaces a todos de su gloria abriéndonos el camino para poder ir a ella y
salvarnos. [11] Pero todavía, por mostrar más su
ferventísima caridad, quiso hacer otra gracia más en particular, para que el
efecto de aquella grande y general se pudiese mejor seguir, y alcanzar lo que
con su muerte había pretendido. Quiso pues el Seńor que debajo de la gracia
general de toda la Iglesia hubiese otras particulares gracias en cada estado
de su Iglesia santa, y especialmente en las religiones que quiso se
ordenasen; como también desde el principio del mundo, puesto que [aunque]
podían todos salvarse cumpliendo las obligaciones que tenían, todavía,
siempre comunicó gracias particulares a algunos para mejor lo hacer. [12] Y así, pecando Adán, antes del diluvio
elige Dios una nación de él, que era como de personas religiosas. Y éstos
eran todos los que descendían del propagine de Seth[9]
y se decían hijos de Dios[10],
y los otros hijos de los hombres. Y, puesto, que [aunque] tenemos escrito
poco donde se pueda esto ver más en particular; todavía, esto consta, y que
Enoch profeta era[11], y Enós religioso[12],
y que éstos con los demás que por esta línea descendían tenían particular
culto y reverencia a Dios, y particular ayuda y gracia para ello. Y, por el
contrario, puesto que [aunque] Caín y los de su linaje se podían también
salvar, que era el otro tronco que nació de Adán; todavía todos ellos eran
quasi profanos y disolutos. [13] Y después del diluvio, teniendo Noé sus
hijos, que con él habían escapado, permite el Seńor que se divida uno de
ellos llamado Cam y se haga profano y nigromántico[13]; y quiere que Sem quede con gracia
especial de religión, de donde vinieron aquellos antiguos patriarcas Abraham,
Isaac y Jacob, y los sacerdotes que con especial observancia y veneración
daban el culto y honor a Dios nuestro Seńor. [14] Vino después el tiempo de la Ley
escrita y en él escoge Dios un pueblo a quien la diese, el cual fué de los
Hebreos, en los cuales quiso dar como un dibujo de los que agora somos en Ley
de gracia, haciéndolos entre todos los del mundo más idóneos para recibir sus
mercedes, dándoles el conocimiento de sí mismo y gracia para vivir más
perfectamente, y con más facilidad para salvarse. Y así, puesto que [aunque]
los otros que no lo eran lo pudiesen también hacer, y no fuesen obligados a
se hacer judíos; todavía, algunos aceptaban serlo por poder mejor alcanzar el
último premio del cielo viendo la comunicación grande y influencia celestial
con que el Seńor favorecía aquéllos que tenía por su pueblo escogido. [15] Y aún entre los deste pueblo hubo
algunos que con más abundancia de gracia eran visitados del Seńor para le
servir y conversar con más familiaridad, como eran los sacerdotes y levitas y
profetas; los cuales, como tenían más alto y perfecto estado, así con mayor
favor del Seńor eran tratados. Y algunos otros como nazareos[14],
y también recabitas[15]
y semejantes. [16] Y querendo ya el Seńor dar cabo y fin a
las figuras, y abrir lo figurado, y dar la Ley nueva, la ley de gracia y
Evangelio eterno, y poner la suma perfección y consumar esta obra, que en las
figuras aún era imperfecta: toma nuestra humanidad, conversa con los hombres,
enséńales su ley evangélica, confirma los divinos milagros; finalemente,
padece, y muere y resucita, y hace la plenitud de gracia de que tratamos poco
antes, instituye este Cuerpo místico de la Iglesia regido y animado de su
Espírito; no quiere que fuera de él haya religión ni gracia alguna para
salvarse, y ansí que fuera de él ninguno pueda salvarse: non est aliud nomen in quo oporteat nos salvos fieri, etc.[16]. [17] Esta quiere que sea una universal
religión cristiana, a la cual a todos llama para que en ella sean salvos; y
que como es solo un Dios, un Cristo, una
fides, unum baptisma[17],
así ella sea una, y uno el Pontefice, que en su lugar como Vicario le rija; y
que sea schismático el que andare en divisiones o en perturbar esta unidad, y
hereje el que no la creyere católicamente. [18] En esta Iglesia, pues, quiere el Seńor
que le dan el culto y reverencia debida, con mucha más perfeción que antes,
dando gracia y ayuda para ello; y así en ella con más clara luz y
conocimiento suyo y de lo mucho que nos ama se le hace el culto y veneración,
y a los santos en su nombre y por su amor y gloria. Y, como decíamos, para
que más cumplidamente se haga esto y seamos más participantes de sus méritos
y plenaria redención considerando que se hizo hermano nuestro y atendiendo al
piélago de su inmensa caridad con que siempre nos amó, determina que aun en
esta Iglesia haya gracias particulares de estados diversos en que le pueden
servir mejor. [19] Y así ordena obispos en un estado alto
y perfecto, que con su buena vida y odor de santidad rijan a los otros y
edifiquen en el Seńor y obren. Lembraré [recordaré] que todos nosotros nos
debemos reconoscer por ministros y siervos dellos y hablar dellos como de
perfectos, sin murmurar de ninguno, pensando de los ayudar verbo et opere cuanto sea posible; y especialmente
facer esto con el Papa, con suma veneración, pues es Vicario inmediato de
Jesucristo N. Seńor, que en su lugar rige esta nave de la Iglesia santa en
que todos navegamos. Y no haya quien se quiera meter a juzgar de lo que hace
o no hace,m pues no hay ninguno en la tierra que pueda ser su juez; y así
dijeron a Marcelino: Iudica te, Pater:
nemo te potest iudicare. Abajemos la cabeza a sus preceptos y lo que él
mandare o hiciere, eso juzguemos por bueno, procurando siempre de defenderlo. [20] Quiso también Nuestro Seńor que hubiese
otro estado de perfección, que es de religión, y que desde el principio de la
Iglesia lo hubiese. Al cual El llama a muchos para tener más particular
cuenta con ellos y les dar más especiales favores y ayudas y medios más
abundantes y copiosos para tratar con El y servirle. [21] Que esto fuese desde el principio de la
Iglesia, [consta] de San Dionisio Areopagita, discípulo de San Pablo, que lo
afirma y ha tenido esto fundamentado en el Evangelio sagrado, en el cual el Seńor
aconsejó que siguiésemos la obediencia y pobreza y castidad[18]; y esto no sólo sin votos, más aun y
principalmente con votos[19], como es la intención de la Iglesia
santa y Doctores de ella; lo que basta para ser obligados a lo creer, y
puédese hacer esta razón: [22] Si Dios aconsejó pobreza, castidad y
obediencia, o lo aconsejó con perefección o con imperfección. Es error
manifiesto decir que el Seńor aconsejase algo y esto con sola imperfección.
Sería luego etiam con perfección; y
pues es cierto que el seguir pobreza, castidad y obediencia con perfección
consiste en se hacer con votos y con obligación de no poder tornar atrás sin
pecado, como el que no tiene voto puede; no hay duda sino que Cristo N. Seńor
aconsejó etiam y principalmente la
pobreza, castidad y obediencia con votos. Y si se considera, se verá que
proponiendo muchos de ser pobres y castos, al otro día habiendo ocasión de lo
contrario, se descaecen de sus propósitos; lo que no hacen los que con votos
sono obligados, así por la gracia dellos que les ayuda, que es lo principal,
como también viendo que no pueden hacerlo sin pecado. [23] De manera que hubo religiones desde el
principio, que fueron muy conformes a la divina voluntad, y Eusebio en la
Historia ecclesiástica[20] cuenta de una manera de religiosos que
hubo, a la cual es semejante la nuestra, de hombres que andaban por el mundo
ganando cristianos al servicio de Dios, que es lo propio que nosotros
pretendemos. Después hubo los monachos
de Egipto; después los de San Basilio, de San Benito, de San Agustín, de San
Hierónimo y de San Bernanrdo; y finalmente, los cuatro órdenes mendicantes y
entre ellos las dos lumbres grandes de la Iglesia, de Santo Domingo y San
Francisco. [24] Y así en diversos tiempos hizo Dios N.
Seńor diversas convocaciones dando gracia y ayuda particular para se
instituir diversos estados de religiones. Las cuales todas, puesto que
[aunque] diversas en el modo de proceder; todavía, todas convienen en una
cosa, que es de servirse en ellas Dios con verdadera abnegación de propia
voluntad y renunciación de todo. Y si la gracia universal de la católica
Iglesia, de que todos los cristianos comunican, es tanto grande, żcuán grande
será la gracia de religión, que es particular y peculiarmente ańadida con
aquélla? Grande es, lo que bien experimentan los que la participan por la
bondad del Seńor. [25] Y hablando de religión en particular,
qué cosa sea, digo que no es otra sino un estado para adquirir la perfección
de la caridad y de su obrar en sus votos y aprobación de la Iglesia. Y esto
quiso significar el Seńor, cuando dijo: Si
vis perfectus esse, vade, vende omnia quae habes, da pauperibus et sequere me[21], declarando que la vía para la
perfección consistia en el seguirle dejando todo lo temporal y acuanto hay en
el mundo, etc. [26] Y como esto sea lo que pretenden las
religiones, y a esto se obligan, claro está que ellas no son sino estado de
perfección. Por tanto el que en el mundo tiene alguna imperfección, o
cualquiera otra, que se siente flaco en la virtud y buenos propósitos, por
las ocasiones que le impide[n] y desea llegarse a la perfección, busque este
estado, porque en él se ejecuta la respuesta que el Seńor ha dado en tal
caso, diciendo: Si quieres ser perfecto, deja lo que tienese, dálo a pobres,
y ven y sígueme. Aquí se sigue al Seńor, aquí se procura el modo de ser
perfecto en esto y de dar el culto a Dios con verdadero amor y voluntad,
suelto de los impedimentos conforme a la gracia general de tal estado, y
particular que comunica el Seńor a aquél que en él procura de seguirle con
todo su corazón. [27] Y ultra de otras cosas, en la religión
hay dos de mucha consolación. La una es suma quietud y descanso interior del
ánimo, con una perpetua paz, tratando y conversando con Dios, poniéndose todo
en El, resoluto de todas sus cosas y descupado de negocios y tratos del mundo
que perturban y inquietan el ánimo sin nunca tener alivio verdadero, como
sienten los que andan en el siglo. [28] La otra cosa es que en la religión hace
uno plenario holocausto al Seńor, y un sacrificio de todo cuanto en él es,
diciendo: Seńor, yo malo era y soy siempre por lo que es de mi parte; pero
ahora con vuestra gracia yo me ofrezco todo a Vos; todo lo que está en mi
libertad quiero dejar, Vos me lo habéis dado, yo os lo quiero tornar[22]. Si tenía libertad para casarme, no la
quiero más tener, por vuestro amor. Podía poseer bienes temporales: pues que
tenéis respondido que es más perfección dejarlos, yo los dejo y doy a pobres
y suelto, sin poder ya más tenerlos. Y, lo que es más, la libertad grande que
me habéis dado, de mi propia voluntad con el libre arbitrio de querer o no
querer una cosa, yo os la doy y digo que ya no quiero tener propia voluntad,
sino que la del Superior quiero que se la mía; lo que él quisiere, esto
quiero; y lo que él no quisiere, eso no quiero yo también, por vuestro divino
amor. Este es el sacrificio grande que en la religión se hace, y que
sumamente agrada al Seńor; y el que lo tiene hecho, y está firme en esto, es
religioso de verdad. [29] Y de aquí se podrá entender la gracia
de la Compańía y cómo es religión, pues en ella se cumple todo lo que tenemos
dicho que hay en las religiones, y así es un verdadero estato de adquirir la perfección;
para lo cual tiene sus votos, sus medios, su fin, sus ejercicios y
ministerios y, finalmente, la confirmación apostolica, sin la cual no puede
haber religión. Y así lo eran todas las antiguas, o per recepción de la Sede
Apostólica, o de otra manera: puesto que [aunque] no fuesen por bulas, como
se usa ahora. [30] Y porque es necesario y sumo provecho
al religioso de cualquier religión saber el principio della y la gracia que
Dios N. Seńor le ha comunicado para procurar de conformarse más con ello, y
de coniungir [juntar] más la gracia particular con que Dios N. Seńor quiso
moverlo a se obligar a la gracia común de la tal religión, y así más se
aprovechar in Domino: por tanto
diremos de la nuestra, todo de raíz. Y primero de la confirmación y aprobación
apostólica. [31] Fué pues nuestra religión aprobada por
la Sede Apostólica. Y el principio fué desta manera, que nuestro Padre M.
Ignacio con los compańeros que en aquel tiempo tenía trataron entre sí lo que
más cumplía al servicio de Dios N. Seńor acerca de procurar que hubiese
personas que les quisiesen ayudar al intento que tenían, y así hacer
congregación; o si sería mejor dejarse deso y que con ellos se acabase su
deseo de ayudar a las ánimas y el trabajar por eso. Y pidiendo a Dios N.
Seńor con muchas oraciones y misas les diese en aquello luz y conocimiento de
lo que sería más conforme a su divina voluntad, Nuestro Padre con los otros
se determinaron, que es mejor procurar que haya quien los siga en sus
propósitas, y que sea en religión y con votos[23], teniendo nuestro Padre M. Ignacio
muchas significaciones interiores por esto. [32] Determinados en este parecer, hacen la
suplicación en la fórmula que está escrita en la primera bula de nuestra
confirmación, y hácenla proponer al Papa Paulo III por uno de los Cardenales[24].
Y la primera palabra que dijo el Papa entonces fué: Spiritus Dei est hic, de la cual tenemos nosotros tomado mucha
consolación y devoción en el Seńor. Porque en cosas de tanta importancia como
aquélla, y de costumbres cristianas, no puede errar el Papa y especialmente
la guía y alumbra Dios para que no yerre, ni diga sino lo que es más conforme
a su divina voluntad. Tamen, como
Paulo III era prudentísimo, etiam in
naturalibus de gran valor y para mucho, considerando lo que se le
proponía, parecióle la cosa muy dificultosa; y así no habría ninguno a quien
no le pareciese difícil y peligroso en tal tiempo levantarse religión nueva
cuando las religiones eran tan contradecidas. Y claramente se mostraba ser
necesaria gracia en muy gran abundancia para se instituir; y por tanto, antes
de dar su aprobación, determina de examinar muy bien este espiritu para saber
si es verdadero y de Dios; y encarga desto al Cardenal Guidachon, el cual era
contrario de haber pluralidad de religiones; y en esto estaba tan asentado,
que de propósito había escrito un libro contra
pluralitatem religionum. [33] Cometiéndole [encargándole] el Papa
este negocio, que era cosa fortísima para poder con él al cabo, pero de gran
gracia que el Seńor quiso hacer para más prueba desta su Compańía, Nuestro
Padre y los demás se van al Cardenal y significanle la cosa. Pero él, como
hombre poco aficionado a tales tratos, no los quiere ver ni oír; de lo que se
vinieron de él confusos, quedando con todo muy entero y constante Nuestro
Padre y con diligencia procurando todos los mejores medios que podía para
efectuar sus propósitas, pues era[n] de tanto servicio del Seńor, y que El
había dado tanto conocimiento, claridad y certitud [certidumbre]. A cuya
imitación habemos nosotros [de] procurar también que, aunque a veces nos
suceda algo contra lo que pretendemos por gloria de Dios, no caigamos de
ánimo, mas esforzándonos de nuevo, apliquemos todos los remedios y medios
posibles según la cosa que se trata. [34] Dice pues el Padre a sus compańeros que
cumplía ayudarse y encomendarse la cosa a Dios, y así ordenó por este efecto
se digan tres mil misas[25] a la Santísima Trinidad, de que era
muy devoto[26].
Y para esto escribió a algunos conocidos que tenía, para que dijesen algunas
dellas, y poco a poco se dijeron; y tornando una vez a hablar al Cardenal,
cuando no se catan, le hallan totalmente mudado de lo pasado diciendo que
había tenido dificultad en le parecer bien que esta religión se empezase,
pero que ya tenía entendido que era bueno y santo que se hiciese y efectuase,
y que él era contento; y de propósito se puso a decir palabras de aprobación
della y aun más dello que los Padres querían. Y refiriendo esto al Cardenal
Guidachon [Guidiccioni] al Papa, por le tener del negocio encargado, dice el
Papa que es contento y que quería que se haga esta religión. Pero restringe
la licencia para que no haya en ella más de hasta 60 profesos, y esto por
tomar otra probación deste espíritu y gracia y no ser fácil en confirmar cosa
de tanta calidad y en tales tiempos. [35] Con esta confirmación así restricta se
acabó el ańo de 40, pasó el de 41 y 42, y al de 43 el Padre se anima para
hablar de nuevo a Su Santidad, y así lo hizo, dándole cuenta de todo lo que
hacían, de sus ejercicios, predicar y confesar, y los más y aumento de la
Compańía, y pidele quiera tomar dello información y abrir el número. Y él se
lo concedió. Y abrió el número[27], mas en el resto no hubo tanta
plenitud como después. [36] Después, en el ańo de 45, faltando
coadjutores, cono deseaba nuestro Padre, siendo ya la Compańía en muchas
partes aumentada, torna a suplicar po esto a Paulo III, y concedió esto[28] y muchas gracias en el de 49[29]. [37] Finalmente, en el de 50, se suplicó
a[l] Papa Julio [III] y dió la plenaria y perfecta confirmación de la
Compańía, como ahora tenemos[30]. Y no se puede alterar esto sin que la
Congregación general así lo ordene[31]. De manera que en estas probaciones fué
nuestra religión aprobada; y pues ella así lo fué, no es mucho que lo que han
de vivir en ella lo sean también con las muchas probaciones de que usamos[32]. [38] Queda junto con esto ver si esta
religión es necesaria o útil, en lo cual [hay que atender] a dos cosas: la
primera que nosotros no somos necesarios ni útiles, antes inutilísimos y
indignos, de nuestra parte, desta vocación; la otra es que la religión en sí
es muy útil y aun necearia, según la Providencia divina, la cual quiere que,
puestos etiam todos los otros
auxilios en su Iglesia y Religión, sea bien que supla a lo que siempre hay
mucho que hacer para que las almas sean ayudadas; como en Valladolid yo decía
a unos religiosos de mucha cuenta, haciéndose una profesión, afirmando lo que
se ve en ella y lo que pretende, puesto que [aunque] nosotros no
correspondamos con su fin de la manera que ella requiere. Y por tanto les
encargaba nos ayudasen con sus oraciones a que Dios N. Seńor enviase a ella
los que más cómodos y propios fuesen para le servir en este ministerio, pues
nosotros éramos tan flacos y ruines instrumentos. Y así todos tengan
lembranca [recuerdo] siempre de pedir esto al Seńor, y tenerse por indignos
de tanto bien, para que todo se haga a mayor gloria de la divina Majestad. Tercera plática (Tertia exhortatio)
[1-3] L’elezione divina di
Ignazio per fondare la Compagnia di Gesů – [4-6] La conversione di Ignazio – [7-9] Gli scrupoli a Manresa –
[10-12] Le
visioni di Manresa – [13-15] Il
desiderio di aiutare il prossimo – [16-22] Gli
studi e le persecuzioni – [23-25] Missione apostolica
specifica della Compagnia di Gesů. [1] Comenzábamos ayer a tratar
particularmente de nuestras cosas de la Compańía, y tocábamos solamente la confirmación;
y, como os acordáis, fué modo mucho particular con que Nuestro Seńor movió a
Paulo tertio a se examinar tanto la
Compańía en las confirmaciones hasta Julio tertio, que la confirmó plenariamente. De manera que diez ańos ha
tomado la Sede Apostólica para aprobar este instituto[33]. [2] Tornemos un poco sobre este punto al
particular. Religión es ésta; mas, como yo entiendo, desta manera: Las
religiones Dios las hace con dones particulares que El les da, y El es el
primero. Digo, pues, si Dios quiere, żquién le podrá estorbar? Si dice:
quiero hacer esto, y elegir para esto uno, y quiero que sea ministro, y que
sea Ignacio de Loyola; żquién le podrá contradecir? [3] Elígelo; no que lo merezca él, o que se
eligiese [a] quien tenía la gracia; que era pecador y andaba en guerra para
la honra. Y él lo decía de sí, que andaba en vanidades [a] hacer esto y
estotro[34].
Mas eligió su naturaleza por ser hombre para mucho, y era tan magnánimo que
en la guerra nunquam se vió persona
vencida[35].
Queriendo pues Dios hacer esto, para que non había gracia ni mérito; ni la
naturaleza, ni naturaleza, ni naturales perfecciones de nuestro Padre (puesto
que [aunque] grandes) bastaban, aunque eran gran ayuda, coniuncta la voluntad
y gracia de Dios: como le eligió, comunícale gracia para esto por los mismos
medios y más por donde se comenzó en él la Compańia y ha de proceder. Los
cuales Dios andaba poniendo en él poco a poco, y de donde después se había
[de] poner en práctica en la Compańía. [4] Y fué ansí. Comienza el Padre Ignacio a
convertirse a Dios estando enfermo, siendo desahuciado de los médicos, y a la
media noche del día de San Pedro y San Pablo, de la era de [5] Así nosotros, a su imitación, de aquí
tomamos principio para las elecciones que se dan en la Compańía, para que
cada uno al principio considere la devoción que le mueve y vea: esto me da
luz, esto confianza; sigo esto, estotro no. Porque si yo conozco lo que Dios
me inspira y no lo sigo, peco, si es de pecado la cosa; y soy imperfecto, si
la cosa es de perfección. [6] Y después que así se determinó servir a
Dios, teniendo aquella naturaleza noble y perfección de potencias, dále Dios
gracia con que todo esto actuase suaviter
y a sus tiempos; y ansí comenzó con ánimo de hacer en todo lo mejor. Ansí
nosostros debemos conocer lo que podemos, y con la mejor gracia efectuar todo
a mayor servicio del Seńor, y ser a su ejemplo magnánimos, desconfiando
primero de nos y entendiendo que todo con la gracia de Dios podremos. Y ansí
el que tiene facultad para predicar lo pondrá en obra, otro en leer, o
cualquiera otra cosa, lo mismo. [7] Dice pues: quiero servir a Dios, y lo
mejor que pudiere y supiere. Busca lo mejor, y lo que primero se le
representa es “quiero hacer penitencia”. Deja su casa y parientes y hace voto
de castidad, porque se sentía con peligro della, y quasi toda la inclinación
se le quitó[39].
Va a Nuestra Seńora de Montserrat. Allí se confesa generalmente. Vistióse de
un saco, sin bonete, sin zapatos. Ayunaba cada día a pan y agua, sino al
domingo[40].
Hacía 3 veces cada día disciplina. Hacía oración siete horas cada día de
rodillas, levantábase a la media noche, oía cada día misa cantada, vísperas y
completas, confesábase y comulgaba cada domingo, y hacía otras penitencias[41].
Quiere ir a Hierusalém y está en esto. Y ansí con su buena mente se guiaba. [8] Y antes que tuviese mayor gracia y
claridad, tuvo grandes turbaciones de espíritu, puesto que [aunque] también
consolaciones. Tuvo una ilusión que el demonio con espíritu de cosa que mucho
le alegraba le quería engańar[42];
lo que él depués conoció con la gracia del Seńor, y venció. Fué otra ilusión,
que tuvo grandes escúpulos con grandes extremos. Mas libróle Dios, puesto que
[aunque] tenía poca inteligencia de cosas espirituales, desta manera: Había
leído de un santo que hablando con Dios decía que ni comería ni bebería si no
le hacía cierta gracia, y en esto determinó seguirle; y así lo hace él para
quitar los escrúpulos, que una semana se tuvo sin comer ni beber. Confesóse,
vase, [confesábase?] y de todo daba razón al confesor, de lo malo y de lo
bueno; y mandándole él que comiese, hízolo y después fué librado de los
escrúpulos[43].
Y así él quitó después a uno los escrúpulos, con le decir que no fuese
escrupuloso y diciéndole él la historia de sus escrúpulos. [9] A imitación desto nosotros en la
primera semana [de ejercicios], empezamos luego también por penitencias. Y
como él vino después a tener ilustración de la mente, conociendo los males,
ni tiene ilusión ni quiere tanta penitencia, que se echaba a perder, y se
persuadió que se debía moderar: así quiere que ninguno haga penitencia sin
que lo sepa su confesor o su superior[44];
y así va a la vía iluminativa que es junta con la unitiva. [10] Empieza después el Seńor [a] enseńarle
como un maestro de escuela enseńa a un nińo[45];
y fué esta ilustración del Seńor creciendo en tanto grado, que vino a tener
muy gran conocimiento de todos los misterios de la fe católica y
especialmente de la Santísima Trinidad. Y le parecia que, aunque no hubiese
libros que tratasen desto, que él se determinaria a morir por ello, por
aquello que había entendido. [11] Y especialmente tuvo una ilustración
tan grande y extraordinaria una día cabe un río, que él solía decir que desde
entonces, que era el ańo de 22, hasta el de 55 que decía esto, le habia Dios dado
mucha claridad, mas que aquello solo excedía a todas las otras juntas.
Entendió todas las cosas en una claridad y luz muy subida, a lo cual se solía
él referir después declarando razón de las cosas que acontecían de mandarse,
así de la Compańía como otras espirituales[46].
Y ansí le quedó una actuación de contemplación y unión con Dios, que sentía
devoción en todas cosas y en todas partes muy fácilmente. [12] Pues, a su imitación, hagamos nosotros
penitencia para nos preparar a la contemplación y devoción y a unión de
nuestras voluntades con Dios nuestro Seńor. Y ansí conviene que vayamos por
grados y nos mortifiquemos, para que Dios se nos comunique. Ninguno se
desconfíe, que Dios le dará gracia si ansí lo hace; y mayor [a] aquél que más
se humillare y obedeciere siguiendo la vía que Dios nuestro Seńor nos mostró. [13] Teniendo pues penitencia y oración
Nuestro Padre, en pos desto luego se aplica y (no sabiendo nada, sino
teniendo leído Flos sanctorum y hecho
de él un extracto muy bien escrito y concertado) inclínase [a] ayudar el
prójimo. Y así colegimos que nuestra oración luego debe ser inclinada a la
práctica, como a fin de nuestro instituto, para ayuda de las ánimas que se
pierden, por las cuales Dios dió su vida, como el Padre se movió coniungindo
[juntando] las virtudes teologales e todas, para ayudar al prójimo, no se
queriendo él quedar con sus consolaciones. Y hasta aquí han comprendido los
ejercicios de la Compańía, y después síguense las probaciones que tenemos. [14] Y la primera viene la de peregrinar a
Jerusalén, por ser la mejor, y con suma pobreza, immo en Barcelona se quería ir sin compańero y sin bizcocho; pero
fuese con solo bizcocho porque no quiso recibir el patrón de la nave sin él[47].
Y el dinero que le dieron en Roma diólo a los pobres[48]
(los cuales corrían a él hasta que se le acabó). Y en Venecia, después de
ido, váse al Duque diciéndole que quería ir a Hierusalém. Quiso el Seńor que
sin paga le hace poner en una nao[49].
Va por hospitales con mucha consolación y regalos del Seńor y de su bendita
Madre. Siente grandes devociones en los Lugares santos. Quiere quedarse allá
a ayudar aquellas ánimas que ahí había de infieles y demás; y váse al
Guardián de San Francisco que estaba en Monte Sión, y dícele que le admita y
que sólo a los domingos y fiestas le confesasen y comulgasen, y ni le diese
de comer ni beber. [15] El
Guardián dícele que quiere esperar por el Provincial que estaba en Belén. El
cual, venido, dícele que no quede; si no, que le excomulgaba, como puede por
una bula del Papa. Pero él no le repugna y determina volverse[50]. [16] Viene, pues, y por el camino dice:
“tengo de ayudar al prójimo, mas żcomo?, que no tengo letras...”. Y de aquí nosotros
venimos a tener los estudios para tener el adiutorio que Dios ha puesta en la
Iglesia, porque relleva [importa] guardar el principio divino y el
eclesiástico y moral. Estudios, pues, son necesarios por no hacer o decir
herejías y relleva [importa] callar no sabiendo. Taceant in ecclesia[51]
(S. Pablo) los que no saben interpretar. [17] Y en esto se determina estudiar por musa, ae en Barcelona; y era tan
pobre, que andaba a limosna, y el maestro con que andaba se llama Ardévolo[52],
que aún vive. Y comenzando a decorar tenía tanta devoción y consolación, que
no podía valerse. Y otra vez en París tuvo lo mismo, cuando comenzó a
estudiar Artes. Pero conoció que era ilusión del demonio. Porque decía: “si
cuando me confieso y comulgo, no tengo esto: żqué es esto?, żDios confunde
los tiempos? No”. Pues para remediarse toma [a] su maestro y llévale a un
iglesia, y prométele de estudiar por dos ańos en barcelona si tiene ahí pan y
agua; y [dícele] que le pčudiese azotar como a un muchacho[53]. [18] Y así lo hizo, y se le fueron las
ilusiones; hasta que le dice el maestro que podía oír Artes. Y dijéronle lo
mismo algunos sus amigos. Con esto fuése a Alcalá a ello y comenzó [a]
estudiar términos[54]
y Alberto de Sajonia y el Maestro de sentencias. Mas entendió ser ilusión y
dejólo. [19] Y trabajando al servicio de las ánimas,
tiene luego ahí contradicción[55].
Mas della diremos después y de otras. Después tuvo otra en Salamanca[56],
y entrambas le prendieron; mas nunca ni en éstas, ni [en] París, ni en
Venecia, ni en Roma, le hallaron cosa en que le notase, antes fueron ellas
para confirmación de lo que Dios nuetro Seńor había puesto en él.
Especialmente en Salamanca, examinándole, respondía a todo muy bien, puesto
que [aunque] aún no tenía deprendido [aprendido]; y aun preguntándole un
canonista un caso de conciencia, diciendo él que no sabía todavía quiso Dios
que le acertó. [20] Pero mandándole que hasta que hubiese
estudiado no predicase, y pensando que en Espańa tenía impedimento para el
estudio, por eso se fué a París, y estudia un ańo Humanidad. Pero tuvo dos
estorbos: de gran necesidad y enfermedad. Con limosnas se sustentaba, y a
veces iba por algo a Flandes, y de Barcelona también le enviaban algo[57]. [21] Desto se determinaron en la Compańía
los estudios, de manera que haya oración en ellos, pero ordenada con los
estudios; y para que la necesidad no impida, tengan los colegios renta[58],
y que para [que la] enfermad no impida luego todos avisen de ello al superior[59]. [22] Despučs estudia [Ignacio] Teologia;
pero, porque no se acabase con él todo lo que Dios le había comunicado,
determina de buscar compańeros que le sigan. Busca pues nueve, los cuales se
determinan com él ir a Hierusalém; y dejan de ir por la guerra de venecianos
y turcos[60]. [23] Y ansí se determinan ir al Papa para
darle cuenta de su instituto, y que querían ayudar al prójimo; según su
principio, que hiciese lo que fuese mayor servicio de Dios; y para esto sea
instituído que el monacato[61]
se ajuntase también con el sacerdocio, para poder así obrar. Mas żpara qué
Compańía, si hay tantas religiones y tan buenas? Y si ahora hay estas dos
lumbres de la de Santo Domingo y San Francisco (y todas las tengo en mucho,
porque al contrario es seńal que no entiendes bien la tuya), es verdad que
bastaban aquéllas; pero nosotros ayudaremos a lo que restare, porque todos
los que ayudan a la Iglesia de Dios, de obispos, curatos y religiosos,
siempre les queda algo por no le poder acudir y por estar apartados, o por
otra causa suficiente. Y a esto nos deputamos nos[otros] universalmente, y
especialmete [a] aquellas ánimas y infeles que más lo han menester, como a
los herejes, y a una ciudad estragada si la hay, y a los demás. Porque somos
últimos, lo último y postrero tomanos, para ayudar. [24] Y de aquí se sigue que a monjas no imos
[vamos] porque tienen quien las ayude[62];
ni imos [vamos] a monjes, por lo mismo. No buscamos sino lo dejado, y ansí el
Padre Ignacio instituyó misiones, como en el cuarto voto que se hace al Papa
está claro[63];
y por eso el aumento de la Compańía y su ministerio en buena parte se debe a
los de la India. Y ansí es que de convertir nos, lo que se edifican todos,
como el Papa sabiendo agora que nuestro Padre Canisio en Augusta ha
convertido un heresiarca. Y con esto que hacemos nos coniungimos [juntamos]
más con el Papa, porque como universal superior cárganle todas las faltas de
los particulares. Y quedamos por aquí ministros universales y inmediatos a
él. Y de aquí viene el cuarto voto especial hecho a Su Santidad. [25] Tenemos pues agora alguna noticia de la
Compańía. Recopilémoslo agora: żqué es la Compańía? Yo veo que Dios N. Seńor
veía lo que yo ahora veo y lo que yo no veo; que es: grande edificación de
muchos, grande recogimiento de muchos, y lo que está por venir, que será
mucho más, como lo decía Nuestro Padre, porque comenzamos agora y los que
vendrán nos llevarán la ventaja. Pues si viendo Dios tanto quiso que esto se
instituyese, gran gracia debe tener dado para ello [a] la Compańía, pues es
la comunicación desta gracia, concediendo el Papa el ejercicio de todos los
ministerios a los della[64],
para poder más cooperar a esto que Dios quiere para su mayor gloria. Cuarta plática (Quarta exhortatio)
[1-2] Le consolazioni di
Ignazio – [3-4] La
visione della Storta e il nome della Compagnia di Gesů –
[5-7] Il fine della Compagnia di Gesů approvato
dalla Sede Apostolica – [8-9] Il desiderio della
perfezione propria – [10-22] I lavori in aiuto del
prossimo, i mezzi e i ministeri per realizzarlo. [1] Lo que ahora se ocurre consiguiente a lo de ayer es entender aún esto
de la Compańía; y quería decir de su fin y sus partes, pero primero me
ocurren dos otras cosas que sirven a lo mismo. Per obiter diré lo que se me olvidó ayer del Padre Ignacio: que él se
hizo sacerdote, y así fué obligado a rezar. Y en comenzando un salmo estaba
un día sin poder acabar por las muchas consolaciones y alegrías de espíritu
que tenía. Por lo cual los nuestros se fueron al Papa a se lo decir, y él le
quiso atajar queriendo que no rezase sino ciertos Pater noster; y con esto aún no acababa. [2] Y tenía gran deseo de decir misa y en ella tanto se consolaba que era
cosa tan extraordinaria que luego de lo mucho que se actuaba se hallaba mal
del estómago[65] y quince días estuvo malo por decir tres misas a petición de una hija
de Juan de Vega. Elevábase en cualquiera cosa, como en un jardín, sobre una
hoja de naranjo estando yo presente le aconteció tener grandes
consideraciones y elevaciones sobre la Trinidad. [3] Tornando al propósito, nosotros hallamos
que en la bula nuestra se dice que somos llamados ut militemus sub vexillo Crucis y con nombre de la Compańía de
Jesús[66].
Y este nombre se nos ha comunicado; que, yendo nuestro P. Ignacio con el
Padre Fabro y el Padre Laínez a Roma para hablar el Papa, en el camino se
sintió muy consolado, y le apareció Dios Padre con le mostrar su Hijo con la
Cruz a cuestas, con el cual se [le] puso como dándoselo por amo; y le dijo: ego vobiscum ero[67].
Y esto es lo que yo tenía oído al P. Laínez, y también él me lo dijo
preguntándoselo. Y ansí quedó en ciertos apuntamientos de él al tiempo que
hizo las Constituciones que se refería a esta aparición[68];
pues cierto es que no decía él más de lo que era, como al cabo de lo del P.
Luis Gonçalvez [González de Cámara] concluyo[69]. [4] Consolación pues grande para mí y cada
uno, que lo mismo a mí en su persona [de Ignacio] me hace Dios, y por eso
cada uno esto debe imprimir en su corazón aumentando aquella gracia con su cooperación,
tomando parte de la Cruz de Cristo con la cual nos apareció en él. Y ansí
como el Seńor quiso ser obediente, ansí nosostros; así como quiso ser pobre
nos[otros] también; y como quiso buscar las ánimas perdidas, así nos[otros].
Y para esta milicia somos llamados; y por ser tan conforme al mismo Jesús, se
llama de su nombre especial, porque el Padre Eterno le ajuntó al mismo Hijo
Jesús. Y puesto que [aunque] algunos quieren obstar al nombre, N. Padre nunca
en esto consintió. Llámase así como otros se llaman de Sancto Jacobo, etc.; y esto por consolación nuestra. [5] Lo otro que quiero tratar es sobre
aquello de la bula de Paulo III, que al principio dice: Spiritu Sancto inspirati, ut pie creditur[70].
Y después ańade: Spiritu Sancto
inspirati, simpliciter et assertive, y aun Julio III así lo dice sin más
ańadir[71];
y con esto confirman simpliciter la Compańía; de modo que al principio puso ut pie creditur, pero al cabo no dice
esto; mas simpliciter aprueba el
espíritu de la Compańía después de la prueba tomada della. [6] Cuanto al fin de la Compańía,
primariamente de las Constituciones se podrá bien colegir en muchas partes; y
es que se hizo a mayor gloria de Dios nuestro Seńor. Y de la bula que se
hizo: ad defensionem et ad
propagationem fidei, haciendo intento a nuestra salvación y perfección, y
intensamente a salvación y perfección del prójimo con la divina gracia; y
esto por predicaciones, públicas lecciones y cualquier ministerio de la
palabra de Dios, por enseńar [a] muchachos y rudes personas la doctrina
cristiana, ejercicios espirituales y administración de sacramentos, y visitar
los hospitales y cárceles, y ejercicio de todas las obras de caridad[72];
lo cual todo es lo sumo que puede ser, por cuanto está en el amor de Dios y
del prójimo. [7] El uno y otro fin tenemos con procurar
todo a mayor gloria de Dios y aun todas las ánimas, ayudandole en todo. Así
consta que nos es aplicado el mismo fin que Cristo N. Seńor tuvo viniendo al
mundo a morir porque no se perdiese. Así, ne conculcetur sanguis Christi, nadie
haya de nosotros que no sea pronto para ir [a] morir a los Indios o [a]
Alemania, por alcanzar este fin. A lo menos, a esto somos llamados. [8] Es de advertir que aun en esta vida en que
el Seńor nos ha puesto, aunque tenemos estado, no por eso dejamos [de]
aspirar a mayor perfección. Porque, puesto que [aunque] no se pueda tornar
atrás en cosa, puédes todavía hacer ultra del modo que hasta aquí fué,
siempre en mejor y mejor, y conforme al fin nuestro, de todo hacer al mayor
servicio de Dios y su gloria. [9] Está cierto que debemos siempre en todo
aspirar a la perfección y aumento, y esto ha de ser nuestro instituto; y aquí
tenemos de anhelar siempre sin parar, caminando de continuo, pues caminar a
lo mejor, no hai estado que lo impida. No que andemos anxios y afligidos,
porque todo esto debe ser en espíritu de Dios, suave, benigno, eficaz; el
cual nos dará aumento y quitará los escrúpulos y ansiedades. Que, aunque haya
contrariedad en ello, conviene per [sin embargo] ejercitarse bien para lo
hacer. [10] Y cuanto a lo del prójimo, que le
debemos procurar salud a mayor gloria de Dios, dos cosas hay: la primera, defensio fidei[73] contra los herejs, pues a esto somos
llamados. Y al mismo tiempo que Lutero se desvergonzó y comenzó más su mal
error, que fué cuando se casó, según me acuerdo, empezó nuestro Padre. [11] Lo segundo ad propagatione fidei[74].
Y esto lo más se
entiende de los infieles y mahometanos que no son herejes; y con éstos
debemos mucho procurar de salvarlos. Y ansí en ello Dios nuestro Seńor mucho
en las Indias nos ha favorecido, y en Alemania con los herejes. [12] También conviene trabajar ad profectum animarum in vita et moribus[75],
haciéndolo primero en nos[otros], trabajando por la perfección, no sólo en no
pecar, que esto sería vergüenza de religioso si sólo lo pretendiese. Y de tal
suerte se debe tratar de la perfección de la propia ánima con la gracia que Dios
tiene comunicada, que en ella deve tener confianza que el Seńor le esforzará,
si se esfuerza y concurre y coopera con ella. Y pues Dios nuestro Seńor quiso
que intensamente, como nuestro Padre dice[76] atendiésemos para el prójimo en lo
mismo que para nos[otros]; ansí debemos de pretender que ellos no pequen
mortalmente, exhortándolos, haciéndolos participar los sacramentos, y aun
trabajemos para que procuren perfección. No que luego les hagamos frailes y
que tengan perfección evangélica, sino que hagan opus supererogationis, como que se confiesen generalmente y a
menudo, o que hagan tanta o tanta oración, y denique hagan algo de lo que [aquello] a que no son obligados; y
al casado, que ad tempus abstineat ut
vacet orationi[77]. [13] Y para inducir el prójimo a la
supererogación o perfección de que es capaz, débele buscar medios
convenientes. Y todos, confesor confesando, lector leyendo, y coadiutores y
todos, deben procurar esto; y aun venir en particular a uno si es para
religión y procurárselo y intensamente. Y esta intesión en todo se debe
atender, porque para ayudar al prójimo Dios N. Seńor quiso que fuésemos
religiosos; y que no basta que en mi cámara le ayude, sino que se lo procure
en obras; porque żse puede sufrir contemplar que Dios vino al mundo a morir
por las ánimas, y que yo no las ayude con intensión? No es cosa, no: que debo
morir en ello, e ir de una parte en otra a confesar, como los nuestros iban
muchas leguas. [14] Y de aquí resulta aumento de nuestra
perfección, porque no es aumento orar, sin más hacer ni aprovechar al prójimo
y ganar las ánimas que se pierden. Porque nuestra perfección anda en círculo;
y es con tener perfección de oración y ejercicios espirituales y ayudar al
prójimo, y luego con ello adquirir más perfección en la oración para más
ayudar el prójimo. [15] Y cuanto a los medios para nuestro
fin, donde se colige cuál él es, es de advertir al catálogo de los encima
[arriba] dichos, ques sono todos los medios eclesiásticos, exceptos dos de
obispos, de confirmar y ordenar, y tener jurisdicción eclesiástica; pero no
es eso necesario. Gran merced de Dios y privilegio que nos da a nosotros por
instituto lo que es in ecclesiastica
hierarchia de los obispos y sacerdotes. De manera que lo que es a otros
religiosos privilegio que lo puedan hacer, a nosotros nos lo da Dios por
instituto religioso, dándonos gracia para que lo hagamos, ultra de la común
gracia, como en religión y vía de perfección. [16] Podemos pues predicar, lo que es propio
y en mayor grado de los obispos, que son perfectos perfectione acquisita; nosotros en grado mínimo, pero ex instituto. Y [a] esto de la
predicación ayuda mucho la devoción, porque tiene por particular mover; y por
esto quiso el Padre ejercicio de los tonos. [17] Podemos también leer, porque ayuda
sumamente; y puédenlo hacer los que a veces no tienen talento para predicar.
Podemos también ayudar en cualquier otro ministerio de palabra, lo que se
entiende en la buena conversación; en lo que era grande el Padre Fabro,
aunque no prestaba [servía] para predicara. Y de él decía Nuestro Padre que de petra sacaría agua. [18] Podemos ultra con el prójimo ex instituto darle cualquier
ejercicios espirituales, con que le podamos aprovechar, como los nuestros que
tenemos. De suerte que los podemos dar conforme a la conceión del Papa Paulo
III[78]. [19] Podemos ultra enseńar la doctrina
cristiana, no predicándola, sino en conversación, que todos la puedan
aprender. [20] Podemos también comunicar los
sacramentos (solos [sic] usamos dos) que Dios ha instituído a la salud del
prójimo; los otros no usamos, porque hay quien los haga; y aun donde hay
necesidad lo podemos. [21] Podemos también servir y ayudar en
hospitales y cárceles, y en todo; para lo que nos debemos esforzar, que Dios
nos ayudará, porque es la vvida actuarnos nos[otros] con el fin. [22] Y esto hacemos en cualquier estado que
seamos, pues todos somos uno. Y que uno lo haga depende del otro, que si el
Padre hubiese de venir a la cocina, mal podría él confesar. Trabajemos todos
y esforcémonos, que todo podremos a gloria de Dios N. Seńor con su santa
gracia. Quinta plática (quinta exhortatio)
[1-6] La meditazione del Re
temporale e la grazia della vocazione alla Compagnia di Gesů – [7-9] Paragone
tra la vocazione degli apostoli e quella dei membri della Compagnia
di Gesů – [10-11] La
meditazione dei Due Vessilli immagine dell’Istituto
– [12-13] L’amore all’Istituto come mezzo per conoscerlo
– [14] L’amore verso i superiori
– [15-17] Dati e referenze su p. Laynez, generale
della Compagnia – [18] L’amore verso le cose
della Compagnia di Gesů. [1] Para conocer la gracia y vocación
nuestra últimamente decíamos del fin de la Compańía, del cual la podíamos
venir a conocer. Agora, con la gracia de Cristo, haremos lo mismo de algunos
otros principios, hasta que vengamos a lo demás en particular. Llamó pues
Dios N. Seńor al Padre Ignacio, dándole gracia conforme a lo que pretendía;
como San Pablo dice: gratiam et apostolatum,
etc.[79]. Y
quiso, no que él solo ose quedase con ella, pero que non presidiese a
nos[otros]; como lo hizo, y llevó nuestra Compańía adelante. Y aun agora creo
lo hace, como de San P[edro] aun ahora dice S. León que rega [a] Dios N.
Seńor por toda la Iglesia, como quien fué pastor suyo. Y para esto le
instruyó Dios no sólo en la guía que tuvo, de que ya dijimos, pero aun en
otra manera, conforme a la meditación del Rey temporal y la otra de las
Banderas, las cuales tenemos en los Ejercicios[80]. [2] Es pues ansí la primera. Imaginamos
un Rey temporal, que procura tener soldados con que pueda destruir y asolar
todos los enemigos de Dios. Llama todos los suyos y háblales diciendo que en
todo se quiere hallar con ellos; que quiere pelear, trabajar, etc., y que al
cabo a todos galardona. [3] Cristo N. Seńor así, teniendo
mandato del Padre Eterno, quiere hacer guerra a los enemigos nuestros, mundo,
carne, demonio. Y para esto llama [a] todos. Unos le ofrecen todo, otros así
como pueden. Viene Cristo a la batalla, y al cabo a cada uno da conforme al
mérito. Esta guerra espiritual aún hoy se hace; en lo que yo bien me querría
certificar conforme a la luz de la fe, que nos da en esto la claridad de lo
que no se puede ver con los ojos que es lo esencial. [4] Hácese, como digo, aun hoy esta
guerra, y cruelísima de muertes de ánimas, cosa que todas las guerras
mundanas y temporales no harán. Es la muerte espiritual, de pena eterna. O
también se da vida eterna a las ánimas, que es lo principal que en ella
pretende Dios N. Seńor. Pero lo otro los demonios. [5] En esta batalla venció Cristo con
su muerte, con su Cruz, con humildad (al contrario de lo que hizo el
demonio), y en la virtud divina, como era Dios y hombre. Lo que resta es
seguir la victoria, haciéndonos compańeros suyos; y para esto nos llama una y
otra y muchas veces, puesto que [aunque] no llamó para que con nosotros
alcanzase la victoria, pues que la ganó solo. Torcular calcavit solus, etc.[81]. [6] A este llamamiento de Cristo N. Seńor obedecieron los Apóstoles al
principio con tanto efecto, los Evangelistas, los discípulos y continuamente
los santos y siervos de Dios, cada uno según la gracia comunicada de Dios N.
Seńor. En nuestros tiempos lo hace nuestra mínima Compańía, como escuadrón
llamado familiarmente, y quiere el Seńor que le ayudemos a proseguir la
victoria. Y llama primero al Padre M. Ignacio, y por él nos llama a nosotros,
dános gracia que le prometamos, y la aumenta para que cumplamos lo que
prometemos. [7] No quiere Dios que en esta
Compańía, en que nos pone, que tengamos el estado de obispos: ellos
perfectos, ellos sin obediencia, sino al Papa, etc.; nosotros, llamados a la
obediencia. Ellos con hacienda, con dignidades; nos[otros], pobres siervos
comunes, sin honra, sin dignidad; porque a ellos, como a perfectos que son,
conforme a su estado, todo aquello se debe [y] administrar los sacramentos de
órdenes y confirmación; nosotros no. [8] Pero a proporción como Dios llamó a
los Apóstoles, a los cuales ellos sucedieron, primero cuando ellos le
conocieron, después con familiaridad, y [por] último con dejar las redes y
todo y le siguieron; ansí en semejante nos llamó a nos[otros] lo primero con
conocer el modo de vivir, lo que se hace en la primera probación; después con
familiridad, lo que se hace en la segunda probación en la cual se conocen
unos a otros, y determinándonos ahí escogemos servir en la Compańía y seguir
en ella a Cristo. En esta [probación] se siguen los ejercicios de oración,
como también ellos lo hacían, por lo que pedían: Doce nos orare[82].
Hacemos peregrinación, ellos también. Andamos en hospitales, ellos también,
sanando y presentando a Cristo los que sanaban. Servimos en cosas bajas,
ellos también. Enseńamos la doctrina y lo demás; ellos eran enviados por
Cristo a predicar, y todo esto antes de ser sacerdotes ni obispos. Conforme a
esto hacemos nosotros en la segunda probación[83]. [9] Y ansí como ellos eran [los] unos,
apóstoles; así les asimilian [asemejan] nuestros profesos. Y como otros,
discípulos; así otros de los nuestros, coadjutores espirituales. Y como
fueron escogidos otros que ministraban a las mesas[84], a
los cuales [a lo cual] procedían los diáconos; ansí son entre nos[otros]
coadjutores temporales. Y como después, antes de la Ascensión, Cristo los
hizo sacerdotes, haciendo a San Pedro Pastor universal de la Iglesia[85],
dando a todos el Espíritu Santo, enviándoles, pero subiectos a San Pedro,
confirmando todo con la gracia del Espíritu Santo[86];
ansí nosotros por semejante vía andamos, a proporción, sucediendo a los
Apóstoles y [a] los discípulos, como ministros de todos ellos ex officio, nosotros como siervos
suyos. Y como ellos no tenían hábito no coro, así nosotros sin hábito ni coro
le seguimos. [10] En la otra meditación que propusimos
dió también Dios N. Seńor a nuestro Padre lo que convenía que hiciese[87].
Es así que en el mundo está el demonio aparejado, puesto que [aunque] atado
hasta el tiempo del Anticristo, que entonces tres ańos y medio será suelto[88]; y
cuanto más a él se llega, más se suelta, como agora ya por los herejes. Está,
como digo, aparejado para la guerra. Pero en Babilonia, que es confusión; en
infierno, con todos los demonios que le ayudan. Y así llama [a] todos los
malos que le siguen, mahometanos, herejes y todos los [de]más, para que
combatan las ciudades, lugares, casas y particulares, unos con estos vicios,
otras con otros. [11] Cristo nuestro Seńor, al revés,
llama [a] los suyos, ángeles y santos; y por éstos llama [a] todos los
hombres, diciendo que sigamos su bandera de la Cruz, y a nos[otros]
diciéndonos que nos porná [pondrá] uno, que fué el P. Ignacio, que nos dirá
de qué suerte nos habremos y haremos la escaramuza, y saldremos a la guerra;
que es con leer, con predicar, y con todo lo demás que por los Superiores se
nos propone. Y ésta es la guerra cuotidiana que cada día se hace de nuestra
parte, y quiere Cristo N. Seńor que en ello le sigamos, y combatamos y vamos
adelante. Y con esto, pienso, N. Seńor dió a entender al Padre Ignacio lo que
se debía hacer en la Compańía y lo que en ella quería que pretendiésemos[89]. [12] Lo que agora se ofrece adelante
para saber, es el modo con que conoceré la Compańía. Lo [aquello] en que se
conoce esto es en el amor; y, cuanto a Dios, en esto se conoce uno como está
con él, si le ama y si con esto procura aumentar las obras del entendimiento.
Y más le ama cuanto más conócele obrando conforme a su voluntad; que de otra
suerte no ama, como lo dice San Juan[90]. [13] Pues el que quiere conocer la
Compańía y si está bien en ella, vea que ame su fin, no se turbando en cosa
de la obediencia, trabajando por las ánimas, con quietud y devoción en el
Seńor, de la interior virtud de Dios y gracia tomando fuerzas para la
exterior operación, y del mérito, aumentando lo interior; y si [se] debilitan
las fuerzas, manifestando al Superior que le ayude. De suerte que en el amor
del fin de la Compańía consiste todo, y en amar también todo el instituto,
reglas; en amar las Constituciones, tradiciones, costumbres; que en todo Dios
nos ayudará para bien entenderlo. [14] Amemos también la gracia deste
instituto, y en ello sumamente a Dios, que fué el autor de todo esto por sí
mismo, sin mérito nuestros; y con esto se debe coniungir [juntar] el amor a
los Superiores, y primo al General,
tomando la afección desde el primero con los demás, pues que gobierna toda la
Compańía con suma potestad, sin que le pueda obstar ninguno particular,
puesto que [aunque] le pueda proponer; pero no de suerte que sea obligado a
seguir lo que proponen, pues, solo, puede poner y deponer Provinciales, hacer
reglas y interpretar Constituciones[91].
Y lo principal que nos debe mover a este amor debe ser lo dicho y por ser él
por quien inmediatamente nos gobierna el Papa. Así que al principio, al Padre
Ignacio, como primero; y luego nuestro Padre Laynez. [15] Del
cual, porque sepáis, vos diré algo. Y es que desde de nińo fué muy bien
inclinado, y de muy buena habilidad; tanto, que espantaba en el Alcalá. En
Paris estudió Teologia; y ahí, después de tener nuestro Padre Ignacio al
Padre Fabro, le dió los ejercicios. Así quedó con su rara erudición y suma
lectura. Tiene todos los extractos de todo cuanto tiene leído, aun de todo el
Tostado, lo que hizo en cuatro ańos, estando aun ocupado en predicar y
confesar. Tenía y tiene suma gracia en predicar, y en cierta parte le
aconteció querer hacer una admonición a un obispo para le tirar [sacar] de
ciertas cosas; y al cabo él, después de oírle, le dió una bofetada. Y una
cuaresma le aconteció predicar cada día sin tener libro alguno que leyese, y
ahí andaba mal vestido y roto. [16] Y en este tiempo no teníamos
aún colegios. Fué al primero que hizo colegio en Venecia y Padua; y que fué
en Italia primer Provincial y primer Comisario en Sicilia. Después le envió
el Papa a él con nuestro Padre Salmerón a[l] Concilio de Trento, donde dió
tantas muestras de sí, que le fueron causa de grandes persecuciones por
hacerle obispo, primero de Florencia, después de Pisa; y aun después Paulo IV
le trabajó hacer Cardenal junto con uno de los suyos, Teatinos, que ahora lo
es. Pero escapó él con oraciones de los Hermanos, como él sumamente deseaba.
Y aun familiarmente decían los Cardenales, algunos a lo menos, que a él
debían hacer papa en esta elección pasada, aunque nadie ha votado actualmente
en él. Es verdad que sospechaba el Maestro de ceremonias en el conclave le
elegirían, cuando le vió en conclave, porque le llamaron a él para cierto
negocio. [17] Pero ni por todo esto ha
dejado su espíritu, ni de ser como los otros en trabajar, por su parte continuando
sus predicacioes aun después de ser General, con sumo concurso de Cardenales
y Obispos. Grandes partes son éstas, que nos deben mover a le amar; mas,
principalmente, ser elegido con tanta unión y concordia, con haber precedido
tantas misas, oracioes, penitencias en toda la Compańía para ello, y con
tanto suceso y aumento en la Compańía por su gobernación. [18] Y después habemos de amar a
nuestros Provinciales y Rectores y todos los [de]más Superiores, que como
ministros de Dios nos rigen y gobiernan. Lo que nos releva [importa] también
para conformarnos en la Compańía es que todo [lo] que no sea conforme al modo
de proceder en la Compańía, y lo que teníamos en el século, lo dejemos, y lo
bueno, malo, que hubiere en él; conformando todo con la leche della, sin
querernos regir por nuetro juicio, subiectándonos en todo con suavidad. De
suerte que lo hagamos spiritu, corde et
practice, como ya es dicho, a mayor gloria de Dios que en ello nos
ayudará. Sexta plática (Sexta exhortatio)
[1-2] La vita della Compagnia di Gesů. Unione di vita attiva e
contemplativa –
[3-9] I cinque mezzi per accrescere la grazia della vocazione alla Compagnia
di Gesů – [10-12] Persone e superiori nella Compagnia
di Gesů – [13-15] Le case della Compagnia
di Gesů – [16-17] Le missioni fuori delle case della Compagnia di Gesů – [18]
Esortazione finale. [1] Diremos hoy con la gracia de Cristo lo
que restaba tratar acerca de entender nuestra gracia. Lo que ahora se ofrece es
entender de este instituto si contiene vida contemplativa o activa; y decimos
que, cuanto al fin que propone, contiene una superior vida. [2] Así supone la activa con mortificar
nuestras pasiones y andar en hospitales; y también contemplativa de oración,
meditación y procurar la caridad y unión con Dios. Y así, puesto que [aunque]
ayuda para la Compańía ser bueno en la vida activa, pero no basta para el
fin; ni tampoco basta la vida contemplativa, pues nuesto fin es ayudar el
prójimo. De suerte que releva [importa] tener la una y la otra vida, y paz en
las cosas activas, y coniungir [juntar] el fervor de la oración; y con esto
se ańade aún una virtud y facultad con que puedad deducir [trasladar] una y
otra vida a la práctica, instruyendo en la una y en la otra a uno y a otro;
de manera que en ello imitemos [a] los obispos, en nuestra humildad y
[bajeza], cuyo propio es tener preminencia en una vida y otra con que puedan
inducir todos a ellas conforme a mayor gloria de Dios. [3] Pero es de advertir que en todo lo que
es dicho acerca del conocimiento de la gracia a que Dios N. Seńor nos llamó,
puede haber un error; y es que no atendamos al fin [por] que Dios N. Seńor
nos concede esta gracia y conocimiento. Es ansí, pues que quiere Dios todo lo
que dicho tenemos por medio, pero el principal es que lo traigamos a la
prática para nos ayudar en la obediencia y en todo lo demás en que nos
sentimos faltos. Porque poco aprovecha saber mucho de la Compańía y deducir
[trasladar] poco de ella en ejercicio. [4] Lo que queda de todo lo dicho para
advertir, y cada día, es lo primero que cada uno piense que Dios le ha dado
esta gracia y conocerla; segundo, que le ha Dios dado gracia [de] aceptarla y
obedecer a la vocación; tercero, que tiene dello hecho votos y aprobados por
la Iglesia; y destas 3 cosas hacer gracias a Dios. Cuarto, que cada día pida
a Dios N. Seńor gracia para el mayor conocimiento desta gracia y que la ponga
en ejecución; quinto, que se ayude de las virtudes grandes, scilicet, teólogas [teologales] para
ello. [5] Y cuanto a lo primero cierto es ser
inestimable y increíbile este beneficio de Dios atenta la vida nuestra en el
siglo, nuestros pecados, peligros, desorden, incertitud, tinieblas y la mucha
quietud que ahí tenemos; principalmente considerando que, siendo malos, Dios
nos quiso mirar y mover a esto, y nos hizo capaces desta gracia con darnos
gracia para que merezcamos delante de El. Y de aquí nos debemos mover mucho a
le amar, pues ansí se nos quiso comunicar, reconociendo sumamente su caridad
y comunicación, dándole sumas gracias, deseando que todos las hagan con
holgarnos de nos tenernos a El obligados, y andar con estos propósitos de le
servir en todo, de hacer su voluntad con perfección con su divina gracia. [6] Cuanto a lo segundo, pluguiese a Dios
que nunca se apartase de lo primero; porque a muchos llama Dios que no le
oyen, de suerte que es la gran gracia que lo oigamos y obedezcamos a su
vocación. Es esto dar Dios oídos espirituales para que oigan sus cosas, porque
carnalis homo non percipit quae Dei
sunt, etc.[92]. Es pues consolación particular el
considerar cómo Dios en ello particularmente nos ayuda queriendo le
obedezcamos y sigamos. Y desto rursum
hagamos gracias al Seńor e puro corde. [7] En lo tercero es gran consolación con
que Dios nos conforta queriendo que de tal suerte lo sigamos, que no podemos
tornar atrás; en lo que no caen muchos, ni yo quasi por mucho tiempo, hasta
que estuve en la Compańía. Es esto mucho, porque con esto se hace quasi una
confirmación de nuestra parte de la inmovilidad del camino para la vida
perfecta en que Dios nos ha puesto; y cierto es que, de la suya, Dios nunca
faltará en ayudarnos para ello; y desta gracia debemos grandemente dar
gracias al Seńor y tenerla impresa en nuestro corazón. [8] Cuanto a lo cuarto, pues ya estamos en
esta gracia, lo que releva [importa] es que todo el conocimiento della
tengamos en el corazón, para más la amar y ser más obedientes y mejor le
seguir. Y para esto se debía pedir siempre a Dios y mayor el verdadero
conocimiento della que es necesario para más nos conformar en ella, y en todo
nos reducir a depender de Dios, de la obediencia. Y por los medios que por su
misericordia ha dado a la Compańía caminaremos en su santo servicio con
facilidad, que el Seńor en todas las cosas da con virtud y suavidad. [9] A lo quinto es de advertir que, pues
nos queremos ayudar desta gracia, está claro que debemos procurar los mejores
medios que hay para ello. Pues para esto se debe coniungir [juntar], como muy
principal, la fe, teniéndola firme en Dios, que es su propio objeto; que pues
nos ha dado esta gracia, nos llevará adelante con los medios que tiene
puesto[s], si de nuestra parte no faltamos. Y la esperanza confiando
sumamente que nos ayudará para que vayamos creciendo, que cierto es que El no
mancará [faltará] por su parte. Y juntamente siguiendo la caridad y amor de
Dios, amándole cada vez más. Y con ello creciendo en la gracia y con la
confesión y principalmente con la comunión del Santisimo Sacramento, donde
Dios se comunica muy especial[mente] con gracia y favores particulares
copiosamente. Y eso baste cuanto a lo que habíamos de tratar como en común de
la Compańía. [10] Vengamos ahora al particular della
Compańía. Cuanto a las personas de la Compańía, es la división: novicios,
escolares, coadjutores temporales y coadjutores espirituales, y estos tres[93]
o con votos símplices o con tres solemnes; y ultra, profesos con cuatro votos
solemnes. [11] La autoridad de la Compańía suma
está en la Congregación, la cual es sobre el General, in tempore que hay Congregación actual[94];
y cuando no, la suprema es del General, que nadie le puede obligar sino el
Papa y Dios. [12]
Hay también Comisarios, que es oficio no ordinario, sino dependiente de la voluntad
del General y con el poder que él le da[95].
Hay tembién Provincial, que [es] inmediato al Comisario, si lo hay[96].
Hay Prepósito local, que es superior de las Casas profesas, salvo en Roma,
que lo es el General; y éstos deben ser profesos y de cuatro votos. Hay
Rectores en colegios; hay Maestros de novicios; y hay también otros
superiores, somo Ministros y stotominostros; pero éstos no se entienden en
las Constitutiones y reglas por Superiores, sino el Rector y superiores a él,
como el Sobrestante[97]
en los colegios y más los que ya dijimos. Y no son más los Superiores
ordinarios, pero hay muchos otros oficios. [13] Hay en la Compańía casa de
probación. Mas la probación se puede hacer o en colegios o en las casas
profesas; pero lo propio de casa de probación, es que sea por sí, per junta
al colegio más cerca de casa, como se dijo en la Congregación[98]. [14] Hay colegios, que son de dos o
tres maneras. Lo primero fué para que estudien los nuestros, sin leer.
Después fué para que leyésemos; y esto o en parte o en todo, scilicet, con leer latin y Artes y
Teologia, etc. Hay también otros con estudio general como en Gandía[99],
que es colegio coniuncto con universidad y privilegio della, y como en Evora. [15] Hay también casas de profesos,
donde están los que atienden a lo último de la Compańía. [16] Hay también una casa que mucho nos
ha de consolar a todos, y es peregrinación o misión a diversas partes para
ayudar a las almas. De suerte que, por ello, todo el mundo habemos de tener por
casa; y estas misiones nos son a nos[otros] muy conformes, especialmente
según el deseo del Padre Ignacio, que de continuo se ve en sus cosas que
quiere fuésemos dispuestos para ir por todo el mundo, de católicos o de
herejes, o en Alemania o en la India; y ansí espero que vayamos la Compańía
por todo el mundo. Y desta parte se hace gran mención en las Bulas y
Constituciones[100]. [17] De suerte que en cada obispado con
la ayuda de Dios vengamos a tener casa, de la cual salgan unos y otros para
ayudar las ánimas, no sólo del derredor, [pero] de donde mayor necesidad
hubiere. Y así creceremos con el favor divino, de manera que de cuando en
cuando se pueda tańer el atambor en la Compańía para ir a la India o otras
partes, y cumplidamente se haga dando de cada casa algunos, como pareciere. Y
así vendremos con la ayuda de Dios a tener disposición para que en estas
misiones de parte a parte vayan aun profesos con un coadjutor espiritual y
aun un temporal; aunque agora releva [importa] atender primeo a extender primero
la Compańía para que se pueda después hacer, de manera que se ayuden muchas
más ánimas y no se gloríe el demonio ni los malos contra Dios y contra la
Iglesia y buenos. [18] Lo que pues releva [importa] ahora
es que cada uno ahora vea el estado que tiene en la Compańía, y que en él se
procure en particular ayudar y cooperar con la voluntad de Dios; porque El en
todo nos ayudará, especialmente si a ello nos disponemos con su gracia, o los
novicios, o los estudiantes, o maestros, o en cualquier otro oficio a mayor
gloria de Dios. Septima plática (Septima
exhortatio)
[5] Il quarto voto [5] Y antes que pasemos más adelante,
digamos algo de la dependencia y subordinación que tenemos en la Compańía. Primero
[la dependencia] es de Dios que nos trujo [trajo a] esta religión moviéndonos
interiormente; y luego del Papa, no sólo como los otros religiosos y demás,
mas aún más particularmente con le hacer un voto inmediato especial para
misiones, que es gran privilegio y gracia que Dios N. Seńor nos ha hecho[101]. Octava plática (octava exhortatio)
[11] Gli esperimenti del
noviziato [11] Y hecho esto entra en la
segunda probación, en la cual se ejercitan seis probaciones[102].
La primera, ejercicios espirituales por un mes; la segunda, hospitales;
tercera, hace peregrinaciones; cuarta; sirve en oficios bajos de casa;
quinta, en enseńar la doctrina a los nińos; sexta, confesar, predicar, etc.;
y ultra un generale de todo aquello che el superior, para le probar, ordenare.
Estas probaciones hico nuestro Padre porque se halló bien en ellas. Y a la
verdad, en todas se ejercitó él muy de propósito, como ya dijimos en la
tercera exhortación, cuando hablamos de su vocación y principio. Novena plática (Nona exhortatio)
[11-13] Sulla correzione
fraterna – [14-19] La
Compagnia di Gesů e la croce. [11] La otra regla que quiere
Nuestro Padre que todos observen entrando es que , como cada uno procure
hallar en todo perfección, en la humildad y esperanza y fe y dones y todo, de
suerte que no debe uno contentarse de adquirir las virtudes como un seglar o
un otro que no entra a seguir vida perfecta; así para conseguir lo que con
sumo cuidado y celo espiritual debe procurar es de ser contento de ser
denunciado, o denunciar al superior los defectos y faltas que sabrá fuera de
confesión[103].
Y esto se debe tomar como todas las otras cosas de la Compańía, pues esta
regla está en las Constituciones aprobada por la Sede Apostólica, como lo son
ipso facto todas nuestras
Constituciones[104].
Y si alguno tiene duda en esto, vea lo que va en ello, y que es por no querer
entenderlo siendo cosa clara, la cual ha tenido por buena, como todas las
otras cosas de la Compańía y obligádo[se] a ella como a las otras; y
juntamente es conforme a la doctrina de los Doctores y uso de las religiones,
aunque bastaría la aprobación de la Sede Apostólica y de la Compańía, sin
demandar otra razón; y de esto escribirá más largo para poder dar razón a los
de fuera. [12] Y en esto quiso de nos nuestro
Padre M. Ignacio lo que también pretendió en otra regla para los enfermos, en
que les amonesta procuren dar edificación a todos, etcetera[105];
en la cual no quiere obligarlos a pecado y iniicere eis laqueum[106];
pues a nadie obliga la Compańía a pecado, si la cosa no es contra voto, o no
le mandan in virtute oboedientiae o
in nomine Domini[107].
Quiere pues que en la sanidad procure la modestia y edificación, y
mansedumbre, para que al tiempo de la dolencia lo pueda hacer, y ansí
acontece por la bondad de Dios, que lo son todos así. [13] Pues en esta regla del
descubrir, no quiere ni pretende que uno sea puesto en dificultades ni
trabajos, sino que suaviter omnia fiant;
que éste es el modo que tiene de proceder en el mandar, conforme a la
mansedumbre de Cristo[108],
y no quiere obligar [a] alguno sub
peccato a que descubra, cuando especialmente, como es dicho, no le obliga
el Superior. Pero lo que quiere es lo que a cada uno liga la perfección en
todo y que haga lo que más conviene a la salud de su ánima y de su hermano, estando
aparejado que le descubran para que se enmiende, y para descubrir para que se
enmienden. El que descubre no haya dificultades ni ansiedades, que no es éste
nuestro intento; ni piense ninguno que atendemos a los defectos por más que
por sacarlos [arrancarlos] y hacer que crezcan todos en el espíritu del
Seńor; y lo principal a que lanzamos el ojo es en los bienes, en las virtudes
y perfecciones que cada uno tiene. Lo que nuestro Padre Ignacio me decía
platicando conmigo una vez, żPor qué (decía él) si Dios N. Seńor no atiende a
mis defectos y faltas, antes mira lo bueno, si alguno en mí hay, para
comunicarme su gracia y hacerme tantas mercedes; cómo miraré yo en los
hermanos las imperfecciones dejando aparte las virtudes y dones que Dios N.
Seńor les ha hecho? [14] Otra cosa, que es de mucha consolación,
se contiene también en otra regla, que dice que cada uno desee pasar injuras,
mortificaciones y oprobios por amor de Cristo, y por vestirse de su librea y
imitarle, con tal que a nadie dé ocasión dello[109]; y si bien mirásemos en esto, no hay
duda sino que fácilmente creceríamos en la perfección. [15] Lčmbrame [acuérdaseme] que paseando una
vez con Nuestro Padre en un corredor, le pedí que me dijese alguna cosa con
que me aprovechase, y él me dijo que me bastaba lo que sabía: que lo hiciese.
Pero tornándole yo a decir que por amor de Nuestro Seńor me dijese algo con
que me ayudase, respondióme con palabras muy graves y sentenciosas: “Maestro
Nadal, desead sufrir injuras, trabajos, ofensas, vituperios, ser tenido por
loco, se despreciado de todos, tener cruz en todo por amor de Cristo N.
Seńor, y por vos vestir de su librea; porque en esto está la vía de la
perfección, la sanidad, la alegría y consolación espiritual”. Y con estas
palabras, o semejante, mostró mucha devoción. [16] Y si miramos a nuestra vocación, luego
conoceremos cuán obligados estamos a hacer esto y poner en ejecución esta
regla y aviso tan santo; porque, como yo os dije[110], Dios N. Seńor nos llamó para seguir
nos[otros] a su Hijo con la Cruz. De manera que el seguir nuestra vocación
consiste en llevar cruz; y, si esto no hacemos, no imos [vamos] por el camino
y al fin a que fuimos llamados. [17] Pues la Cruz dos partes tiene: la una
es de trabajos, cualsequiera que sean, como leer, estudiar, predicar,
confesar, ser cocinero y los demás; la otra es de ser todo esto con oprobio,
con vituperio, con injurias, con ser tenido por poco. Porque si miramos, no
sólo Cristo N. Seńor sufrió trabajos de predicar, ayunar, caminar y denique de morir; sino también fué
todo esto con le hacer en vituperios, afrentas y injurias. Morte turpissima condemnemus eum[111], decían de El. [18] Y por tanto, ya que tenemos la una
parte de la Cruz, que son los trabajos, unos en leer, otros en predicar,
otros en peregrinar, y en los hospitales, o en cualquier otros; en ellos
deben procurar la otra para llevar perfectamente la Cruz. [19] Y como los vituperios y injuras y
menosprecios no se nos ofrecen, antes crédito de unos y otros, especialmente
en Roma, de los cardenales, obispos y embajadores, que son muy frecuentes en
nuestra casa; y aun por todas partes (bendito el Seńor) vemos la aceptación
grande que tienen los de la Compańía y en cuánto crédito están sus cosas, de
suerte que quasi el trabajo que uno tiene queda nada, con la mezcla del
aplauso de todos; por eso es necesario que con gran celo y de veras desee
cada uno enteramente de hacer todo con oprobio, con ignominia y afrenta, sin
que él dé ocasión dello, por imitar perfectamente a Cristo N. Seńor y llevar
cuanto es posible la Cruz toda a cuestas; de suerte que en este ejercicio
debemos mucho trabajar y procurar de tener grandes afectos en esto, por venir
a alcanzar hábito en esta virtud; y tal que cuando se ofreciese actualmente
la injura o afrenta, se viese claro el fruto de los deseos, con padecer con
suavidad y alegría. Imitando al Seńor, trabajemos pues en esto, que el Seńor
nos ayudará a mayor gloria suya, y tengámonos por indignos de tener tales
deseos. Decima plática (Decima exhortatio)
[17] L’umiltŕ – [18] La
semplicitŕ – [19] La
pazienza – [20-22] L’obbedienza
canale della grazia della vocazione alla Compagnia di Gesů
– [23] La preghiera – [24] La gioia – [25-31] La desolazione, Gesů
abbandonato, Maria desolata. [17] La segunda virtud que deben
los novicios y todos generalmente procurar de adquirir es la humildad,
trabajando por la tener en la oración, en los oficios, en los estudios, en la
conversación con los seglares y en todas las operaciones. Y entended que
humildad de que hablo no es entender cada uno con sola la especulación quién
es, sino que en el gusto interior sienta bien la verdad de sí, que es de sí
nada, malo, perdido, merecedor de ser desterrado a perpetuas penas del
infierno. Esto es lo que debíamos trabajar todos de tener de veras impreso en
el juicio práctico y en el efecto para echar de nos todo lo que es en esto
contrario, de propia estimación, etc. Y el que esto alcanza, con todo se
alegra, nada le inquieta ni perturba. El que le injuria o desprecia, sin que
él le dé ocasión, le consuela, pues le ayuda a certificarlo que conoce de sí
que es nada, y merecedor de todas las afrentas y vituperios. Pidamos tan
buena pieza, como es ésta, al Seńor y deprendámosla de El, pues siendo
Maestro nuestro en todo, dándonos en sí ejemplo, esta quiso especialmente que
deprendiésemos de El: Discite – inquit
– a me, quia mitis sum et humilis corde[112]. [18] La tercera virtud que debe
procurar es simplicidad, teniéndose cada uno como nińo, no se saliendo de sí;
sin doblez, no teniendo diversas intenciones, hablando con puridad y
rectitud. Es ésta una virtud que contenta mucho al Seńor, y de la cual loa él
al paciente Job, cuando de él dice que era simplex et timens Dominum[113].
No penséis que el que esto alcanza, queda sin la inteligencia que le cumple
en las cosas; antes es ansí que el que no se cura de andar curiando desto y
destotro, antes procura vivir en simplicidad de corazón, trabajando por solo
tener a Dios, en El alcanza perfecto saber y inteligencia suficiente y
necesaria para en todo se haber bien y como le conviene. [19] Deben también mucho de procurar de
adquirir la virtud de la paciencia sufriendo los trabajos, que se les
ofrecieren, bien y con fuerte ánimo, tomando a Cristo N. Seńor por espejo
delante de sus ojos, para en ello le imitar, pues hasta la muerte sufrió,
como dice San Pedro: cum malediceretur,
non maledicebat; cum pateretur, non comminabatur; tradebat autem iudicanti se
iniuste[114] cum divina patientia; estaba callado a las bofetadas, a los azotes, a
las espinas, a los clavos, a la extrema y mortal pena. Y por tanto, el que le
viene a seguir, dejado el século y lo de fuera, en esto se debe ejercitar,
haciéndolo por sus pecados en penitencia dellos; pero no pare aquí, sino que
lo principal sea sufrir con paciencia y con ánimo; que no se canse, más
perseverante y fuerte sufra los trabajos hasta la muerte, por honra y gloria
de Dios N. Seńor y provecho del prójimo, conformándose con el fin de nuestra
vocación. [20] Otra virtud en que los novicios, como todos
los otros, se deben mucho seńalar es la obediencia, con tener verdadera
resignación de su propio parecer y juicio en el [de] su superior[115], pues le es puesto en lugar de Dios.
Procurar de no tener voluntad sino la del Superior, sin querer, sino querer
indiferente para uno, para lo otro, como más qusiere el Seńor mediante el que
le han puesto en su lugar para que le rija y gobierne. [21] Y para venir uno a tener perfección en
esto ayuda mucho la humildad y simplicidad; porque el que de verdad tuviere entero
conocimiento de sí, lo que terná [tendrá] con la humildad, y no hiciere en
esto ninguna doblez. ni quisiere ser curioso en una cosa ni otra, sino
proceder a la llana, lo que alcanza con la simplicidad, no hay duda sino que
estará capaz de le imprimir una y otra cosa no habiendo en él obstáculo de
juicio o voluntad propia que le impida. Y con esto será comunicante de la
gracia de nuestra vocación, pues está [la obediencia] es la canal por donde
ella entra. [22] La verdadera obediencia procura esto.
Hermanos, no apliquéis vuestro ánimo más a esto que a estotro; tened una
indiferencia en todo; aparejad el ánimo para recibir el estudio, o la cocina,
o las peregrinaciones como lo ordenare el Seńor; asentad en vuestro corazón
que os basta ser de la Compańía en cualquiera cosa que os pongan; y que, si
obedecéis en ella, se os comunicará su gracia y favor divino. [23] Deben trabajar los novicios
también de tener oración y devoción, porque no hay virtud que con ella no
puedan alcanzar; la humildad, la paciencia y las demás con ella se alcanzan.
Y tanto que, aunque la fe y caridad y esperanza sean mayiores virtudes que la
oración, pero aun éstas, por su modo, por la oración se alcanzan. Es la
oración impetrativa; por ella uno, de malo, viene a la gracia y ser bueno. Y
el bueno se acrecienta. En ella ha puesto el Seńor el remedio de todo; ésta
quiso que fuese un medio de que usamos de continuo en nuestras necesidades.
Pero cómo ha de ser la oración, después lo diremos con la gracia del Seńor. [24] Otra perfección es gozo y
alegría espiritual. Porque si el que halla un tesoro, con alegría todo lo
demás da por lo adquirir, como dice el Evangelio[116],
el que viene del mundo en que vivía en miserias y pecados, y se halla en la
religión fuera de pecados mortales en que se pierde [a] Dios y se gana el
fuego eterno, fuera de tantas ocasiones en que andaba de perder a su Dio y
Seńor, con tantas ayudas para le poder servir y amar, y al último gozar de
El, ˇcuánta contenteza [contento] y alegría debe tener en el Seńor! [25] Es verdad que algunos no la
tienen, sintiendo desconsolación y aflicción del espíritu; pero ni por esto
deben los tales ser juzgados por tentados, antes sería gran temeridad; que es
cierto que el Seńor por dos vías acostumbra llevar [a] los suyos, o con consolaciones
o con desconsolaciones y trabajos. Si alguno pues se siente que le lleva Dios
por esta vía, no torne atrás, no se perturbe ni inquiete. Entienda que es
costumbre del Seńor, y sepa que en ello consiste mayor acto de virtud y
mérito, y que en ello más ses aumenta la gracia, como el trabajo que tiene es
mayor, y mayor el acto de su líbero arbitrio con la gracia. No se fatigue si
ni en la oración o confesión, ni en todo lo demás, puede hallar consolación,
antes anda desabrido y desgustoso; mire al Seńor en el huerto, ponga los ojos
en El en la Cruz, verle ha decir: quare
dereliquisti me?[117],
dejado del Padre Eterno sin consolación, fuera de la gloria de su alma. [26] Pues si ansí lo hace Dios con
su amantísimo Hijo, por nuestras ofensas y delitos; żcomo se podrá enojar
ninguno que use esto conmigo?; que si se juzgare como debe, no presta [sirve]
sino para le tragar vivo el infierno. [27] Pase más adelante, verá la
Virgen nuestra Seńora cuán afligida fué en esta vida. Et tuam ipsius animam pertransibit gladius[118],
se dijo de ella; y bien se le mostró puesta al pie de [la] Cruz. [28] Vaya más y hallará que nadie
hay en la vida que a veces no tenga desconsolaciones y disgustos del
espíritu. Pero los perfectos, y que andan sobre aviso, en esto suelen crecer;
como significa el Ecles[iástico] cuando dice: ubi consummaverit homo, ibi incipiet[119];
cuando uno viene a perfecta tribulación y aflicción, con el auxilio de la
gracia torna a empezar de nuevo a aumentarla con la prueba de la
desconsolación. [29] Importa pues mucho que nadie
pierda el ánimo, y atienda que si perseverare, por más que le perturbe y
inquiete el demonio y el Seńor lo permita, todavía alcanzará mucha gracia y
consolación del cielo. [30] Otra cosa también, ultra de lo
dicho, que el que así se ve afligido lo que debe hacer es tener reflexión
sobre sí y ver bien lo que le trae el demonio, las cosas con que le tienta, y
discernir lo que no es pecado ni imperfección, como muchas veces es todo lo
que trae sólo por hacer a uno que desguste y torne atrás. Y con esto entienda
que aún tiene remedio, por más que le trabaje persuadir el enemigo; y sea
fuerte y determinado a no consentire a El, antes padecer hoy y mańana y toda
la vida por Cristo; que a esto se seguirá contenteza [contento] y alegría
espiritual, come se sigue a todos los otros que pasan lo mismo, que, come
dije, son todos. Y de nuestro Padre M. Ignacio lo sé yo, porque me dijo que a
veces estaba tan afligido y desconsolado, que parecía no se podía valer; pero
con aquello se holgaba él por se conformar con la divina voluntad. [31] Nadie pues se desconsuele ni
desguste por no tener consolación y gozo espiritual, mas confíe en el Seńor
que se lo dará haciendo lo que tenemos dicho[120].
Sea todavía cauto el que lo tuviere, que no ponga en él su fin, pues sólo
debe tomar[lo] por medio; y, al contrario, del gozo sacará disolución. Y es
experiencia que, porque se suele haber uno mal en el gozo y alegría, más
imperfecciones hace cuando le tiene que cuando se siente desconsolato; y esto
sélo yo bien. Decimatercera plática (Decima tertia
exhortatio)
[3] I voti sono mezzi per
vivere l’amore e l’unitŕ – [6-11] Sul voto di povertŕ - [12] Senza abito né
coro – [13] Ancora sul voto di povertŕ – [14-17] Sul voto di castitŕ. [3] Miremos
también, para más desear estar obligados con los votos, que la perfección
consiste en la suma virtud, que es la caridad y amor de Dios, la cual es una
unión que aun, como lo afirma San Pablo[121], en el paraíso queda, con aumento y crecimiento y perfección (que de
la fe y esperanza será de otra manera, hoc
est, no quedarán); puesto que [aunque] los herejes no lo entiende,
miremos esto, como digo, que en ello hallaremos que son los votos estado de
perfección, pues son medios para atajar lo que nos impide el espíritu a se
unir con Dios y se elevar y conocerlo, y ansí amarlo. Porque con éstos se
ataja la sensualidad y propio parecer y juicio y deseo de bienes temporales,
que impiden la caridad y actuación della. [6] Cuanto al coadjutor y profeso es esto: que si no tienen
dispuesto de [aqu]ello que tenían antes de los votos, quedan incapaces para
retener sus bienes, ni a la Compańía, vendrá por ellos cosa, sed successoribus ab intestato. Y en
esto, como digo, los profesos y coadjutores van por la misma vía[122],
como en lo demás, y sólo difieren que no tienen el cuarto voto ni los tres
solemnes, y que lo coadjutores no pueden tener voto activo o pasivo – que no
tienen – para General[123],
ni ser Prepósitos en casas de profesos; que en los otros votos que se dan en
congregaciones o en otras cosas no tienen diferencia ninguna. De manera que
profesos y coadjutores no pueden tener propiedad, ni aun en común, ni por sí,
ni por otro; y ansí las casas de profesos no pueden poseer cosa ninguna
estable; y si alguna le diesen, la deben luego vender y distribuir a los
pobres en la Compańía o fuera[124].
Su mantenimiento ha de ser de limosna. Y puesto que [aunque] puedan los otros
por estipendio eclesiástico y orden de Cristo haber algo en misas o predícaciones
iuxta illud: qui altario deserviunt, cum altario participant, etc.[125];
y aun[que] ciertamente los otros religiosos puedan tomar limosnas que se
refieren a los ministerios suyos; todavía a los nuestros es prohibido una
cosa y otra[126].
De modo que ni estipendio eclesiástico podemos recibir; ni cualquier limosna
que se dé a la Compańía por algún ministerio nuestro se puede recibir, si se
dice o ve que s da por nuestro ministerio, ut sit omnino hecho por amor de Dios nuestro Seńor[127]. [7] Puede empero el que predica
aceptar el comer del vicario de la iglesia en que predica, o de otro que le
convida; pero, si nadie lo hiciese, puede pedir limosna con que se sustente,
con tal que no sea por el ministerio que hace. En lo cual seguimos a San
Pablo, que ninguna cosa tomaba para él, por edificación y mayor libertad de
la predicación[128];
y ansí nosotros, por no tener cosa que nos impida de alguna manera el ayudar
el prójimo, como lo dice nuestra bula, por ser la vida de pobreza más
iucunda, más pura y muy apta para edificación del prójimo[129]. [8] Es también de advertir que los
profesos ni de facto ni de iure pueden aplicar cosas de los
colegios y casas de probación a sí ni a sus casas. De iure, entiendo de nuestras Constituciones y de la Bula; porque
contra uno y otro haría, si tomase alguna cosa. Y de facto etiam, porque no pueden tomar cosa de los colegios de la
misma Compańía, puesto que [aunque] puedan gobernarlos; y si lo toman, ni de facto es dellos[130]. [9] Las cosas que tenemos en casas,
como es mueble o alhaja, casa, huerto, y lo que más hubiere, puesto que
[aunque] puedieran estar en los que las dieron o en el Papa, todavía no se
ordenó fuese así, por los incómodos que habría. Y ordenóse que residiesen en
común en la Compańía para poder sustentarlos. Y lo[s] colegio[s] y casa[s] de
probación pueden tener rentas y estables[131];
y la propiedad desto es de la Compańía en común; mas es pura sustentación de
la propiedad, sin tener uso dello. El uso puro es de los que han de vivir en
el colegio o casa de probación; y este uso se tiene por orden de la Compańía,
de modo que el Rector no puede sin expresa comisión disponer de nada, ni la
Compańía de facto ni de iure aplicas a sí nada, sino la
propiedad conservarla para que el uso sea aplicado al colegio. [10] El uso de la pobreza en la
Compańía está en el modo que véis, que no debemos andar buscando el peor pańo
o el peor comer. Porque para nuestro fin es conveniente que se proceda en
vestir y comer y dormir con la mediocridad que tenemos[132];
porque, a no ser ansí, no tendríamos a dos días subiectos para los trabajos
que tenemos y que nos esperan en nuestro instituto, conforme a lo que haría
cada uno si le dejasen. Como el Padre Ignacio de sí decía que, si fuese por
lo suyo y para le tener en la cuenta que merecía, andaría con una cinta de
cuernos sobre sí, desnudo de la cinta [cintura] arriba y untado de miel y
cubierto con plumas; pero que para la vocación del Seńor cumplía hacer otra
cosa. Y es experimento claro, pues con toda la mediocridad que se tiene, y cura
de la sanidad, aun la mitad de los que tenemos son mal dispuestos y flacos. Y
la razón no la sé, si no es de tres cosas que observamos que repugnano mucho
a la salud y son: vivir espiritualmente y con mucho tiento en esto, procurar
mortificación y tener suma prontitud en la obediencia, el estudio y
ministerios de la Compańía con fervor. [11] Y por la misma causa que
decíamos, de poder servir en nuestro instituto, se ordenó que después de
comer se tuviese algún descanso, come etiam
Cristo N. Seńor a los suyos aconsejaba por San Marcos, cuando decía a los
discipulos: recedite in desertum et
quiescite[133]. [12] Cada uno, pues, piense que
[aunque] va de la manera que le ponen, y sin hábito y sin coro, no deja por
eso de seguir la perfección, conforme a la vocación a que el Seńor le llamó
especialmente; porque se ve que, sí no procediésemos ansí, no seríamos tan
fácilmente admitidos. De suerte que, puesto que [aunque] algunas cosas
sirven, y santamente, a otros religiosos, per no a nos, como también el coro;
y basta che otros lo [tengan]; y que por causa de él no dejemos nosotros de
acudir a las ánimas; come fué la razón de la bula donde esto se concede[134]. [13] No tengamos pues, Hermanos,
cosa alguna (para que tornemos a la pobreza). Seamos sin arca y sin llave y
sin tener afición a cosa alguna, y procuremos sólo tener a Dios, y tener
ansias con que unirnos a El; y así cada uno use de las cosas no como propias,
y con mediocridad como pobre, pues agora lo es. Y a esto muévanos la virtud y
la gracia del instituto, y conforme a ella se haga la distribución de las
cosas, y no se mire que abundan las cosas, mas que son de pobres. Y
especialmente los superiores observen esto, guardando en el dispensar las
cosas el espíritu de pobreza verdadero; no alarguen la mano per ser mío el
colegio, mas con lo necesario se contenten. [14] Siguese el voto de la
castidad, en la cual por la bondad de Dios N. Seńor mucho se esmeró N. Padre
Ignacio y el Padre Laínez, del cual no digo por ser vivo; y, como habemos dicho[135],
porque se recelaba della el Padre Ignacio hizo voto luego al principio que se
convirtió, antes de empezar su penitencia; y después le oí que Dios N. Seńor
le aquietó sumamente en ella. [15] Quiso pues Nuestro Padre que
en la castidad procurásemos imitar y tener similitud a los ángeles, como lo
dice en la sexta parte[136].
De manera que, como ellos son espíritus y puros, sin comunicación de cuerpo
ni unión, la cual no pueden tener; ansí por la castidad vengamos todos a
tener tal hábito y tan domado el apetito, y a ser tan fáciles a resistir, que
ni las hablas de las cosas contrarias, ni vistas exteriores, ni
representaciones interiores, ni el aire malo que en ciertas tierras corre de
corrupciones acerca de la carne, le pertube en las cosas de su instituto ni
le inquieten el espíritu; antes, con libertad de él, pueda caminar en todo. [16] Y ansí lo primero que el que
viene del século debe hacer es confiar en el Seńor que con la gracia que le
comunicará pues de su parte el concurso le hará casto, trabajando con
penitencias especialmente y con consejo del superior y confesor, y con
oración [en] resistir a las malas inclinaciones que tenía in saeculo, ayudándose también de se
encomendar a la Madre de Dios siempre Virgen María, y a las vírgenes y al
bienaventurado San Juan Bautista; y con esto vendrá a ser puro y como
inocente; y si le vienen tentaciones, no se ponga luego a la pelea, sino que
con industria se descuide má dellas, recurriendo lugo a las llagas y azotes
del Seńor y a alguna devoción que haya tenido. Y después que estuviere
fuerte, si ya no hallare la tentación, dé gracias al Seńor; y si aún la
tentación le halla, como Dios por más favorecernos permite, no pelee luego,
sino ya que se ha armado váyase a la oración; y si aún dura la tentación y le
perturba, como el Seńor quiere a veces por confiar de nos que tenemos
espaldas para sustentar el trabajo, - como decía Nuestro Padre, cuando a los
buenos daba muchas penitencias[137]
– váyase al confesor y descúbrase; y si no tiene copia de él, tome una
disciplina o alguna cosa fuerte; y sea también cierto que, mientras él no
consiente, no hay pecado mortal, aunque haya alguna imperfección o pecado
venial. [17] Y a veces acontece que, si legitime certamus[138]
al cabo de la victoria, todo va fuera, digo los pecados veniales que habia, y
esto por el fervor de la gracia con que se venció la batalla, que era
dificultosa. Consuélese, pues, que no peca, si no consiente; y, siendo así,
puede decir y en ello confortarse in
humilitate cordis sui in Domino; spiritualis omnia iudicat et a nemine
iudicatur[139],
y también aquello: si Deus pro nobis,
quis contra nos?[140],
y ańadir: non quod intrat in os
coinquinat hominem, sed quod procedit ex ore hoc coinquinat hominem[141].
Y ansí puesto que [aunque] tenga tentaciones, ni por eso, si no consiente, ha
pecado; y especialmente nos ayudará Dios para ellas, si no falta por
nosotros. Decimacuarta plática (Decima quarta
exhortatio)
[1] Sul voto di castitŕ –
[4-5] Il quarto voto al Papa – [6-14] Benevolenza dei Papi verso la Compagnia
di Gesů – [15] Paolo IV e il coro nella Compagnia di Gesů – [16-17] Ancora
sul quarto voto al Papa. [1] Decíamos de los votos y
particularmente del de la pobreza y de la castidad, en la cual quedamos; y
sobre ella diré aún una cosa, la cual parece que es experiencia espiritual. Y
es que la castidad es una virtud que toma fuerza de pender la persona con
Dios y unirse con El, y de ahí viene a refrenar todo el cuerpo. Y la causa es
porque cierto es que [de] cada una de las virtudes o de cada gracia se colige
facilidad para otra gracia y otra virtud, y es buen consejo cuando uno se
quiere ayudar y pasar adelante las virtudes, apegar[se] de aquélla en que es
fácil, porque della irá a la que es difícil y trabajosa; y como el mal que en
nos tenemos son los sensos [sentidos] y que más nos perturban por sus
especies, emociones, de manera que nos impiden a tratar y conversar con Dios;
para los quietar y traerlos [pendientes] del espíritu, que es superior, y
reprimirlos, conviene apegar[se] a lo espiritual de la devoción de la oración
y demás; y de aquí vendrá a ser fácil la castidad, con la cual los inferiores
sentidos se abaten y debilitan para que no turben al espíritu y se pueda
elevar a su Dios y unir con El. Y esto baste de la castidad. [4] (...) Este cuarto voto es
especialmente para las misiones, hecho al Papa, con el cual se obligan los
profesos para hacer todos los ministerios de la Compańía donde el Papa
quisiere; lo cual nuestro Padre trabajó mucho que se le admitiesen, puesto
que hubo dificultad en se conceder, por no ser de ninguna otra religión. Y la
causa que movió a nuestro Padre a trabajar tanto por ello fué por ser
conforme a nuestro instituto, pues somos inmediatos del Papa ministros y
siervos especiales para ayudar las necesidades que le cargan por el mundo,
según nuestra vocación; y para esto se hacer con mayor perfección y religiose, quiso que fuese no sólo con
la obligación que tienen todos, sino que fuese con voto solemne. Y fué gran
gracia del Seńor que se concediese hacer esto, por la ayuda particular que
con el voto nos comunicará para lo poder bien hacer. [5] Los
motivos de la Bula, por que se concedió, fueron tres: el uno fué ad mariorem devotionem Sedis Apostolicae
et Summi Ponteficis[142]; y la razón es grande, porque, como él represent a Cristo, todos le
debemos grand devoción, y especial los de la Compańía, pues que a nos
especialmente nos guarda y gobierna; como nuestro instituto es especial a le
servir también. [6] Y de aquí es que el Seńor a todos
los Papas infunde gracia para favorecernos. Y del Papa Paulo ternio no se
maravillará nadie cuanto a esto, pues fué quasi obra suya ésta nuestra,
siendo él el primero que la admitió y confirmó, con se lo dar el Seńor a
entender, como tenemos ya dicho[143]. [7]
Pero de Julio III también es cierto que nos era muy favorable y muchas veces
decía sumos loores de la Compańía y tenía aplicado a nuestro colegio de Roma
tres mil ducados, sino que murió primero que fuese firmada esta concesión[144]. [8] Después el Papa Marcelo nos era
muy mucho aficionado, y decía a nuestro Padre que le diese dos de los
nuestros para consultar con ellos las cosas graves de la Iglesia[145];
mas quiso el Seńor que murió luego. [9] De Paulo IV fué también cosa
admirable que especialmente Dios le gobernó a no nos hacer sino bien, con
cuanto algunas veces parecía nos quería apretar, come fué cuando pidió
nuestras Bulas, Reglas y Constituciones para las examinar y ver; pero al cabo
todo nos lo tornaron, después de cuatro o cinco meses, pidiéndolas el Padre
Polanco a los Cardenales a quien era cometido, dicendo ellos que toto estaba
muy bien. [10] Y al cabo de su pontificado,
después que echó sus parientes de Roma, cuando comenzó a reformar la Iglesia y
hacer que los Cardenales y todos andasen mejor, sumamente nos amó y quiso
comprarnos una casa, y dijo a nuestro Padre que no dijese que él la quería
comprar, porque no costase más. Y fué esto que, puesto que [aunque] él de
antes, como hombre estaba algo contra el Padre Ignacio; todavía, Nuestro
Seńor nunca permitió que nos hiciese mal alguno, antes mucho bien. [11] Y la causa por qué al
principio tenía de nos disgusto fué porque nuestro Padre nunca consintió que
su religión de Teatinos, puesto que [aunque] santa y buena, se ajuntase con
la nuestra; lo que él sumamente deseaba siendo Cardenal de Náples o antes de
su elección. Y una vez nuestro Padre, tratando con él, le dijo que procurase
hacer con que los suyos tuviesen para se poder conservar o aspereza como las
otras religiones, o renta con que se pudiesen sustentar, o ayudasen las
ánimas; porque por algunas destas vías solamente podrían durar[146];
y lo que parece que no le contentó por él llevar otro camino. [12] Pudo también ser causa de su
disgusto lo que le aconteció una vez con Nuestro Padre, por causa de uno que
entró en la Compańía contra voluntad de sus padres, tomándolo a él por
valedor para le sacar; en lo que él se metió, y alcanzó del Papa, que era
Julio tertio, que fuese él mismo juez del caso, y con esta comisión mandó
luego a nuestro Padre sub censura
excommunicationis que le diese el hermano; pero nuestro Padre viendo la
cosa, siéndole esto nuevo, fuese [a] aconsejar con el Cardenal Púteo, el cual
le dijo que fuese al Papa y le reletase la cosa. Y el Papa llamó su camarero
y mandó que nuestro Padre nominase otros jueces, y él lo hizo, y fueron dos
favorables, el Cardenal Morón y Pigino, los cuales juzgaron que el hermano
estaba bien y quedase. Y de esto se sintio mucho el Cardenal de Nápoles. Mas,
come digo, el Seńor con el papado le mudó el ánimo y nos amó mucho. [13] Y del Papa Pio IV, que ahora
es, no hay que decir, porque [lo que] él solo hasta agora ha hecho es más que
todo lo que los otros; puesto que [aunque] antes que fuese Papa no nos concía
quasi. Y agora dice que usque ad
sanguinem nos tiene de ayudar, y ha dado las casas a nuestro colegio en
Roma que valen 20 mil ducados, y de su renta nos da 600 ducados para ayuda de
costa, y ha hecho una especial gracia para este colegio de Coimbra sobre la
iglesia de San Juan, que estaba ya perdida. [14] Y todo esto que he dicho para
que viérais cómo el Seńor hace que los papas nos favorezcan, porque nosotros
especialmente nos obligamos a él. Y ansí algunos decían que nuestro cuarto
voto, de que hablamos, es causa para que los papas especialmente nos
conserven. [15] Y una otra cosa se me olvidaba
de Paulo IV, en la cual Nuestro Seńor mostró cómo no le permitía nos hiciese
mal alguno, al menos cuanto como hombre podía desear; y fué que apretando mucho
con nosotros a que tuviésemos coro y que quería ver todo lo que teníamos,
mandó que lo tuviésemos, pero esto no permitió el Seńor que fuese más que con
mandato simple, sin derogar ni mudar nuestras confirmaciones de los papas
pasados y instituto. Que si lo hiciera, como le éramos subiectos, fuéramos
compelidos a lo hacer aun después de su muerte; pero siendo de la manera que
fué con simple mandato, sólo en su vida éramos obligados. Y ansí, cantábamos
en Roma y comenzábamos a deprender para lo poder hacer; pero muerto él, cesó
la obligación como nos dijo el Cardenal de Púteo y los principales letrados
de Roma con quien nos aconsejamos; immo,
pues ya podíamos dejar de lo hacer, estábamos obligados a no consentir en
coro, pues era contra nuestro instituto, que debemos siempre procurar llevar
adelante sin poder hacer el contrario, y si consentíamos nos obligábamos de
nuevo. Así que fué gran merced de Dios que Paulo IV sólo con simple mandato
nos obligase a que tuviésemos horas y cantásemos en coro[147]. [16] Fué otra causa, puesta en la
Bula para este cuarto voto, ad maiorem
abnegationem nostrarum voluntatum; y así es, porque la voluntad de uno
mucho se aprieta viendo que sin viático y sin réplica es obligado a obedecer
a Su Santidad, no sólo con la obligación común, mas con obligación de voto
solemne, lo que se hace con este cuarto voto. [17] La última causa, que fué de
mucha consolación, es para que especialmente seamos ligados al que tiene
universal cargo de todas las ánimas, para que no sólo con la común providencia
nos rija para el mismo fin que él tiene de salvar las ánimas; pero aun
especialmente viendo cómo cumple y cómo mejor cumple que lo hagamos, porque
así seamos perfectamente dirigidos a nuestro fin. Y puesto que [aunque] este
cuarto voto sólo lo hagan los profesos, los coadjutores espirituales también
tienen a ello obligación, a lo menos tácita, desto, porque su estado es
ayudar a los profesos en los mismos cargos y misiones en que los ponen, y
ansí el General los manda; y ultra desto, por la obediencia que deben a la
Compańía[148]. Decimaquinta plática (Decima
quinta exhortatio)
[2-4] Sul rapporto tra
professi e coadiutori spirituali – [19] La casa dei professi. [2] Síguese ahora decir de los coadjutores
espirituales y profesos. Y primero de la unión y armonía y necesidad de un
estado destos para otro. Y es que el último ministerio para nuestro fin es ministerium verbi[149],
y esto es propio de los profesos; y por esto han de ser muy adelante en el
espíritu y letras, y caminar muy adelante a la perfección. Y puesto que
[aunque] haya muchos los cuales tienes estas partes y no son profesos, ni por
eso haya curiosidad en saber por qué no los hacen o profesos o coadjutores, y
piense[n] que Dios lo hace todo y que hay causa particular para esto, y aun
[piensen] que sín causa está muy bien todo. Y en esto mucha más estrecheza
hubo en tiempo del Padre Ignacio, que, como consta, hizo muy poco profesos[150],
porque procedía in simplicitate y
no atendía tanto a esto. [3] Como, pues, sea éste el
prinicpal ministerio de los profesos verbo
ayudar a las ánimas, y esto conforme a la similitud que procuramos tener con humilitate tamen a los apóstoles, los
cuales se ayudaban también de los discípulos, que eran sacerdotes; y también
como en la Iglesia hay supremos ordinarios que son obispos, y otros
inferiores que son curas; así también tenemos estos dos estados para les
imitar y suplir lo que queda. [4] De manera que los profesos son
como los superiores, y los coadiutores como los discípulos y curas. Y como
había necesidad de discípulos que ayudasen los apóstoles, y de curas que
ayuden a los obispos; así de coadjutores espirituales para que ayuden a los
profesos. Y como por su estado a los obispos pertenece saber más que los
curas, así nuestros profesos requiérese que tengan más letras y partes que no
los coadjutores espirituales. [19] Hay también casa de profesos,
en la cual no debe haber estudio [colegios], sino la práctica de lo
estudiado; en lo que Dios nuestro Seńor aumenta mucho el saber, porque
siempre se ha de estudiar para hacer bien el ministerio y Dios da especial
gracia. En esta casa se ejercitará todo lo de la Compańía y della saldrán
para una y otra parte personas que lleven los estandartes de la Cruz con diversas
misiones de una y otra parte; y estas misiones son muy principal parte de la
Compańía. Ansí que con ellas podemos decir que todo el mundo es nuestra casa,
porque habemos por nuestras misiones y del Papa y de nuestros superiores,
[de] andar a buscar siempre en todas partes a que las almas no se pierdan. Decimasexta plática (Decima sexta
exhortatio)
[1-2] L’obbedienza in
generale – [3] L’obbedienza nella vita
religiosa – [4] L’obbedienza nella Compagnia
di Gesů – [5-8] Tre
principi dell’obbedienza: la provvidenza di Dio, la grazia della vocazione,
la presenza di Cristo nella persona del superiore
– [9] Modo
perfetto nell’obbedienza – [10-13] L’obbedienza
di esecuzione, di volontŕ e di intelletto e la loro connessione
– [14-15] Obbedienza, stato di innocenza e fede – [16-17] L’obbedienza
cieca. [1] Trataremo hoy, con la divina gracia, de
la obediencia, la cual es una vía para mucho se aprovechar uno en nuestra
Compańía; de la cual depende aprovecharse en todo lo demás. Y la razón es de
un principio que hay en ella para esto, como diremos. Pero antes que vengamos
a la nuestra en particular, desmenuzando lo que es propio della, primero
diremos en común de la obediencia, en cuanto virtud común de obedecer a los
preceptos de los superiores; y con esto diremos poco a poco lo que toca a la
nuestra. [2] La obediencia pues en común compete a
todo hombre, y principalmente a los cristianos acerca de los que los rigen; y
entre ellos son más obligados los eclesiásticos, como los sacerdotes, y aun los
verdaderos ermitańos, y los otros que lo son pero sin estado de religión;
porque éstos van más con ella en particular. Y en aquella común, que habemos
dicho, hay perfección más y menos, conforme a su grado. [3] Pero la obediencia religiosa es ya
mayor, por cuanto requiere todo lo de la otra y [ade]más lo que
particularmente es suyo y de la vocación; a la cual no sólo están obligados
los que tienen votos, per aun los novicios, porque éstos deben tener
prontitud de ánimo para la tener con voto, y entretanto quieren obedecer como
los otros. Y aun en esta manera de obediencia hay más o menos perfección
conforme a la estrecheza della. Porque hay algunas religiones que sólo
obligan a obedecer conforme a sus Reglas; otros (y, como pienso, son los de
San Francisco, según creo agora lo ordenaron) a obedecer a todo lo que no
fuere pecado. [4] En nuestra Compańía, abstrayendo de las
otras religiones, la obediencia débese juzgar no conforme a lo de las otras, sino
a lo que es propio della sacándolo de la autoridad apostólica en nuestra
bulas, y de las Constituciones y reglas y todo lo demás que hay
particularmente en ella, no queriendo ninguno conforme a su parecer y juicio
determinar cuál sea o cuál no nuestra obediencia; o cómo, o cómo no, se deben
entender las dudas que acerca della hubiere; porque esto es particular de
nuestro General que tiene autoridad apostólica para declarar todas nuestras
constituciones y bulas y todas las dudas que hubiere en nuestro Instituto[151].
De manera que de las cosas de nuestra obediencia debemos hablar sólo conforme
a nuestro instituto y conforme al juicio del General que lo declara. [5] Y lo que deben todos advertir para ir
adelante en esto y en todas las cosas de la obediencia son tres puntos, de
los cuales puesto que [aunque] cada uno basta, per los tres juntos mucho más
aprovecharán. El uno es Providentia Dei[152], el otro gratia vocationis, el tercero presencia de Cristo en la persona
del superior[153]. [6] Y cuanto a lo primero, decid: żno es
cierto que todas las cosas se gobiernon por Dios y se enderezan por Dios y
caminan con sus medios a su fin? Pues si nuestra Compańía va de la misma
manera y toda obedece al Seńor, como la hizo y goberna Dios por la Sede
Apostólica y nuestro Padre Ignacio, y agora por nuestro Padre Laínez, y por
todos los demás superiores, los cuales cooperan a la Providencia divina;
nosostros, si somos de la Compańía, pues estos son los medios para andar
adelante, y esto con la Providencia de Dios que la rige a ella, żpor qué no
consentiremos con ella, confiados que con esto alcanzaremos el fin que
pretendemos? En todo lo que se ordena, o de gusto o de disgusto, consolación
o desconsolación, o repugne el propio sentir o no repugne, obséserves siempre
perfecta obediencia y seremos guiados suavemente por la Providencia de Dios
N. Seńor en nuestra religión y instituto. [7] El otro principio, de la gracia de la
vocación, que es la gracia con que Dios llama a cada uno, la cual depende de
la otra común del instituto de toda la Compańía, es también sumamente
importante, eficaz, espiritual y de Dios y no nuestra; para entender que el
Seńor es el que le rige y [a] El a quien obedece, considerando que los
superiores que nos rigen son ministros de la misma gracia particular y común
en la Compańía. Y si uno se desordena deste principio, va perdido, y
fácilmente aflojará el ánimo en la obediencia y en todo el resto. Y, por el
contrario, si perfectamente procura obedecer estará y crecerá en la gracia
del Seńor y caminará de una virtud en otra, adquiriendo en todas aumento y
influjo mayor del cielo, pues coopera de su parte con la gracia que le fué
comunicada cuanto puede poniendo su juicio y voluntad con pura resignación en
la del superior, que es lo que pide la perfecta obediencia. [8] El otro principio, que es considerar la
presencia del Seńor en el superior, es fortísimo y suavísimo para obedecer,
considerando el superior no como a éste o estotro, sino como [aqu]él por
quien provee el Seńor en la Compańía y ministra la gracia que quiere
comunicar. Así que debe cada uno en el superior imaginar a Dios, y que todo
lo que hace, hace por su orden del Seńor, y por ser el Seńor en él. Y
persuádase que manda Cristo en el superior, y con esto se animará a ser fácil
en la obediencia y tomar todo con toda prontitud y suavidad. [9] El modo que habemos de seguir en la
obediencia es perfecto y con suavidad, como he dicho muchas veces, porque no
andamos a fortezas y disgustos, sino a la clara; y en esta virtud, como en las
otras, procuramos perfección. Porque nuestro fin, como decíamos, requiere
suma perfección, que fué la causa de tantas probaciones, cuantas tenemos, y
de tantos medios de que usamos, y máxime en la obediencia que es quasi guía
de todo el resto y que encamina [a] la unión con Cristo; de modo que no
habemos de dejar punto de perfección, que con su divina gracia podamos
alcanzar en la obediencia, que no tomemos, como se dice en la sexta parte [de
las Constituciones][154]. Y yo creo que vosotros lo ternéis
[tendréis] experimentado, que Dios nuestro Seńor ayuda espiritualmente para
lo poder hacer. [10] Nuestra obediencia, pues, debe ser en
tres cosas, que son: con la ejecución y su perfeción, con la voluntad y su
perfección in ella, y denique con
el entendimiento y los actos de el para se perficionar[155]. De manera que, posto que [aunque] la
obediencia de la ejecución sea buena, pero no basta, porque ésta tienen
también los que andan en las galeras, y aun los demonios también. La de
voluntad, aunque sea grande, per no es la suma, pues queda otra cosa que
obedecer, que es el entendimiento. Y así, la voluntad, ya que ella es de sí
persuasible, debe moverse a atraer al entendimiento a que consienta con lo
que le mandan. [11] Y para que entendáis que la conexión de
él está en tres partes advertid; porque si la voluntad quiere el contrario de
lo que se hace, de manera que no consiente en lo que con la obra ejecuta, no
tiene mérito del trabajo. Y si falta también el entendimiento, puesto que
[aunque] haya voluntad, de manera que uno hace lo que le mandan y quiere lo
hacer, pero juzga que no es aquélla la vía que le cumple y por donde debe
caminar, queda él mismo contradiciendo y repugnando a la Providencia de Dio y
quasi vendrá a decir una blasfemia, que poco se manca dello; y también con
esto es manca la voluntad, la cual se rige del juicio del entendimiento; y
así está puesta la principal parte de su religión a los vientos de las
tempestades y tentaciones, y va también a parar a una gran soberbia
obedeciéndose a sí mismo, juzgando que lo que él dice el la verdad y no lo
que el superior entiende, y lo que es guiado por la Sede Apostólica y por la
Providencia y presencia de Dios no es lo mejor. [12] Y de aquí queda que es necesaria la
obediencia, no sólo de voluntad, per del entendimiento. Y lo que ayudará al
entendimiento para ello, ultra de los principios ya dichos, son humildad,
simplicidad, paciencia, deseo de mortificacón; porque si es humilde, no
juzgará más de sí que del superior; si es simple y tiene el juicio recto y inclinado
a la verdad, luego se inclinará a esto; y creed que, si no lo hiciere, no es
simple sino doblado; si es paciente, querrá que le manden todas las cosas
difíciles, porque todo esto le aumentará su virtud de paciencia; y si desea
mortificaciones, holgarse ha con lo que mandan, puesto que [aunque] sea
tenido con ello en poco, y se haga contra su entendimiento y parecer propio o
juicio. [13] Adviertan pues todos que el verdadero
obediente debe atender la voluntad del superior por que se debe gobernar, no
curando de más sobre la cosa si es buena o mala, pues no es suyo juzgarla. De
manera que su voluntad debe atender a su objeto, que es la voluntad del
superior, en la cual no hay otra cosa que querer él; y debe atender también
el voto que tiene; o, si es novicio, lo que propone hacer como si tuviese
voto. Y el voto se hace a Dios por ser gobernado de Dios por los superiores,
poniéndolos Dios por medio de su divina providencia y yo aceptándolos por
tales. Y así como uno, si por milagro Dio le hablase y le rigiese y le
dijese: haz esto o estotro, él lo haría con mucha alegría; así debe hacer a
sus superiores, pensando que es pura revelación en cuanto Dios le manda lo
que le mandan ellos. Y crees que sería un paraíso, si pensase uno, cuando
tańen la campanilla, que Cristo le llama; y así en todos los [de]más mandatos
de los superiores. [14] Y una obediencia, de la manera que
hemos dicho, es como una similitud del estado de la inocencia. La cual, como
hacía que la parte superior de nuestro ánimo se uniese a Dios, y de allí
todas las partes inferiores obedeciesen al ánimo para servir al Seńor, y esto
con quietud y subiección de todas ellas; así también el que hace un perfecto
obediente con su voluntad y entendimiento, y con prontitud de ejecutar lo que
le mandare Dios por los superiores, sin querer ni juzgar otra cosa,
fácilmente vendrá ayudándose de los otros medios a se quietar con Dios y
tener una gran ayuda para lo poder hacer obedeciéndole todas sus potencias
ejecutivas y que pueden obedecer. [15] Hay otra similitud o proporción de la
obediencia, de que decimos, a la fe; la cual es virtud teóloga, mayor que la
obediencia, que es moral. Pero así como la fe hace creer que Dios es trino y
uno, y otras cosas grandes como la Iglesia determina, tomándolo por de Dios,
sin juzgar que ella yerra, porque esto sería herejía; así la obediencia
verdadera, de que hablamos, de la Compańía, debe atender a lo que le dicen
que hay en ella, y considerar y tomarlo como si lo dijese Dios nuestro Seńor,
y que El es el que lo ha hecho todo y nuestro Padre Ignacio no fué sino
ministro de la divina voluntad, y que la Iglesia lo ha confirmado todo y dice
que con este modo de vivir se sirve a Dios. Y por tanto no debe querer ir
adelante más, sino a la ejecución de todo, y luego sin juzgar y sin contrario
parecer hacer la obediencia. [16] La obediencia, como se dice en las
Constituciones[156], deberá ser ciega, porque el
entendimiento debe ser ciego para todo lo que le impide la ejecución de lo
que le ordenan y la voluntad de hacerlo; de manera que, puesto que [aunque]
se le ofrezca alguna cosa, no debe mirar en ella, atendiendo a la verdad
conforme a la luz de lo que tenemos dicho, mortificando y reprimiendo el
juicio; y, si ocurre alguna dificultad o cosa que le perturbe, hurtarle el
entendimiento y trabajar por apartarse de pensar en ella. Y desta ceguedad y
de divertir el entendimiento de las tales cosas, se alcanza que las tinieblas
de falsedad se vayan, y venga el entendimiento a entender la verdad con
consolación grandísima, de la manera que se hace como en una vcera
contemplación de Dios nuestro Seńor; la cual esparce [disipa] todas las
falsedades que ocurren, hasta que va a dar en la verdad y halla muchas otras
que ayudan a le amar y servir de toda voluntad. [17] Tengamos pues esta ceguedad, y tan
buena para tener suma luz y entender que todo lo que nos mandan es bueno. De
manera que negando todo el propio parecer por amor de Dios, se entienda sólo
el del superior. Y así como dice el bienaventurado San Dionisio, de mystica Theologia, que Dios se
conoce in caligine, diciendo que ni
esto, ni aquello, ni otra cualquier cosa; así el negar todo lo que el juicio
y propio parecer traen acerca de la obediencia es venir a adquirir verdadera
luz y conocimiento para entender que lo que manda el superior, o sea una cosa
o otra, es lo que se debe hacer, con prontitud en la ejecución, con
resignación de entendimiento y pureza de voluntad. Hagámoslo pues así para
que crezcamos en la verdadera obediencia a mayor gloria del Seńor. Decimaseptima plática (Decima septima
exhortatio)
[1-9] Considerazioni e
mezzi per obbedire con perfezione – [10] In cosa obbedire –
[11-12] L’obbedienza in cose impossibili
– [13-15] L’obbedienza
in caso di peccato – [16-19] Come vivere il servizio di superiore –
[20-21] A chi obbedire – [22-24]
Il
modo di inviare – [25] L’obbedienza
nell’amore. [1] Habemos dado principios para la
obediencia y, confirmados con algunas consideraciones con la divina gracia,
resta agora pasar adelante en esta materia que importa mucho en la Compańía,
para proceder en la perfección conforme a la gracia que Dios N. Seńor nos
tiene comunicada. [2] Y lo que se ofrece es una buena
manuducación para esto. Algunos filósofos, come fué Averroes, tuvieron un
error, no sólo en la Teologia (y es herejia), per aun en Filosofía natural; y
es que habia un entendimiento común con que todos entiendían, porque hablando
la verdad cada uno tiene para esto su potencia individual. Pero desto que
decíamos, para el propósito de lo que tratamos nos podíamos ayudar
considerando consigo cada uno que, puesto que [aunque] tenga tal potencia
propia, todavía que hay otra en casa que es la del superior; y así debe
procurar de no ejecutar ni actuar su voluntad, sino por la voluntad del
superior, estando de la suya indiferente. De manera que así haga, como si por
su voluntad quisiese cualquier cosa o no la quisiese; y de la misma manera a
su entendimiento individual así lo debe regir por el del superior, como si
por aquél sólo entendiese; y lo que él juzga por bueno, él también,
atendiendo que le rige Dios. [3] Ni debe pensar que en esto hace mucho,
porque el querer y entender por la voluntad y entendimiento de Dios no es
mucho que lo quiera cada uno, pues esto es gran gracia que Dios N. Seńor
comunica. Y si miramos a la línea recta, no hay duda sino que la voluntad y
entendimiento del superior son de Dios nuestro Seńor, pues a Dios en él
debemos obedecer. [4] Y también nos ayudará a ser obedientes
con perfección el considerar que, pues somos llamados para hacer esta guerra
que Dios hace contra los demonios y sus adherentes, y lleva de vencida; como
quiera que somos inferiores, lo que debemos hacer es pelear bien sin mirar
cómo o cómo no se hará una cosa o la otra, siguiendo al capitán, que es el
superior, por una o otra parte. Como respondió uno de los que se hallaron con
nuestro Padre Ignacio al tiempo que se trataba de responder a ciertos que
contradecían a la Compańía. Porque diciendo el Padre que atentasen lo que
hacían, él respondió que su Reverencia ordenase y viese lo que convenía y
guiase, que a ellos cumplía como soldados en la guerra pelear cuanto
pudiesen, y que así debía de trabajar de responder plenísimamente y con toda
eficacia, y no mirar más, sino tener este ánimo y voluntad, y que el
considerar si es bien o no, no era dellos sino de su Reverencia. [5] Así que, pues tenemos el cargo de
soldados y gracia para ello con que Dios nos ayuda, debemos hacer nuestro
oficio en pelear y en armarnos, como se hace en el noviciado o en los
estudios para adelate pelear andando a la ayuda de las ánimas. Y de la manera
que Dios para esto nos da su gracia y los superiores que son llamados para
tal cargo son también regidos de El y ayudados de su especial gracia; pues
que él tiene obligación del gobernar para cumplir con su cargo, lo que de
nuestra parte cumple es que obedezcamos sin juzgar, teniendo por bueno todo
lo que él ordena. Y si no lo hacemos, descendemos de la gracia que nos es
cmunicada en esta parte. [6] Ultra de lo dicho, para que podamos
adquirir perfecta obediencia y con ella alcanzar lo que por ella Dios da,
debemos atender al fin de nuestra vocación, procurando de lo amar, y
considerando que no se puede sufrir que tenga Dios dada su sangre y vida para
salvar las ánimas, y que nosotros, que somos con tanta gracia llamados para
esto, no trabajemos en ello esforzándonos a tener perfecta obediencia, pues
está coniuncta con el fin rigiendo y gobernando ella los medios para él, así
como el ir a las Indias o a Germania, o a predicar a cualquier otra parte. [7] Debemos también considerar que tenemos
Constituciones, Bulas, Reglas, costumbres aprobadas y tradiciones que mucho
me consuelan, que son cosas de nuestro Padre M. Ignacio y del principio de la
Compańía y de los Padres antiguos; que, puesto que [aunque] no son escritas
ni tiene autoridad como escritas, todavía tiénenla por ser de mano en mano
dadas; como las tradiciones de Dios, que también no sono escritas, pero de
mano a mano vinieron de El a nos quedando la Sede Apostólica por juez que les
dé aprobación para que las tengamos por tales. [8] Considerando pues en todas estas cosas
debemos procurar de las amar y desear de nos conformar con ellas; que de aquí
nacerá obedecer en todo, pensando que por ellas van y rigen los superiores; y
que haciendo lo que ellos mandan, hacemos lo de las Constituciones, de las
Bulas y de todo el Instituto que habemos aceptado. [9] Procuremos también de tener muy buen
afecto a los superiores, no considerando en ellos pecados o defectos, ni otra
cosa, sino a Dios, como es dicho; y así no consentir en cosa que sea tener
agravio o disgusto dellos; de manera que la voluntad se aplique a los amar
con verdadero amor y reverencia, porque, no haciendo esto, debilitaría luego
el entendimiento y haría que tenga propio juicio, y así venga a no
obedecerles. [10] Lo en qué tenemos de obedecer, y en qué
debemos hacernos como un bastón que se mueve a donde quiera y una cera en que
todo se imprima, sin juicio y negando nuestro parecer y con esto alcanzando
la verdadera luz como se dice en las Constituciones, 3a y 6a
parte, es en todo lo que no sea pecado[157]; y puesto que [aunque] San Pablo habla
sin excepción y diga que obedezcan per
omnia los hijos y esclavos a sus padres y seńores[158], esto dijo porque la obediencia,
siendo virtud, se entiende que ha de ser sólo y ejecutarse en cosas que no
sean malas. Esta nuestra manera de hablar por excepción es exprimir
[expresar] lo que necesariamente se había de entender. Y desta manera habla Santo
Tomás[159], y también S. Basilio, diciendo: oboedientia perfecta est in omnibus quae
licita sunt. Y S. Basilio también, ańadiendo que como las ovejas del
pastor se dejan llevar, sin juicio, así los religiosos en cosas que no son
pecados deben hacer lo mismo[160]. Y esto cumple que lo entendamos bien
para la prática, de manera que no nos abra el juicio propio y perdamos la
perfección de la obediencia. [11] Digo, pues, que es posible acontecer
que el superior alguna vez mande una cosa imposible, o una cosa que sea
pecado, que es imposible moralmente; pero cuantos vivimos en la Compańía
debemos observar que nunca pensemos que superior mandará tal cosa; y neguemos
que tal será. Y así, puesto que [aunque] puede ser que lo sea, pues él puede
ser un malo y, como no es confirmado en gracia, puédelo mandar, advirtamos
que no tengamos juicio de tal cosa. El cual puede venir de dos maneras: o
sólo pensando que en ello puede errar el superior, aunque juzgue que no será
así ni le debilite en la obediencia; o también que él piense que puede errar,
y que esto le debilite en la obediencia. El primer juicio, aunque no es tan
malo, todavía es principio de tentación, y que prepara para el segundo, que
es malo. Así que el primero empieza a aflojar el entendimiento y la voluntad
y ejecución con astucia, y a que sea uno o imperfecto o puramente
inobediente. Débese pues echar tal especulación como enemiga, estando en la
ceguedad pura del entendimiento, sin querer especular. Pues el segundo, como
dijimos, es malo, como consta. [12] Lo que, pues, se debe hacer cuando
mandase el superiro alguna cosa imposible, v. gr., que pase el mar a pie, la
perfección es ir a hacerlo usque ad
impossibilitatem exclusive, de manera que procurando de [lo] hacer, y no
pudiendo[lo] ejecutar, tornar al superior in
simplicitate, no pensando la imposibilidad hasta topar con ella, y
decirle: Padre, yo quise caminar sobre el mar y no puede. Y tal puede ser la
resignación y simplicidad, de tanta perfección y santidad, que provea Dios
que la imposibilidad se venza; como se ve de algunos santos que hicieron
tornarse verdes leńos secos, y venir a sus manos leonas llamándolas porque lo
mandaban los Abades. [13] Cuanto al otro mandamiento de pecado,
no debe también tenerse ninguno de los juicios que dijimos; y dado que así
sea que lo mande, como que mate [a] un hombre o otro claro pecado, luego le
moverá la obediencia sin mirar lo que se manda y queriendo obedecer; pensando
de qué es lo que le mandan, luego le ocurrirá la imposibilidad moral, y irse
ha al confesor y preguntarle ha si es pecado; y si es, no lo haga. Y tornar
al superior cum humilitate,
diciendo: Padre, esto es pecado claro, como me dice el confesor. De manera
que en cosas de obediencia no quiera tener juicio ni parecer alguno. [14] Pero advertid que en las cosas dubias
si son buenas o son malas, debéis de obedecer; y aun los seglares, somo los
soldados a sus capitanes aunque la guerra sea dudosa; pero dejando la tal
duda y no la imaginando y quietándose en el juicio del superior
perfectamente. [15] La manera de obedecer en la Compańía es
que no consideremos si lo que hacemos por obediencia es bueno o es malo, pensando que bien caminamos pues
no lo mandan; y haciéndolo así, realmente se hace la cosa mejor, ayudándose con
esta actuación de la obediencia. [16] Y así es facíllima cosa que un inferior
camine bien, no procurando más que hacer lo que le mandan; y dificíllima que
un superior cumpla bien con su cargo, si no le ayuda la gracia y favor divino
y oración y comunicación con Dios para poder bien mandar y encaminar a los
suyos; y esto especialmente los que dependen de menos; y máxime del General
pues es solo y único superior. [17] Y así algunas veces que yo dejé de ser
superior sentía que dejaba una gran carga. Y nuestro Padre Ignacio por esta
causa en el eńo de 50 renunció el cargo en la Compańía, y yo tengo la copia
de la carta[161];
pero después lo confirmaron. [18] Y de aquí nace que es arrogancia grande
que uno desee de tener cargo; y esto dió causa a que se procurase tanto
evitar la ambición entre nosotros. [19] Los superiores pues atiendan en sí y
procuren ayudarse mucho con la gracia para poder cumplir con su oficio
procediendo suaviter y fortiter en la ejecución y consecución
del fin, atendiendo a las circunstancias, y regulándose en todo con el espíritu
y razón. Porque unas cosas sirven en uno, y otras en otros; y piense que pues
es tan grande la obediencia que le tienen y le procuran tener, debe también
corresponder con ella, sirviendo a Cristo N. Seńor, en cuyo lugar está. [20] Los superiores a que debemos obedecer
son los declarados en casa por tales, y esto sin diferencia, obedeciendo a
cada uno como al General y a Cristo N. Seńor; y aun ha de ser a los que están
en los oficios por principales, como al coquo[162].
Que Dios nos dará con que aquí hagamos lo que en Roma (puesto que [aunque]
ahora ande la cosa en negros) que haya un buen hombre en tal cargo, como allá
es Baptista, para que aproveche a los que le ponen debajo de su obediencia. [21] Y débese observar y cumplir
perfectamente lo que el inmediato superior dijere; y si otro [superior] tiene
dicho el contrario, podreisle decir lo que os tienen ordenado. Y si aún manda
lo contrario, debéis obedecer pensando que él tiene recaudo para lo poder
hacer; puesto que [aunque] queda copia [facultad] de decir después al
superior, que os tenía mandado otra cosa, lo que habéis y por qué. [22] Las maneras de mandar en nuestras
obediencias son, o in nomine Jesu
Christi, o en virtud de obediencia, o diciendo mando esto o estotro. Las
dos maneras primeras no se usan, y ellas solas obligan a pecado; puédense
usar en caso que uno no quiere por bien hacer lo que le mandan y se hace
contumaz, teniendo esperanza que se moverá; porque para retraerlo le pueden
así mandar y obligarlo a pecado. Y pienso que una sola vez lo usé, mandando a
uno en virtud de obediencia, que no hiciese cierta peregrinación descalzo y
con otras cosas, que eran pura ilusión, con las cuales él estaba puesto a la
hacer; y mucho aprovechó con la gracia del Seńor. [23] La tercera manera no se usa, pareciendo
cosa de imperio. La otra manera y común y suave diciendo simpliciter: “Haced esto, haced esto, Padre o Hermano”[163]; y aun ańadiendo alguna otra palabra
de suavidad[164], como también se puede ańadir alguna
de eficacia según las circunstancias. [24] Y los superiores deben procurar de
declarar bien su voluntad; y los súbditos ejecutarla, si la entienden aunque
sea por seńas[165], y esto con perfección y de veras,
como está en nuestras Constituciones. Y cuando de ninguna manera consta de la
voluntad del superior, como cuando el Rector se ve sin entender lo que
querría el Provincial; o cuaquier otro súbdito, que no sabe lo que le
ordenaría que hiciese, debe procurar de buscar pro coniecturas lo que el
superior diría, pidiéndolo a Dios, y deseando de acertar con lo que él le
diría. Y así quiere el Seńor que se acierte, de manera que se experimenta que
entrambos se conforman con el deseo que se tiene de seguir la voluntad del
superior, aunque por coniecturas. [25] Lo que aún queda de advertir, para que
todos crezcamos en esta santa virtud de obediencia, es considerar lo mucho
que estamos obligados al Seńor por el grande amor con que nos llamó y nos dió
la gracia desta religión, y nos hizo tantas misericordias sin mérito ninguno
de nuestra parte, antes lo contrario estando con pecados y ofensas cometidas
contra su divina Majestad; y con esto nos encendamos a le amar afectuosamente
haiendo actos de verdadera caridad que subiecten la voluntad a le servir con
suavidad en todo lo que le dijeren que el Seńor quiere, como es todo lo que
le mandan los superiores, pues están por ministros e intérpretes de su
santísima voluntad. Y de aquí nazca que nuestro entendimiento, atado y
forzado de la voluntad, se ciegue de la ceguedad que cumple acerca del propio
parecer y juicio, y consiga la verdadera luz y claridad para, sin tinieblas
ni cosa que le impida, poder unirse con Dios siguiéndole en todo,
fortificándose en él, para mejor ejecutar todo lo que le mandaren de su
parte. Trabajemos pues todos por nos actuar bien en esta tan gran virtud de
la caridad, porque en la obediencia (como es dicho) y en todas las otras
virtudes con gran aumento crezcamos a mayor gloria del Seńor. Decimaoctava plática (decima
octava exhortatio)
[1] Sulla consolazione nel
visitare Coimbra – [2] Sulla preghiera. Atti di preghiera che sono nelle
nostre possibilitŕ e altri che non lo sono – [3-9] La preghiera come
elevazione della mente e domanda – [10-16] Modo di elevare la mente al
Signore e di preparare la preghiera – [17] Sulla contemplazione – [18-20]
Altri modi di preparare e disporsi per la preghiera tratti dagli Esercizi
spirituali – [21] Esortazione alla preghiera. [1] Habemos hoy
con la divina gracia de comenzar [a hablar] de la oración, y antes diré una
palabra por significar la consolación que el Seńor aquí me ha dado, que ya
algunas veces he querido decir; y es que aquí me ha Dios N. Seńor tan
consolado, que en ninguna otra parte lo ha hecho más con ver el deseo de
todos en el aprovechar y seńalarse en el servicio de Dios N. Seńor; que bien
se muestra que fué aquí el principio de la Compańía por estas partes, y de
donde procedieron las cosas de la India. Y pues el Seńor con tanta eficacia
aquí ha dado tanto aumento, asi espero que lo proseguirá, y especialmente
agora con esta renovación. Por tanto, como quien no ha hecho nada, debemos
continuar el fervor y devoción, porque no tornemos atrás, para lo cual
ayudarán los principios que suelo dar al cabo de las confesiones y quizá en
lo de la oración se tratarán. [2] Tornando pues
a lo que queremos tratar, que es de la oración, advertid que en dos maneras
se puede tratar della: de lo que está en nos[otros] mismos, que son los actos
que podemos hacer; o de lo que no está en nos, que son los concursos
especiales y influencias que el Seńor comunica en tales actos. Verbi gratia,
dícenos el superior: rezad el rosario o los salmos, y lo mismo si lo dice el
confesor o la Iglesia; debémoslo de hacer y puédennos a ello obligar, porque
éstos son actos de oración los cuales están en nos. Pero que esto sea con
lágrimas, con gustos,. no lo mandan; y
la causa es que no está esto en nuestra potestad. Es verdad que
debemos humillarnos para que lo vengamos a tener, sin desmayar todavía,
aunque tengamos sólo los actos sin el afecto extraordinario o cosas que con
especial privilegio se coniungen [juntan] con la oración a Dios; porque sin
ellas aůn es oración. [3] La oración,
como dicen los Doctores , es de dos maneras: una es la elevación del
entendimiento a Dios, de nos tratando con la mente en El, dirigiéndose a El,
tratando sus verdades; y esto es un ascenso continuo adelante y
a[de]más estar pensando y subiendo a El. Y cuando esto se alcanza ha de ser
juntamente petición, que es la otra parte de que luego trataremos. De manera
que el ascenso de la mente es la elevación, con tanto que no se ponga término
en el subir, pues que Dios es infinito; y con esto se sufre que el que lo
hace esté quieto con el Seńor, aunque siempre anhelando a El y deseando de
conocerle más y unirse más con su divina Bondad. [4] Hay otra
manera de oración, que es petición. Lo cual declaró Cristo N. Seńor cuando le
preguntaron la manera de orar y El la enseńó significando que lo debíamos
hacer todos. Dijo pues el Seńor que se ha de hacer la oración diciendo: Pater
noster, qui es in coelis, etc.[166],
en lo cual daba a entender lo primero que habemos dicho, que es la elevación
de la mente y la contemplación
subiendo al Padre eterno en ci cielo, poniéndonos delante su divino acatamiento.
Ajunta [junta] después la petición diciendo: sanctificetur nomen tuum, etc.,
en lo que se incluyen las peticiones; y ansí significa que la oración no sólo
consiste en la elevación a Dios, sino que también con ella se le deben
demandar las cosas que nos importan. [5] Es verdad que
debemos procurar tener primero la primera parte, subiendo al Seńor, y esto
con las potencias que en nos hay aplicándolas con la lección y con la
meditación, de manera que nos hagamos presentes a El, pues lo podemos hacer
dentro de nos teniendo su imagen en nuestra alma y potencias, la cual nos
pondrá con El, no cesando hasta le hallar, que es infinito y que solo puede
saciarnos. [6] Pero, puesto que
[aunque] esto haya, todavía debe juntarse con petición; y ésta, para que
mayor sea, débese coniungir [juntar] con la gratitud, dando gracias al Seńor
por tantos beneficios recibidos, los cuales parece en la verdad que no los
conocemos pues que con tanta ingratitud le [cor] respondemos. De manera que
no se debe pedir sin aplicar la humillación diciéndo[lo] y sintiéndolo así,
que lo que pedimos no lo merecimos, mas que todo es suyo, dndole por lo
recibido antes y por todo
gracias. Y con esta vestidura de la gratitud debemos vestir la petición, y la
otra vestidura sea poner los medios por los cuales quiere el Sefiór que le
pidan. [7] Uno pues de
los medios pur los cuales el Seńor quiere hacer todo lo que hace es por su
bondad y misericordia infinita
y propter semetipsum. Esto
lo hizo encarnar, conversar con pecadores, morir por ellos; y por esto Daniel
decía: propter temetipsum inclina Deus meus[167].
De Dios y su bondad nacen todos los beneficios que nos ha hecho, y ella es la que nos comunica sus
tesoros. [8] Otro medio es
Cristo, ůnico Hijo de Dios, de cuius pienitudine omnes accepinmus[168]; y ansí pidiendo a Dios
por Cristo, por su pasión, por su muerte y por todos sus misterios, es la
gran[de] y úinica obsecración como por mérito y medio de donde toman ser todos
los otros méritos y medios. [9] Para
alcanzar la petición es también buen medio la intercesión de los santos y los
méritos de la Iglesia y todo lo demás por que Dios suele dar lo que le piden,
para que con esto se vistan nuestras peticiones y Dios N. Seńor se digne
conc.der lo que pedimos. [10] Vengamos pues
en particular a los actos de la oración de que hablamos y que están en
nuestra mano. Y primer de la elevación. Y lo comůn della para se hacer bien
es que cada uno debe considerar lo que quiere orar; verbi gratia, si quier
elevarse al Padre eterno, lo debe hacer de una manera; si a Cristo, de otra;
y si como a Juez, de otra; y si de la Encarnación et unione Verbi divini cum humanitate, de otra. De manera
que conforme a la cosa es, que se ha de contemplar, debe variarse el modo de
la elevación. [11] Uno, pues, que quiere
elevarse al Seńor como que es bondad infinita, debe considerar las
misericordias de creación, la bondad de las creaturas que son efectos de su
bondad; debe considerar el sumo beneficio de la Redención del mundo, y todo
esto por su bondad; y así poco a poco vendrá a sí mismo, en particular
considerando los beneficios que me terná [tendrá] hecho y me hace
continuamente, y a los otros; los cuales demuestran su infinita bondad y
benignidad inmensa. Y de aquí conociendo ya su bondad, elevándose y
coniungíndose [juntándose] con ella, llegue a le pedir. Y como esto es en
mano de cualquiera, todos pueden tener esta oración. [12] Y de la misma manera, si uno quiere contemplar
la Providencia de Dios debe considerar la orden de las criaturas, de los
cielos con sus estrellas y de todo lo de abajo, porque de aqui vendrá a
entender que hay un Seńor y Monarca de quien todo procede, que rige los reyes
y seńores, los ángeles, los profetas: que es el solo de quien todo depende
como de universal superior y actor y provisor de todas las cosas y que en El
está el ser independiente y
infinito; y, por su comunicación, en todas las criaturas. [13] Y estando en
esto elevado, debe luego conseguir [seguir] la petición, suplicando le
encamine y le rija, y a sus superiores y la Iglesia; con poner simul la
gratitud por la mercedes que le hace tan continuas. [14] Y
de la misma manera, si quiere también hallar alguna consolación porque anda
afligido, atribulado y con trabajo, debe buscar el paso en que Cristo N.
Seńor no la tenía y en que parecíia estar más desfavorecido del Padre Eterno,
que fué en la Pasión al tiempo de la oración, meditando mucho en esto porque
elevándose mucho aquí y pidiéndole ayuda por el trabajo que allí tenía,
vendrá a tener la verdadera consolación; y será principio della el mirar con
los ojos espirituales que el Seńor estaba allí sin ella con tanta angustia y
aflicción. [15] También
si uno quiere consolarse y alegrarse con el Seuior, meditará la Resurrección
considerando su glorioso cuerpo, etc., que cada uno podrá pensar. Y esto
sirva de ejemplos de lo que tenemos dicho. [16] Mas tornemos
más particularmente a decir de la preparación que decíamos se había de usar
para hacer la oración y elevación de mente. Esta se hace por oración
preparatoria, lección y meditación. Y esta meditación es del modo que habemos
dicho, o procediendo por las criaturas al modo que se puede alcanzar por
actos de nuestro entendimiento, con esto llegar a Dios; o por negación de
todas ellas atribuyendo a Dios que no es nada de aquello y que es más de todo
lo que se conoce y ve y se entiende. Y con esta negación dándole la suma
perfección venir ha en su conocimiento . [17] La contemplación
es ya cuando todo se mira junto por lo que ha precedido. Y de la manera que
el que ve una imagen de lejos, tanto se llega a ella hasta que toda y
perfectamenfe la ve; así viendo por la meditación, poco a poco se va
alcanzando lo que se pretende. Dicese contemplación cuando perfectamente
alcanza todo, al modo que se puecle alcanzar por actos de nuestro
entendirniento. Esta contemplación, aunque es acto del entendimiento, todavía
así debe ser suya que la voluntad tarnbién concurra y se coniunga [junte] con
él; y así uno y otro sean en la contemplación, haciendo actos con ellos. Y
ésta es la práctica de todos los santos. [18] Y en nuestros
ejercicios también es esta una regla, que no procuremos ni curemos mucho de
actos del entendimiento, sino con sinceridad y con coniungir [juntar] la
voluntad que juntamente se afeccione[169].
[19] Y para venir
a hacer esto con provecho y sin
errari advirtió también nuestro Padre que hubiese otra preparación, antes de la
oración; y, porque en ella no se gaste el tiempo en qu se ha de orar, que a
la noche lo último en que se debe pensar es [aquel]lo en que se ha de orar[170],
pidiendo al Seńor ayuda por
los méritos de su único Hijo para ello. Y a la mańana, luego al levantar[se], se conforme a la
cosa que ha de hacer, levantándose o con alegría, si la oración debe ser
alegre; o con tristeza, si triste[171].Y
luego mire que le está viendo el Seńor con toda su corte[172] y después haga la oración
preparatoria que ya sabéis[173]
y ansi continúe. Y si no siente consolación, baste que de su parta trabaja
[en] hacer los actos claramente y con la debida atención y reverencia, para
dello se consolar. Y si particularmente hay consolación, tanto mejor, para
pocler caminar y se ayudar. Y lo común es que Dios N. Seńor la da si se
observan las sobredichas preparaciones. [20] Quiso nuestro
Padre también, para uno se disponer bien a la contemplación, que discurra por
toda la historia de lo que trata, y que considere el lugar en que se hacia, y
pida ayuda para se poder ayudar y aprovechar en aquello, porque por alli
venga a tener las cosas presentes todas[174];
y luego trate de contemplar en las personas, meditando y discurriendo en
ellas, y así las acciones y palabras, meditándolo con el discurso; y así venga
a. la contemplación. Y que se ayude también en esto a veces con aplicar los
sentidos, de manera que hagamos como que oimos y vemos y olemos, etc.[175].
Porque de aquí viene a uno tener gracia y afección y tener gusto en lo que
trata. Y esto es lo que hacemos en los Ejercicios, los cuales comúnmente
aprovechan a todos mucho por la bondad del Seńor[176].
[21] Y la causa
por qué Nustro Padre ha dado poco tiempo a los escolares para oración[177],
no es sino que presuponen que estarán en ellos [los ejercicios] tan adelante
y tan avezados a los
usar, que tendrán más necesidad de los retener - de no abundar el tiempo en
la oración - que no en exhortarlos a ella. Por esto procuren todos que lo
poco que tienen le[s] aproveche mucho, haciéndolo con atención y devoción; y sea
con verdadero deseo de se ayudar a sí y a las ánimas del prójimo; y así
tomemos con ella todos aumento haciendo todo a mayor gloria de Dios nuestro
Seńor. Decimanona plática (Decima nona exhortatio)
[1] Sulla preghiera – [2-5]
Gli atti di caritŕ, di lode e sul parlare con Dio nella preghiera – [6] Sulla
devozione – [7] La preghiera a Nostra Signora e ai santi – [8-10] Sulla
preghiera mentale e vocale – [11-12] Preghiera pubblica e particolare –
[13-18] Preghiera ordinaria e straordinaria, estasi e rapimento – [19-21] Non
occorre cercare di ottenere queste cose – [22-26] Il fine della preghiera
della Compagnia di Gesů, la pratica della preghiera – [27-28] Le tre vie:
purgativa, illuminativa, unitiva – [29] Il direttore spirituale, accettare
altre vie per la preghiera – [30-34] I tre modi di pregare – [35-39] Modo di
entrare nella preghiera: trovare Dio in tutte le cose, entrare con Lui. [1] Hoy con la
divina gracia trataremos más adelante de la oración, y haremos tres cosas. La
primera será acerca de lo que es dicho de los actos de oración que podemos
hacer; la segunda, diremos de lo que es especial don o priviegio en la
oración, y no es en mano
nuestra; lo tercero será cómo se debe en la práctica aprovechar uno en
oración. Y querría yo ayudarme desto, que lo he menester más que ninguno de vosotros. Viniendo a lo primero.
hemos ya dicho de la elevación y su perfección que es la petición. y esto
tornando los medios [la obsecración] y haciendo gracias. Y decíamos de las
partes de la elevación, que son las preparaciones para ella hasta que se
venga a la contemplación. [2] Lo que queda que advertir es que el acto grande que quiere la oración
es la voluntad, ultra del entendimiento; quiero pues decir que en todos los
actos de oración hay actos de
corazón y voluntad, que desea las cosas en que se trata y se conforme con las
personas con quien trata, o sea Cristo, los santos. La oración, en lo primero
o en el cabo, proceda con caridad y amor de Dios, que es bondad infinita y suma. que éste es el principal acto
de la voluntad y esto se puede hacer en cualquiera cosa que sea la oración, o
sea tratando de la bondad de Dios, o de los santos, o otra cualquiera cosa. [3] Otro acto que querría que
siempre hubiese en la oración es loor de Dios, que se concluye en el
hacimiento de gracias de que dijimos. Mas, hablando en particular, el loor de
Dios debe cada uno coniungir [juntar] en la oración, pues en ella conoce
siempre más de El y se eleva más con El conforme a lo que Dios N. Seńor en
ella le guía. Y no piense ninguno que es difícil hacer esto con lo demás que
requerimos en la oración, que bien se ve claramente que no lo es y que está
en nuestras manos con el concurso generai de Dios y gracia que nunca deja de
darnos Dios N. Seńor. Y por tanto fácil es la oración, y la pueden tener
todos. Ni piense ninguno que es cosa puesta fuera de nuestra potestad. Débese
pues loar a Dios y glorificarle, como tantas veces lo hacía David en sus
salmos considerando los beneficios y maravillas suyas. [4] Lo otro que debe haber es hablar en la oración con Dios; y muchos
hablando de oración en esto ponen todo lo de la oración. Y otros lo ponen en
otra cosa, pero esto es que haban del estado de la oración, y muchas veces de
la oración privilegiada, no negando las otras partes o maneras; y así habéis
de entender a San Crisostomo, San
Hierónimo, San Gregorio , etc.
[5]
Hablar con Dios es con el Pater noster, o con decir: Miserere mei
Deus, etc.[178],
o Domine, ne in furore tuo arguas me, etc.[179],
y de otras maneras. Y [aquel]lo por qué este hablar con Dios se debe procurar
es por otras causas, y para tener familiaridad con El. Y de la manera que uno
con un Rey, para hacerse familiar suyo procura hablar con él, y conformarse
con él, y tratarle como él quiere y le conviene, y seguir su voluntad; así
debe también uno trabajar con Dios, procurando por le hablar conforme a su
voluntad; y con esto en la oración se incitará mucho a le alabar y a le
descubrir todas sus faltas y pecados, todas sus llagas para que se las sane,
y con esto recibirá remedio. Y una oración desta manera es gran ayuda para
caminar, y especialmente ejercitando los actos de fe, esperanza y en todo el
de la caridad. [6] Una cosa aún
hay de la oración, que hace que la voluntad se dé pronta y deliberadamente a Dios, que es la
devoción; la cual es como las espuelas y azotes que hacen correr al caballo
que se pone a caminar. Y ésta cómúnmente es acompańada de consolación y
suavidad del cielo. Debe pues cada uno con gran hervor y deseo de se
aprovechar dedicar[se] a mayor servicio de Dios, aplicar[se] y meter[se] en
la oración y en la misa; pero esto con humildad y simplicidad, de manera que
no sea como cosa natural, sino que piense que la virtud y gracia de Dios es
la que le debe guiar en ello, usando bien como de sí [debe?], de los medios y
gracia que hay en la oración, de manera que sin trabajo y con suavidad,
haciendo lo que puede, caminará, no queriendo quae supra illum snnt et
altum non sapiendo, sed humilibus consentiendo[180]. [7] Háse dicho de
la oración que se hace a Dios la cual es acto de la latría, hoc est, de
la suma adoración que se hace a su divina Majestad. Hay también a su modo y
grado oración a los santos, la cual es acto de la adoraci6n con que a ellos
adoramos: de hiperdulía a Nuestra Seńora, de dulía a los otros santos. Y esta
oración puede tener semejantes partes de la oración que se hace a Dios,
teniendo respecto a la adoración que se hace a los santos, elevación a ellos
como santos; petición, que rueguen a Dios por nos, que intercedan por nos;
hacerle[s] gracias como a intercesores. El obsecrar tamen se puede
hacer plenariarmente pues todo vale con ellos. Y todo esto se hará en mayor
grado a la gloriosisima Madre de Dios, como con mayor adoración le adoramos. [8] Oración o es
mental o vocal, o pública o particular. La mental es la de los actos que
hemos dicho, [con]fírmándose uno con el entendimiento, con él aplicando la
voluntad; la vocal es una cosa que mucho debemos desear, y yo más la
estiniaria que la otra, siendo perfecta. La vocal para [que sea] buena, debe
coniungirse [juntarse] con la mental, actualmente diciendo con la boca Pater
noster y juntamente con la mente y corazón; y ésta es de los que son más
aprovechados en ella. Y así la Iglesia, teniendo oración vocal, supone que
los que la tiene[n], como son obispos, la hierarchia, y los religiosos, son
en ella muy ejercitados y aprovechados y que coniungen [juntan] con ella la
mental, y por eso la escoge. [9] En ésta
[oración vocal] la mente no ha de impedir la voz, ni la voz la mente; no se
distraiga una a otra. sino que con plenitud el que es perfecto todo está
rapto a Dios, y con la boca y con la mente le loa, y considera en él
juntamente. Y por esto la vocal oración ne negligatur a nobis; y el que la tiene mental
ayúntela [júntela] con la vocal y deprenda hacerla bien. [10] Y en esto,
como en lo demás, hay grados; que a las veces hay más atención o menos, y más continuación de la
mente con lo que se trata con la boca, y otras veces tan poca que no se cumple
con la obligación que a veces hay della. Así que debemos decir: Cor meum
et caro mea exsultaverunt in Denm vivum[181].
Sitivit in Te anima mea, quam multipliciter tibi caro mea![182],
coniungendo [juntando] la oración vocal con la mental, y trabajando por corresponder
la una con la otra. [11] La oración
pública principalmente es la de la misa, qůe tiene suma virtud por el santo
sacramento y sacrificio. También la que se hace comúnmente en las iglesias y
en nuestras casas domingos y fiestas[183]
y cuando tenernos letanía o otra [oración] semejante. La particular es la que
cada uno tiene en su cámara; y ésta, para que vaya bien, debe tomar siempre
autoridad y orden de la pública, para tener della virtud, y máxime cumple esto a nosotros que
no tenemos la pública a lo común, pues no tenemos coro. Sucede a cada uno su
cubiculo en lugar del coro, haciendo allí la oración por el mandato de la
obediencia, unidos todos con ella, tańendose a cierto tiempo a la oración, y
esto por toda la Compańía; que es la oración común y pública della,
cuando no se hace particular. [12] Puédese
también dirigir nuestra particular oración a la conmún ordenándola con lo que
quiere la Iglesia que hagamos, que es verbi gratia que encomendemos a
Dios la Iglesia y católicos contra los herejes, v lo mismo lo que se reza en
la misa, esforzándolo con lo común que se dice por el sacerdote en ella. [13] Esto
es pues lo que toca a la oración que todos podemos tener, y esforcémonos
todos a ella, aunque no haya sentimientos, que éstos son de Dios y El los
dará a su tiempo, y más cuando menos curáremos por tenerlos. [14] Pasemos agora
a lo otro que hay en la oración, que parece que no está en nuestra mano; de
lo cual hablan los antiguos más brevemente que no los modernos. Pero yo a
todos creo como a experimentados. [15] La oración
pues generalmente suele tener gracia, la cual sólo Dios la comunica teniendo
la oracion operación y gracia divina con que nosotros, ocurrimos [salimos al
paso]. Y podemos concurrir con ella y a veces es impetratoria, aunque no sea
meritoria, como del que está en pecado mortal; y así, puede el tal orar y
hacer con que el Seńor le dé medio para se salir del pecado. Y por esto San
Agustín en aquellas palabras Scimus quia peccatores Deus non exaudit[184], dice que aquél [que las dijó] era
ciego, que a la verdad el pecador puede orar, para que el Seńor le ayude.
Pero si se coniunge [junta] caridad con la gracia común que Dios da para la
oración, no sólo hay impetración, mas aun mérito en ella y más poder para
mucho impetrar. Así que, en general, en la oración lo que de Dios procede es
1a gracia que obra con nosotros para que valga alguna cosa, y esta gracia es
una de las cosas que no están en nuestra mano. Este común auxilio y gracia
siempre Dios lo da a quien lo quiere débitamente recibir y ayudarse de él. Y
es la oración siempre impetratoria cuando tiene cuatro condiciones, que [se]
haga pie, ad salutem, pro se et perseveranter. Por los otros siempre
también es meritoria [impetratoria?] cuando son [aquél]los por quien se hace
bien dispuestos. [16] Hay también
en la oración otra cosa que es de Dios y El puramente lo da; que es una
consolación, una alegría interior, una quietación del entendirniento, un
gusto, una luz, un pasar adelante mejor, un entender mejor las cosas: todo
esto es particular gracia de la oración y que anima a ir por adelante, y da
reliquias para ayudarse en el
camino; como uno que pensando en la Visitación de la Virgen a Santa Isabel y
discurriendo por lo que hay en ella y en el bienaventurado San Juan alcanza
gracia y viene a tener consolación y a tener un deseo de tratar más la cosa.
Y a veces viene a tener lágrimas y a tener como a un principio de éxtasis; lo
que nuestro Piadre Ignacio quasi siempre tenía, con ser muy consolado y con muchas
lágrimas en la oración. [17] Y como este gusto y favor divino tiene grados y se aumenta más, y el entendimiento concibe más claridad; así viene a loar más y más a Dios, y a desear más de servirle, y hacer más concursos con su voluntad. Y tanto va ahí esto adelante, hasta que los sentimientos [los sentidos] quedan atrás, no pudiendo ya el entendimiento usar dellos ni seguir más que aquella luz de Dios y la suavidad della, sin acudir lo que los sentidos exteriores pueden ya sentir. Y esto es éxtasis de la mente, que pone todas las cosas delante claramente y fortifica en todas las verdades, y de tal manera, que después no hay manera ni palabras para decirlas, ni especies para representarlas. Así dice San Pablo: vidi arcana quae non licet homini loqui[185]. [18] El rapto no
difiere del éxtasis sino que es con violencia suave; o porque no viene con
oración, yendo poco a poco, como se tiene la éxtasis; o porque yendo uno aun
flojamente, Dios le lleva luego tirándole [sacándole], sin necesidad de se ir
allegando y allegando de rato a rato, y pónelo luego consigo comunicándose
sus verdades y grandezas escondidas, como por su infinita bondad se digna de
hacer. Y así un poco desto vale más que todas las otras flojas iluminaciones;
y tal fué la de Nuestro Padre junto al río de Manresa, como dije al
principio. Pero es mucho de advertir en esto que puede haber aquí muchas
ilusiones, y ansí los que escriben trabajan mucho por tirar [quitar] los
impedimentos que hay para esto. [19] Cumple
pues que nos humillemos y que no andemos tras esto por gustos, sino por solo
Dios. Y de otra manera, el demonio nos engańará, viendo que nosotros
procuramos y que queremos alta sapere[186]
- y lo que no es nuestro. Y así a los que ve dispuestos por esto, viene y
dálos que les parezcan mayores contemplaciones del mundo. Y si queréis
conocer el que es ansí tentado, advertid que luego se entibia en la
obediencia, en la humildad, con la soberbia que hay en él; y tocándole, fumigant
montes[187]. [20] De manera que
cumple andar en esto con humildad, no trabajando con curiosidad de tener
luego estos arrebatamientos como que están en nuestra mano, que es tentación;
como tuve [a] uno en nuestros ejercicios que, viendo lo mucho que había en la
oración para consolarse uno, y que había tanta elevación, moríase porque no
llegaba a tenerla; y esto le hizo gran dańo. [21] Y
esto baste cuanto a esta parte de la oración, de que dijimos que habíamos de
tratar en el segundo lugar; que fué también la otra parte que al principio dijimos
que había en la oración. [22] Queda
que digamos agora de la tercera [parte], que nos cumple mucho; y es la
práctica que debemos tener en la oración para crecer en ella. Y en esto lo
primero que se ofrece a decir es que para que andemos bien en la práctica,
hagamos el principio del cual ha procedido el especial orar de la Compańía, y
es que sea para ayudar las ánimas, que es a lo que la gracia desta Compańía
guía y lleva; y ultra que podemos prepararnos con santos actos, que son unos
principios universales y firmísimos. [23] Lo primero es un acto del entendimiento
en la fe, de creer lo que la Santa Madre Iglesia propone para creer de a
Santísima Trinidad: Padre, Cristo N. Seńor, Espiritu Santo; y lo demás. Otro de
esperanza en Dios, que es nuestra áncora. Y [ade]más, considerando en El que
es suma bondad, se haga otro acto de caridad. Porque éstos guían todo; toda
la perfección de aquí procede; y principalmente y únicamente de la caridad. [24] Los otros dos actos son ya humanos, y
son de humildad y simplicidad. Eli uno y e1 otro sirven a la voluntad y
entendimiento, pensando que somos un nińo o una vieja. [25] Y, hechos
estos actos, debemos entrar en la oración preparatoria, y considerando lo que
ha de tratar y los lugares[188]. [26] Atendamos
a las personas y lo demás[189], abnegando todo lo que en nos
hay de voluntad y discurso y de fuerzas; porque a esto se consigue la ayuda y
favor divino al cual, invocado y presupuesto, sigamos y con él cooperemos. Y
así todo lo que se hace en el Seńor, no teniendo entendimiento de acŕ para
allá; sino como que vemos a Cristo y lo que hace, y cómo habla a los
apóstoles[190].
Si la m.editación es de El, llegamos a entender cosas suyas, perfecciones y
grandezas que hay en El y efecto de nuestra salud. De la misma manera en lo
demás en qué meditar. [27] Y para que la rneditación vaya bien y
uno esté pronto para poder discurrir, es necesario [seguir] una vía, que es
de la penitencia[191], que llaman purgativa, a
diferencia de otras dos que ponen, scilicet; unitiva y iluminativa. Y ansí en la Compańía, para
ésta no nos faltar a la meditación, hay continua penitencia, y luego al
entrar en ella, pero con prudencia[192],
haciendo ejercicios y confesiones generales y particulares tantas veces[193]; y para
esto exámenes cada día[194]; que todo es penitencia, cuya
gracia ayuda a extirpar malos hábitos y aumentar el espíritu y la verdadera
contrición. Y principalmente se conforta y aumenta en la confesión. Y así por
esta parte tenemos víia pan la oración. [28] Tenernos
también la iluminativa y unitiva en la oración y recogimiento cotidiano; a
que nos da fuerza comunicando [comulgando] cada semana el cibo celestial
de[l] Santísimo Sacramento, y los sacerdotes cada día diciendo misa[195];
y pur tanto dellos se presupone
que sean más contemplativos. De manera que no faltan a los nuestros estas
vías para poder entrar bien y se ayudar para la meditación, y con ella pasar
bien en la oración. [29] Es [em]pero
de advertir que uno puede proceder de otra manera acerca de la oración, no
observando los actos y demás que
habemos dicho, según que el Seńor le enseńare. Y ansi, cuando uno se aumenta
y ayuda por otra vía, y se hace más obediente y más se aplica a ayudar las
ánimas y a cumplir con nuestro instituto; el confesor que tendrá
superintendencia en la oración de los que confesare, no le quite dello; porque nosotros sólo somos cooperatores
Dei[196] y no debemos de prescribir a Dios
manera para ayudar a los que El quiere llevar con su gracia y favor. Porque
es verdad que hay algunos que sin hacer tantos actos como habemos dicho se
consuelan con el Seńor, y van creciendo mucho en las virtudes, y otros que
guía el Seńor según su divina voluntad y gracia. [30] Las
cosas que se meditan en la Compańía por nuestros ejercicios, ultra de aquello
que toca a pecados y hacer penitencia dellos, es de la vida de Cristo y de los mandamientos, de los
dones del Espíritu Santo y de todas las cosas de la doctrina cristiana[197]. [31] Hay también
un meditar cada palabra por sí[198],
como en el Pater noster, considerando en el Pater cómo es Padre
eterno de Cristo N. Seńor, y en El universal por adopción. En noster que
todos somos hermanos en Cristo e hijos de Dios. En qui considerar Ias
santísimas Personas y cómo son uno y solo Dios. En es atender a su esencia
infinita y virtud infinita y bondad infinita de Dios, etc. Estas y otras
consideraciones terná [tendrá] cada uno con la gracia del Seńor. [32] Hay otra nianera, no aún de palabra a
palabra, sino de dos en dos, o más, considerando algo en Pater noster; después en qui es in
coelis; según la conexión de las palabras. [33] Pónese
también que diciendo una palabra, verbi gratia Pater, nos detengamos
algún tanto con el entendimiento diciendo Pater, y callamos un poco. Y después noster, y callamos[199]. [34] Y a esto es
bueno enseńarnos, porque yo sé que aprovecha [para] hacer oración con
atención y devoción; lo que continuando con dificilidad se hace. [35] Acerca del modo de entrar en
la oración, advertid que uno que es muy bueno, mas es de gracia especial,
[es] con todas las cosas hallar luego a Dios y pensar luego en El. Y así lo
tenía nuestro Padre Ignacio[200],
como él me dijo, y espero que todos con la divina gracia ternán [tendrán]
esto, si se animan y ejercitan; pero
quien no lo tiene, acuérdese de la consolación que ya tuvo, y así reliquias
cogitationum[201]
assumat, y pegue dellas, con humildad
y simplicidad, uniendo siempre una cosa con la otra, y con esto entre; que el
Seńor le ayudará. [36] Es también
para entrar buena manera andar
por el relativo qui, diciendo a
Dios que me ha criado, el que me manda creer la fe católica y Iglesia Romana;
el que niegan los infieles, el que me ha salvado, el que me ha hecho
religioso: yo lo quiero
amar y seguir. Y por esta via vendré en conocimiento de El, discurriendo de
un atributo en otro, y con este conocimiento podré entrar con El. [37] Es otra
manera atender a las criaturas y considerar sus perfecciones, y por ellas,
venir a Dios que se las dió; y principalmente considerando la suma criatura
que es la Anima de Cristo y Humanidad Santísima, que El hizo, y llegar aůn al
Paraíso y considerar lo que allá ha, la suma beatitud, etc., que esto nos
llevará a Dios. [38] Y a veces
también entrar con e1 pensamiento al purgatorio y pensar quién[es] allí se
purgan y la disposición dellos, ctc. Y al infierno, y mirar los juicios que
allí hacen, viendo tantos que allí están, infieles y herejes, y muchos otros
que en el mundo fueron tenidos en tanto; y que [Dios] permite que nosotros
seamos aún en el mundo para nos poder salvar. Y con esto el Seńor nos guiará
a sí, y vendremos a conocerle
y poder entrar con El. [39] Sea también una buena manera
para esto, que piense cada uno que no vale para nada y se tenga por una
bestia que de sí no puede cosa alguna, ni sabe qué manera podrá tener para
llegar a El; porque el Seńor, puesto tal fundamento en el que le quiere
tratar, luego se le comunica. Y desto en Sicilia hubo un ejemplo claro, de un hermano que no sabía cosa, y
servía de traer agua a casa; viniendo a mí a que le dijese cómo había de
orar, yo le dije que se pusiese delante del Seńor, y le dijese que era una bestia, nada, y que no
sabíia hacer oración, que le mostrase de hacer oración; y parece que lo hizo
así, y quiso el Seńor ayudarle y favorecerle tanto que fué cosa de espanto; y una vez, mandándole predicar,
dijo maravillas. Trabajemos pues de
reconocer en nos que no
tenemos saber ni vaemos de nos para cosa alguna. y con esto nos pongamos en
la oración, que el Seńor nos ayudará y creceremos a mayor gloria de su divina
Majestad. Vigesima plática (Vigesima exhortatio)
[4-5] Sulla preghiera – [6]
Offerta del cuore a Dio, soprattutto nella messa – [7-8] La pratica della
presenza di Dio – [9-17] La
grazia della vocazione alla Compagnia di Gesů, la preghiera e la perfezione
nelle cose ordinarie e comuni di ogni giorno,
andare con Dio uniti – [18-21] La correzione fraterna nella Compagnia di Gesů
– [27-36] Sulla libertŕ di spirito. [4] Cuanto a lo primero, si
queremos aprovecharnos en la oración, hemos de ejercitarnos en esto que
aprovechó ya a muchos, y que es no trabajar tanto en hacer actos del
entendimiento, sino darse a los actos de voluntad y afecto, y esto con
suavidad, que ayudará a todos y specialiter
[a] aquéllos que son débiles de la cabeza o por otra enfermedad no pueden
mucho darse a la meditación. Y primero que declare cómo se debe esta suavidad
tener es de advertir que la meditación o contemplación es un acto del
entendimiento y que viene a debilitar la cabeza y las potencias, porque el
entendimiento no puede obrar, como saben los filósofos, sin ayuda de los
sentidos exteriores y interiores. Y por esto, puesto que [aunque] al tiempo
de la oración no se entiende, todavía debilita [a] una persona la meditación
o contemplación desta manera que la ordenarían [que (es) la ordinaria?]. Y lo
mismo también acontece si es extraordinaria, como cuando el Seńor da un rapto
o éxtasis, porque esto impide los sentidos y los debilita. [5] Por tanto, porque no venga uno
a enflaquecerse y no poder meditar por mucho tiempo, por un poco que lo hace
al presente, puesto que [aunque] esto sea obra de entendimiento, debe
trabajar [por] discurrir poco y hacer pocos actos del entendimiento y muchos
de la voluntad, deteniéndose en un poco que considerará o de la Santísima
Trinidad, o de la Pasión de Cristo, poniendo los ojos en El puesto en la Cruz
o columna; que esto le moverá luego a compasión, y así se quede actuando la
voluntad y gozándose en ello, o contristándose dello según pida la
contemplación. Y esto sirve no sólo a los que no pueden mucho discurrir, pero
aun a todos los que lo pueden hacer, porque para todoso es esta regla común
acerca del bien orar. [6] Lo segundo que aprovechará para
la oración es dar el corazón a Dios N. Seńor. Y esto lo puede cada uno hacer
muy fácilmente, y en tiempo muy acomodado, que es en la misa, pues cada día
la oye, o la dice si es sacerdote; y si no puede decirla, debe oírla, que no
menos obligación que los legos tiene para esto. Así que en este sacrificio
incruento y tan alto, do se representa la oblación cruenta de la Cruz, puede
y debe dar y sacrificar a Dios su corazón, ut possideat illud, iuxta illud: possideat Deus cor nostrum[202];
El le anime y gobierne, El le aflija o consuele, como quisiere. De manera que
su oblación confirme con la oración tan alta de la misa; y ofrezca al Padre
eterno a sí y a su voluntad juntamente con la oblación de su sacratísimo Hijo
y haga también lo mismo repitiendo los votos que tiene hechos al Seńor, y
tornándoselos a repetir y pedir ayuda para cooperar con la gracia que en
ellos le tiene comunicada y para seguir el Instituto con lo que tiene
prometido; y esto puede cada uno hacer con un simplici acto de confirmación. [7] Otra cosa que mucho ayuda para
bien poder orar, lo que yo veo bien practicado en este colegio, es considerar
Dios presente en toda la meditación; porque es claro que considerando su tan
alta presencia y acatamiento no se hará cosa que buena no sea. Porque quien
abre algo los ojos y considera la infinita esencia, virtud, bondad,
misericordia y providencia de Dios, su justicia, sus juicios y manifiestos y
secretos: con suma causa ha de ser movido a hacer lo que debe en la oración y
en toda cosa, con atención, devoción, diligencia, in timore et tremore coram Deo[203];
de la manera que uno delante de un rey o de otra persona de calidad no se
atreve hacer cosa que no deba. [8] Y esto principalmente servirá
si uno considerare esto perfectamente conforme a tres maneras con que Dios
está en toda parte, que son per
essentiam, per potentiam et per praesentiam. Está presente en todas las
cosas Dios per essentiam, pues de
El depende el ser de todas ellas. Los ángeles y todo lo que hay, żen dónde se
pueden arrimar sino a El, pues de El reciben lo que tienen y no pueden ser
sino en El? Y del estar por esencia viene que está también con su potencia,
pudiendo deshacer y anihilar todo, como todo lo hizo e y lo conserva. Está
también con su presencia en toda la criatura, está intimo a toda, a toda, con
su infinita inmensidad, simplicidad y perfección; todo lo ve presentísimo,
todo lo mira, no hay cosa por secreta que se haga, que no le sea presente.
Consideremos pues esto y traigámoslo mucho en la práctica, porque son lazos
grandes para prendernos, para no hacer lo que no debemos, y estar con
prontitud y reverencia en la oración y en todo lo que hiciéremos; que
considerar Dios delante y que en todo lo que hacemos lo tenemos por testigo,
cierto es que el que bien se persuadiere que tiene presente a Dios, no le
osará ofender y quebrantar su santísima voluntad. [9] Otra cosa en que cada uno se puede
aprovechar (no sólo en la oración, pero en todo lo demás) es con, débitamente
encomendándose a Dios, procurar de trabajar con perfección, desde que se
levanta hasta que se torna a levantar, a hacer todo lo que propone por la
obediencia de nuestro instituto; porque, si lo hace, camina de verdar a la
perfección, y si en algo deja de se haber bien, por allí mancará luego y será
cojo un poco; y más si en más cosas falta, porque no basta haberse bien en el
estudio sin que se haya bien en la oración, y en la misa, y en los coloquios
[recresos, etc.] y el reposo. [10] Ni debe ninguno querer devociones o
perfecciones sino por lo común y vía de la Compańía. Como uno que me decía
que andaba devoto y al tiempo de la oración común no tenía ninguna devoción,
dando a entender que con particulares afecciones, no atendiendo bien a los
comunes, se hallaba bien; y era ilusión manifesta. Así que para ir en esto bien
no andemos a buscar cosas extraordinarias y negligamos [descuidemos] las
ordinarias; mas procuremos que nos compongamos siempre con lo común de
nuestro instituto; y a las horas y tiempos que se debe cada cosa hacer, las
hagamos: la oración, el modo della y todo lo de nuestro instituto; que de
otra manera, desviámonos de la gracia de él. Y pidamos a Dios nuestro Seńor
que nos dé ayuda para esto y para que comencemos de nuevo cada día. [11] Cada uno pues, con preparación alguna a
la mańana, como le dirán los Padres que para esto ternán [tendrán] cargo, que
serán los confesores, y principlamente los dos superiores, y Maestro Mirón y
Michael de Sosa, se ponga luego a la oración ofreciéndose a Dios nuestro
Seńor y todas sus cosas, y procure actuarse en ella. [12] Y después en la misa procure mucho
aprovecharse, porque lo puede hacer, y sumamente, como nuestro Padre lo
entendió; y por eso dejó de dar más tiempo a la oración viendo que cualquier
que tuviese un poco de conocimiento y amor de Dios se podía ayudar mucho en
la misa. Y es la razón, porque en ella se hacen sumos misteriors, se consagra
el pan y transubstancia en el Cuerpo sacratísimo de Jesucristo, y el vino en
su Sangre preciosísima; y ésta es un vivísima representación de la Pasión y
muerte de Cristo nuestro Seńor. Mas juntamente con el Cuerpo es la Sangre, la
ánima y la divinidad; y ansí con la Sangre, es el Cuerpo de Jesucristo y todo
lo demás; de modo que debajo de las especies del pane es todo Cristo, y ansí
debajo de las especies del vino. Y juntamente con esto se ofrece a Dios Padre
Jesucristo y su Pasión en sacrificio santo
y incruento; como es la fe católica. Hácese también representación de
todos los misterios de Cristo en la misa, y así sumamente aprovecha para
adquirir gran eficacia y ayudarse grandemente para pasar adelante en la
oración y todo servicio de Dios nuestro Seńor. [13] Después de la misa se siguen los
particulares ministerios, verbi gratia, los estudios y otros ministerios. En ellos
procure cada uno haberse de la manera que se ha dicho. [14] Viene luego el examen, en el cual no
piense ninguno que todo el tiempo se debe gastar con examinar la conciencia,
porque en menos se puede hacer lo que basta. Y nuestro Padre en las Constituciones
[no] quiso más, sino que se hiciese dos veces en el día[204], de manera que algo del tiempo de cada
cuarto se gaste también en oración, en que se actúe cada uno cuanto puede en
aquel poco. [15] Siguiese luego el comer, para el cual
debemos meditar que vamos a comer con el Seńor y sus Apóstoles y discípulos[205].
Y para que la devoción se retenga en él, se lee a la mesa alguna cosa fácil y
de edificación. [16] Síguiese la quiete para que todos se
recreen interior y exteriormente con recreaciones honestas y religiosas, sin
disputar y sin especulaciones; ora con uno, ora con otro. Y como en un campo
o jardín uno se va de una en otra flor, así en el reposo de tantos hermanos
que se ajuntan, se puede tomar una y otra flor de ejemplo de virtudes y
buenos y santos avisos y conversaciones, pues lo son cada uno de los
hermanos, porque andan con Dios conjuntos. Y de verdad a mí me consuela mucho mirarlos con esta
consideración. Y desta manera, del yantar [comer] por la tarde, hasta la hora
de dormir; teniendo a la noche más tiempo de examen, como tengo ordenado,
porque se podrá mejor hacer; y así se podrá tener en él más oración. [17] Veis, pues, cómo todo va en el
espíritu, como quiso Nuestro Padre, y cómo con esto jugando, jugando vamos al
cielo, procediendo siempre por la vía de nuestro instituto y fin. [18] Lo que agora se sigue es decir
el uso de la regla que manda que descubramos las faltas que sabemos[206].
No se enttiende, pues, que ande uno a mirar las faltas de uno y otro pera lo
decir al superior; sino que, sí el superior quiere saber de él algo de
alguno, que le descubra todo no recurriendo a lo que diría un laico, que deba
primero fraternalmente exhortar y avisar al hermano[207];
porque cuanto a esto no se entiende. Porque esto no es denunciación, sino
dicese al superior como a persona que lo puede mejor ayudar. Y así lo debe
cada uno de pensar de él, como de quien teiene mayor gracia, pues tenemos
esta regla que cada uno dice que quiere guardar y cumplir, entrando en la
Compańía, y estar en las Constituciones aprobadas por la Sede Apostólica. Así
que deben todos por esta vía no sólo estar aparejados para descubrir todo al
superior, si lo pregunta; pero que de sí mismos lo digan, si es cosa de
importancia, para que el superior mire en ello y ponga el remedio necesario. [19] Lo que también hay
consiguiente a esto es lo que usamos de los síndicos[208],
los cuales orednó nuestro Padre estando yo presente, y con gran moderación y
providencia suya; y, aunque él lo tenía determinado, quiso hacer congregación
(para lo propones) de todos los de casa, y todos una voce lo quisieron, excepto un buen viejo que no miraba bien
la cosa. Y luego se puso en obra y se hacía etiam públicamente; pero a uno aconteció que se tentó por muchos děas,
y después vino mucho [a] aprovecharse. Era éste uno de los principales. [20] Estos síndicos sirven de
ejecutar aquella regla de que agora hablábamos acerca del descubrir lo que es
malo en casa; de lo cual ninguno se debe pertubar, porque si la cosa que
ellos dicen de él es verdad, no teiene que enojarse por descubrirse; pues eso
es lo que dice que quiere que se haga, como tenemos en regla; y si acontece
que el síndico se engańa con su simplicidad o celo, no debe ninguno gravarse,
porque esto es lo que cada uno debe desear entrando en la Compańía, por otra
regla: que debemos desear oprobios, etc. sin culpa nuestra; y estos todos los
que vivimos en la Compańía tantas veces decimos y confirmamos que queremos y
deseamos cumplir[209]. [21] Y por tanto, de cualquier
manera que los síndicos hagan su oficio y descubran o digan alguna cosa, no
debe ninguno perturbarse, pues para una cosa y otra hay regla que debemos
observar todos; y piensen que todo va bien ordenado, y que no faltan a los
Superiores consultores con quien comunicar las cosas, para que no haya por
cualquiera cosa juicio o parecer fuera de razón; y que si uno no hiciese bien
este cargo de sindicar, sería luego fuera de él; como también los superiores,
si no hiciesen lo que deben. [27] Digamos ahora algo de libertate spiritus, que es una de
las cosas en que el Seńor ha mucho ayudado al P. Ignacio y al Padre General;
ma esto se dirá sumariamente por faltar el tiempo. Libertad de espíritu es
una de las virtudes que sumamente importan, porque como nuestra vida debe ser
en espíritu, de tal manera que vivamos espiritualmente, cumple mucho para
tratar espiritualmente adquirirla, porque sin ella difícilmente podríamos
hacer lo que pretendemos en espíritu y alcanzar nuestro fin. [28] Y primero que más en
particular declare qué cosa sea libertad de espíritu, diré el medio por donde
se debe procurar, que es la mortificación, de que también habíamos de tratar.
Si uno, pues, quiere adquirir libertad espiritual, su trabajo y diligencia
debe eser en se mortificar; porque cuando en ésta tuviere adquirido algo,
tendrá también alcanzado algo de la libertad que decimos. [29] El principio de la
mortificación es pensar todo lo que tiene de mal y procurar de lo quitar de
sí, no pensando que con sus fuerzas y operaciones podrá algo en esto, sino
con el favor y gracia divina, en los méritos de la Pasión de Cristo N. Seńor;
por quien somos muertos en Cristo[210];
muerto también el pecado cuanto de parte de Cristo y debilitados nuestros
vicios y subiecto el demonio para no podernos dańar ni reinar el pecado en
nostros[211]
ni el demonio, ayudados con su gracia. De manera que de la Pasión del Seńor y
de sus méritos pensemos que podrá tener vigor nuestra mortificación, y que de
allí podrá tener fuerza, y así lo esperemos. De la Pasión con la Resurrección
nos nacerá también el alevantarnos y caminar in novitate vitae et spiritus[212],
por gracia, en la esperanza de resurgir con el Seńor y ser participantes de
sus grandezas y perfecciones en la vida eterna. [30] Y la primera mortificación es
de los pecados mortales y graves, y esto por la penitencia y sacramento
della, que es un singular remedio para destruirlos. La segunda, de los
veniales; porque si uno no se cura dellos, ni cura mortificarlos, nec allidit ad petram[213],
son una disposición para los mortales y poco a poco le llevan a ellos; y
caminando de uno en otro se entibia y enfría en la gracia, porque qui pauca negligit, paulatim decidit[214].
Cumple, pues, que no dejemos vivir en nos ninguno dellos y que procuremos
mortificarlos; y ya que no será posible matarlos todos, pues que habemos de
tener ofensas veniales mientras caminamos en esta vida, a lo menos
mortifiquemos los principales que ocurren y tengamos guerra con todos. Y el
modo de mortificarlos es también por la penitencia y por cosas aprobadas
contra aquel pecado, ayudándose de las potencias interiores contra cualquiera
mínima cosa que proceda de algún vicio puesto que [aunque] venial; y esto suaviter in Christo, ne regnat peccatum in
corpore nostro, conforme a lo de San Pablo[215].
Y para esto sirven las vías del examen particular, que usamos en la Compańía,
con las líneas y diligente observación[216]. [31] Debe también la mortificación
usarse acerca de los hábitos malos que uno siente en sí y decirse a uno ser
mortificado en ellos, cuando en sintiéndose mover de alguno, luego
contradice. Como si es inclinado, v. gr., a soberbia, tanto que le viene el
espíritu della y la elación o arrogancia, luego le ataja con la contradicción
del ánimo, voluntad y libre arbitrio de que usa y de la oración con la
gracia. [32] Hay también necesidad de
mortificación acerca de cosas accidentarias [incidentales] con que uno se
perturba; como si, diciéndole uno una cosa y otra otra, él se enoja y no lo
sufre como debe y se mueve a impaciencia; porque ayudándose de la
mortificación, vendrá a adquirir facilidad para que esté sobre sí cuando esto
le viniere, y le pueda resistir con suavidad, ayudándose de los méritos de
Cristo N. Seńor y de su muerte. Así que el que se tiene por humilde y, como
le dicen alguna cosa, se turba y siente claramente que aún está mal domado:
acuda a la mortificación procurando con ella echar de sí la mala inclinación
que le enjineta, y no permitir que reine en él. [33] Y para ayudar a la
mortificación de que habemos hablado ayuda grandemente la mortificación de
exteriores penitencias tomadas para esto, y de ejercicios de humildad y
vilificación de sí, y todo lo demás que podrá ayudar a este fin. [34] Y no sólo en estas cosas, que
son malas, debe cada uno procurar mortificarse, pero etiam en las cosas que son buenas, como en servir al Seńor por
esperanza de algún premio. Porque, puesto que [aunque] sea esto bueno y se
deba hacer; todavía, la perfección es no esperar consolación espiritual ni
premio alguno, y sólo sufrir los trabajos y peligros, por amor puro de Dios
N. Seńor y por le contentar y servir; de manera que nada quiera sino en El y
por El. [35] Y mortificándose así uno en
todo, y ejercitándose bien en esto, y regulando su amor en todas las
criaturas por lo que debe al Seńor, no amando a ninguna sino porque El lo
quiere: viene a adquirir la libertad de espíritu, que no es otra cosa sino
una facilidad en todo, usando de uno y otro medio, o sea oración o otro
alguno conforme a la cosa de que se trata; y de tal manrera que sea pronto a
escoger lo que será más conveniente y conforme al servicio del Seńor, dejando
lo contrario. Y esto con suavidad grande, sin resabio, disgusto o ansiedades;
ora sea tratando con reyes, príncipes o otros seńores, ora con gente mas
baja; ora en cosas de espíritu y de Dios, ora en cosas de consejo y humanas y
que pueden mover la sensualidad o la voluntad a imperfección o mal; no
habiendo ninguna en la cual, con la superioridad que tiene por la libertad
del espíritu, no haga todo bien, aplicando los medios que más servirán y con
que se dará mayor gloria al Seńor, dejando cualquiera otro que no vendrá tan
a propósito, teniendo una luz y claridad en el entendimiento para luego saber
juzgar y discernir entre ellos[217]. [36] Y desto le nacerá que en todo
proceda con verdad, que era lo último de habíamos de tratar. Porque, andando
en esta manera, sus hablas y sus obras serán reguladas con ella; y si las
cosas fueren divinas, eclesiásticas, o morales o naturales, la verdad también
en que las tratare será de la misma cualidad; y así en los demás. Y todo
según nuestro instituto, conforme al fin que pretendemos a mayor gloria de la
divina Majestad. |
[1] «Camminate secondo lo Spirito e non sarete
portati a soddisfare i desideri della carne»: Gal 5,16.
[2] «Quelli che camminano nello spirito e
seguono veramente Cristo nostro Signore»: Esame, c. 4, n. 44.
[3] Cf. Sal 75,11.
[4] Cf. Ef 4,22.
[5] Cf.
Mc 16,19;
[6] Mt 28,18.
[7] Cf. Atti 2,1s.
[8] 1 Cor 4,7.
[9] Gen 4,25.
[10] Gen 6,2.
[11] Gen 4,18.24; Sir 49,16; sul suo carattere
profetico e religioso cf. Sir 44,16; Eb 11,5; Ap 11,3s.
[12] Gen 4,26.
[13] Cf. Gen 10,6-20.
[14] Sansone (Gdc 13,5),
Samuele (1Re 1,11).
[15] Cf. Ger 35.
[16] Atti 4,12.
[17] Ef 4,5.
[18] Mt 19,11-12.21.29.
[19] Lc 9,59-62; 18,18s.
[20] Eusebio, Hist.
eccles., l. 3, c. 37; MG 20, 294.
[21] Mt 19,21.
[22] Cf. Esercizi, n. 234.
[23] Cf. Deliberazione dei primi padri.
[24] Cf. MHSI, Const., pp. 14-22.
[25] Cf. la lettera di p. Lainez su s. Ignazio in
MHSI, Ignat. Fontes narrat., I, p. 130.
[26] Cf. Diario spirituale.
[27] Bolla Iniuncutm nobis (14 marzo 1544); cf.
MHSI, Constit. I, pp. 81-86; Instit. S. I. I, 7-10.
[28] Breve Exponi nobis (5 giugno 1546); cf. MHSI,
Constit. I, pp. 170-173; Instit. S. I. I, 12-13.
[29] Bolla Licet debitum (18 ottobre 1549); cf.
MHSI, Constit. I, pp. 357-371; Instit. S. I. I, 13-21.
[30] Bolla Exposcit debitum (21 luglio 1550); cf.
MHSI, Constit. I, pp. 373-383; Instit. S. I. I, 22-28.
[31] Cf. MHSI, Constit. I, p. 376.
[32] Cf. MHSI, Constit. I, p. 381.
[33] La bolla Regimini militantis Ecclesiae di
Paolo III č del 27 settembre 1540 e quella Exposcit debitum di Giulio III č del
21 luglio 1550.
[34] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
1: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 364.
[35] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
1, n. 1: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 364.
[36] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
1, n. 3: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 368.
[37] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
1, n. 5: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 370.
[38] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
1, n. 6-8: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 370-374.
[39] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
1, n. 9.10: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 374.
[40] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
2, n. 18: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 388.
[41] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
3: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 388-400.
[42] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
3, n. 19: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 390.
[43] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
3, nn. 22-25: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 392-398.
[44] Costituzioni, p. 3, c. 1, n. 12; c. 2, n. 5.
[45] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
3, n. 27: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 400.
[46] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
3, n. 30: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 404.
[47] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
3, n. 35: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 410.
[48] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
4, n. 40: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 416.
[49] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
4, n. 42.43: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 418-420.
[50] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
4, n. 43-48: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 420-426.
[51] Cf. 1Cor 14,34.
[52] Jerónimo Ardéval; cf. Acta Patris Ignatii
(Autobiografia), c. 6, n. 54: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 434-436.
[53] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
6, n. 55: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 436.
[54] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
6, n. 57: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 440.
[55] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
6, nn. 58s: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 444s.
[56] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), c.
7, nn. 64s: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 452s.
[57] Cf. Acta Patris Ignatii (Autobiografia), cc.
7, 8, nn. 71-77: MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 462-468.
[58] Cf. MHSI, Constit. I, 29, ecc.
[59] Costituzioni, p. 3, c. 2, n. 1.
[60] Acta Patris Ignatii (Autobiografia), nn. 77s:
MHSI, Ignat., Fontes narrat. I, 468s.
[61] Intende la vita religiosa.
[62] Costituzioni, p. 6, c. 3, n. 5.
[63] Cf. MHSI, Constit. I, 27.28.
[64] MHSI, Constit. I, 376.
[65] MHSI, Fontes narrat. I, 638.639.643.644.
[66] “Quicumque in Societate nostra quam Iesu
nomine insigniri cupimus vult sub Crucis vexillo Deo militare…”, Formula
dell’Istituto della Compagnia di Gesů contenuta nelle bolle Regimini militantis
Ecclesiae (Paolo III) ed Exposcit debitum (Giulio III): MHSI, Constit. I, 26.375.
[67] Cf. Nadal, Pláticas
de 1554 en Espańa (MHSI, Fontes narrat. I, 313); nelle Annotationes in examen e nelle Exhort. de 1557 dice: “Ego
vobis ero propitius”. Cf. pure: Laínez in una platica de 1559 (MHSI, Ignat.,
series 4a, t. II, 74.75); Ribadeneira, Vida de S. Ignacio II, c. 11;
Pietro Canisio allude a “Io sarň con voi” preferendo tale formula a quella del
Ribadeneira (MHSI, Ignat., series 4a, t. I, 715). Nadal attribuisce
la formula sempre a Dio Padre (meno nelle esortazioni del 1554, di lettura non
facile). Lo stesso Laínez. Ribadeneira la fa dire a Gesů Cristo annotando, con
Laínez, l’aggiunta: “propizio a Roma”.
[68] Cf. il Diario spirituale mentre Ignazio
scrive le Costituzioni (MHSI, Constit. I, 104).
[69] Il senso sembra questo: che con la frase del
suo Diario, a cui Nadal allude, “viniendo en memoria cuando el Padre me puso con
su Hijo” (MHSI, Constit. I, 104), che corrisponde a quanto detto a Luis
González, Ignazio vorrebbe significare tutta la visione della Storta; facendo
riferimento per i dettagli da lui non ricordati, a quanto detto da Laínez al
quale Ignazio aveva detto la veritŕ (MHSI, Acta Patris Ignatii, c. 10, n.
96.97; Fontes narrat. I, 496.498).
[70] Il Papa enumera al principio della Bbolla i
primi padri della Compagnia, compagni di sant’Ignazio che “Spiritu Sancto ut
pie creditur afflati iamdudum e diversis mundi regioni bus discedentes in unum
convenerunt…”: MHSI, Constit. I, 25.
[71] Bolla Exposcit debitum (1550): MHSI, Constit.
I, 374.
[72] Cf. bolla Exposcit debitum (1550): MHSI,
Constit. I, 376.
[73] Cf. bolla Exposcit debitum (1550): MHSI,
Constit. I, 376.
[74] Cf. bolla Exposcit debitum (1550): MHSI,
Constit. I, 376.
[75] Cf. bolla Exposcit debitum (1550): MHSI,
Constit. I, 376.
[76] Esame, c. 1, n. 2.
[77] Cf. 1 Cor 7,5.
[78] Cf. bolla Regimini militantis Ecclesiae:
MHSI, Constit. I, 26; Instit. S. I. I, 4. L’approvazione del Papa del libro
degli Esercizi spirituali si trova nel breve Pastoralis officii (31 luglio
1548): MHSI, Exerc., pp. 216-218; Instit. S. I. III, 443-445.
[79] Rm 1,5.
[80] Esercizi, nn. 91-100,
136-147.
[81] Cf. Is 63,3.
[82] Lc 11,1.
[83] Cf. Esame, c. 4.
[84] Atti 6,2s.
[85] Gv 21,15-18.
[86] Gv 20,21-23; Mt 28,18-20; Mc 16,15-20; Atti
2,1s.
[87] La meditazione di Due Bandiere: Esercizi, nn.
136-147.
[88] Cf. Ap 20,3.7; 11,
2.3.
[89] Cf. Nadal, Platicas
de 1554 en Espańa, Fontes narrat. I, 307; M. Quera, Los Ejercicios espirituales
y el origen de la Compańía de Jesús, Barcelona 1941, pp. 45-60; P. Leturia,
Génesis de los ejercicios de S. Ignacio y su influjo en la fundación de la
Comapańía de Jesús, Ońa 1941, pp. 14s.
[90] 1 Gv 2,3-5; cf. Gv 14,21.
[91] Cf. Costituzioni, p. 9, c. 3; le bolle Regimini
militantis Ecclesiae e Exposcit debitum: MHSI, Constit. I, 27.376.
[92] 1 Cor 2,14.
[93] Cf. MHSI, Constit. I, 381; Costituzioni, p.
5, c. 2, n.
[94] Cf. Costituzioni, p. 10, n. 8; Congreg.
gener. I, decret. 145; Instit. S. I. II, 187.
[95] Cf. Costituzioni, p. 9, c. 3, n. 7; Congreg.
gener. I, decret. 91; Instit. S. I. II, 176.
[96] Cf. Costituzioni, p. 9, c. 6, n. 2, ecc.
[97] Cf. Congreg. gener.
II, decret. 86; Instit. S. I. II,
210. Le Costituzioni, p. 8, c. 1, n. 3 D, parlano del collaterale.
[98] Cf. Congreg. gener.
I, decret. 127; Instit. S. I. II,
185.
[99] Sulla fondazione di Gandia cf. MHSI; Ignat.,
Epist., I, 697.698.419.420.
[100] Regimini militantis Ecclesiae, Exposcit
debitum: MHSI, Constit. I, 27.28.377.378; Esame, c. 4, n. 27; Costituzioni, p.
7, cc. 1, 2.
[101] Cf. Regimini militantis Ecclesiae, Exposcit
debitum: MHSI, Constit. I, 27.377.
[102] Cf. Esame,
c. 4, nn. 9s.
[103] Cf. Esame, c. 4, n. 8.
[104] Cf. Paolo III, Regimini militantis Ecclesiae
(1540), Iniunctum nobis (1544); Giulio III, Exposcit debitum (1550): MHSI,
Constit. I, 27.83.84.376.
[105] Esame, c. 4, n. 32; Costituzioni, p. 3, c. 1,
n. 17.
[106] Cf. 1Cor 7,35.
[107] Costituzioni, p. 6, c. 5.
[108] Cf. Paolo III, Regimini militantis Ecclesiae
(1540), Iniunctum nobis (1544); Giulio III, Exposcit debitum (1550): MHSI,
Constit. I, 27.378.379.
[109] Cf. Esame, c. 4, n. 44.
[110] Cf. quarta esortazione, nn. 3-4.
[111] Cf. Sap 2,20.
[112] Mt 11,29.
[113] Gb 1,8; 2,3.
[114]
[115] Cf. Costituzioni, p. 3, c. 1, n. 23.
[116] Mt 13,44.
[117] Mt 27,46;
Sal 21,2.
[118] Lc 2,35.
[119] Cf. Sir
18,6.
[120] Cf. Esercizi, n. 321.
[121] Cf. 1 Cor 13,8-13.
[122] Cf. Costituzioni, p. 6, c. 2, n. 12; Instit.
S. I. I, 88.89.92.93.
[123] Cf. Costituzioni, p. 10, c. 3, n.
[124] Cf. Giulio III, Exposcit debitum: MHSI,
Constit. I, 379; Costituzioni, p. 6, c. 2, n. 5, E.
[125] Cf. 1 Cor 9,13.
[126] Cf. Giulio III, Exposcit debitum: MHSI,
Constit. I, 376; Esame, c. 1, n. 3; Costituzioni, p. 6, c. 2, n. 7.
[127] Costituzioni, p. 6, c. 2, n.
[128] Cf. 1 Cor 9,7-18; 1 Ts 2,9; 2Ts 3,8-10.
[129] Giulio III, Exposcit debitum: MHSI, Constit.
I, 379.
[130] Giulio III, Exposcit debitum: MHSI, Constit.
I, 379-380; Costituzioni, p. 6, c. 2, nn. 3-4, C-D.
[131] Giulio III, Exposcit debitum: MHSI, Constit.
I, 379-380.
[132] Giulio III, Exposcit debitum: MHSI, Constit.
I, 380; Esame c. 1, n. 6; Costituzioni, p. 3, c. 2, n. 3; p. 6, c. 2, nn.
15-16.
[133] Cf. Mc 6,31.
[134] Paolo III, Regimini militantis Ecclesiae;
Giulio III, Exposcit debitum: MHSI, Constit. I, 30.380.
[135] Cf. terza esortazione, p. 64.
[136] Costituzioni, p. 6, c. 1, n. 1.
[137] Cf. MHSI, Fontes narrat. I, 587.588;
n. 250, p. 673.
[138] Cf. 2 Tm
2,5.
[139] 1 Cor
2,15.
[140] Rm 8,31.
[141] Mt 15,11.
[142] Giulio III, Exposcit debitum (1550): MHSI,
Constit. I, 377-378.
[143] Cf. seconda esortazione,
pp. 58-60.
[144] Cf.
Memorial de Luis González, n. 130: MHSI, Fontes narrat. I, 606.666.
[145] Cf.
Memorial de Luis González, n. 330: MHSI, Fontes narrat. I, 714.
[146] Cf. MHSI, Ignat., Epist. I, 114-118.
[147] Cf. Nadal, Scholia in Constituciones, pp.
269-275.
[148] Cf. Costituzioni, p. 6, c. 2, n. 13.
[149] Cf. Atti 6,4.
[150] MHSI, Fontes narrat. I, 64*.65*.
[151] Cf. Giulio III, Exposcit debitum: MHSI,
Constit. I, 376; Congreg. General IV, decret. 19; Instit. S. I. II, 251.
[152] Cf. Costituzioni, p. 6, c. 1, n. 1.
[153] Esame, c. 4, n. 29; Costituzioni, p. 3, c. 1,
n. 24.
[154] Costituzioni, p. 6, c. 1, n. 1.
[155] Cf. Constit. p. 3, c. 1, n. 23; p. 6, c. 1,
n.1. Cf. Carta de San Ignacio sobre la obediencia, MHSI, Ignat. Epist., IV, 669 sg.
[156] Costituzioni, p. 6, c. 1, n. 1.
[157] Costituzioni, p. 3, c. 1, n. 23.; p. 6, c. 1,
n. 1.
[158] Col 3,20.22.
[159] 2.2, q.
[160] S. Basilio, Constit. monasticae, c. 22, n. 5
(MG 3, 1410).
[161] Cf. MHSI,
Ignat. Epist., III, 303-304.
[162] Cf. Esame, c. 4, n. 29; Costituzioni, p. 3,
c. 1, n. 24.
[163] Cf. Esame, c. 4, n. 30.
[164] Cf. Esame, c. 4, n. 30, D; MHSI, Constit. I,
392, n. 13.
[165] Cf. Costituzioni, p. 6, c. 1, n. 1.
[166] Mt 6,9.
[167] Cf. Dan 9,18-19.
[168] Gv 1,16.
[169] Esercizi, nn. 2.76.
[170] Esercizi, n. 73.
[171] Esercizi, n. 74.
[172] Esercizi, n. 75.
[173] Esercizi, nn. 46.55.65, ecc.
[174] Esercizi, nn. 47-53, 102-109, ecc.
[175] Esercizi, nn. 121-125.
[176] Cf. Costituzioni, p. 4, c. 8, n. 5.
[177] Costituzioni, p. 4, c. 4, n. 3.
[178] Sal 50,3.
[179] Sal 6,2;
37,1.
[180] Cf. Rm
12,16.
[181] Sal 83,3.
[182] Sal 62,2.
[183] Costituzioni, p. 6, c. 3, n. 4, B.
[184] Gv 9,31.
[185] Cf. 2Cor
12,4.
[186] Cf. Rm
12,16.
[187] Cf. Sal 103,32; 143,5.
[188] Esercizi, nn. 46.47.101.103, ecc.
[189] Esercizi, nn. 106-109, ecc.
[190] Esercizi, nn. 114, ecc.
[191] Cf. Esercizi, n. 82.
[192] Cf.
Esame, c. 1, n. 6; c. 4, n. 46; Costituzioni, p. 3, c. 2, n. 5; p. 6, c. 3, n. 1.
[193] Esame,
c. 4, nn. 10.41; Costituzioni,.
p. 6, c. 1, n. 2.
[194] Costituzioni, p. 3, c. 1, n. 11; p. 4, c. 4, nn. 3-4.
[195] Esame, c. 4, n. 25; Costituzioni, p. 3, c. 1, n. 11; p. 4, c. 4, n. 3; p. 6,
c. 3, n. 2.
[196] Cf. 1Cor 3,9.
[197] Cf. Esercizi, nn. 238-248 (primo modo di
pregare).
[198] Cf. Esercizi, nn. 249-257 (secondo modo di
pregare).
[199] Cf. Esercizi, nn. 258-260 (terzo modo di
pregare).
[200] Cf. Acta P. Ignatii (Autobiografia), c. 11,
n. 99: MHSI, Fontes narrat. I, 504.505.635.
[201] Cf.
Sal 75,11.
[202] Cf. 2Mac
1,3-4.
[203] Cf. Ef
6,5.
[204] Costituzioni, p. 4, c. 4, nn. 3-4.
[205] Cf. Esercizi, n. 214.
[206] Cf. Esame,
c. 4, n. 8.
[207] Cf. Mt
18,15.
[208] Costituzioni, p. 3, c. 1, n. 16; p. 4, c. 6,
n. 15; c. 10, n. 7; c. 17; n. 7.
[209] Esame, c. 4, nn. 44-45.
[210] Cf. Col 3,3.
[211] Cf. Rm
6,12.
[212] Cf. Rm
6,4; 7,6.
[213] Cf Sal
136,9.
[214] Sir 19,1.
[215] Rm 6,12.
[216] Esercizi, nn. 24-31.
[217] Una descrizione della libertŕ di spirito in
Ignazio di Loyola si puň leggere in: J. Nadal, In Examen annotationes, MHSI,
Nadal IV, 651-652.